El poder que transforma (The power that transforms)

Saludos, hermanos de @heartchurch. En esta oportunidad voy a compartir con ustedes el texto de la prédica del sábado 27-11-2021, titulada “el poder que transforma”.

Lucas 7:1 Cuando Jesús terminó de decir todo eso a la gente, regresó a Capernaúm.
2 En ese tiempo, un apreciado esclavo de un oficial romano estaba enfermo y a punto de morir.
3 Cuando el oficial oyó hablar de Jesús, envió a unos respetados ancianos judíos a pedirle que fuera a sanar a su esclavo.
4 De todo corazón, le suplicaron a Jesús que ayudara al hombre. Le dijeron: Si alguien merece tu ayuda, es él;
5 pues ama al pueblo judío y hasta construyó una sinagoga para nosotros.
6 Entonces Jesús fue con ellos; pero, justo antes de que llegaran a la casa, el oficial envió a unos amigos a decir: Señor, no te molestes en venir a mi casa, porque no soy digno de tanto honor.
7 Ni siquiera soy digno de ir a tu encuentro. Tan sólo pronuncia la palabra desde donde estás y mi siervo se sanará.
8 Lo sé porque estoy bajo la autoridad de mis oficiales superiores y tengo autoridad sobre mis soldados. Sólo tengo que decir: «Vayan», y ellos van, o «vengan», y ellos vienen. Y si les digo a mis esclavos: «Hagan esto», lo hacen.
9 Al oírlo, Jesús quedó asombrado. Se digirió a la multitud que lo seguía y dijo: Les digo, ¡no he visto una fe como ésta en todo Israel!
10 Cuando los amigos del oficial regresaron a la casa, encontraron al esclavo completamente sano.

Es común que las personas nos pidan que oremos por alguien que está pasando por un momento difícil, sabiendo que el Señor nos oye y responde, pero hay momentos en que la respuesta es negativa, lo que nos hace evaluar las posibles causas. Tomemos como ejemplo el caso del siervo del centurión a quien el Señor sanó.

1. Lo primero que notamos es que era apreciado por su amo, es decir, no era del montón. En este sentido, en muchísimas ocasiones el Señor ha respondido peticiones que hacemos por personas apreciadas por nosotros, aun sin ser estas creyentes, e incluso desde antes de ser creyentes nosotros mismos.

2. Otra cosa que notamos es que estaba a punto de morir, es decir, no fue una petición banal sino algo de vida o muerte, era la última carta, situación que también es común en nuestras vidas, cuando dejamos al Señor para la última instancia.

3. El centurión no fue personalmente sino que envió a personas de buen testimonio para que intercediera por su siervo, por lo que debemos procurar ser de buen testimonio delante del Señor para que ponga atención a nuestras peticiones, más aun cuando lo hacemos por personas que no son creyentes.

4. El centurión tenía buen testimonio delante del pueblo del Señor porque hacía buenas obras para ellos. Enorme enseñanza que debemos copiar: Buenas obras para el pueblo del Señor, lo que nos indica que debemos cerrar nuestros oídos a aquellos que dicen que no hacen falta buenas obras para agradar al Señor, lo que contradice al fruto del Espíritu Santo que nos conmina a ser benignos y bondadosos.

5. El centurión se negó a recibir al Señor en su casa porque se consideraba indigno de su presencia, demostrando humildad y reverencia por el Señor, conducta que debemos copiar, y no me refiero a decirle al Señor que no venga a nuestra casa, sino a entender que no somos dignos de su presencia ni de su ayuda.

6. El centurión reconoció la autoridad del Señor y que lo que dijera se cumpliría. Esta es una gran muestra de sabiduría, porque nos enseña que el Señor es Todopoderoso y Omnipresente, es decir, no tiene límites en facultades ni en espacio, por lo que todo lo que diga se hará en el lugar donde lo ordene, sin necesidad de estar presente.

7. El centurión entendía esto porque él era un hombre con autoridad, lo que nos enseña que el Señor nos prepara para que tengamos un poco de conocimiento de su forma de obrar, así que si deseas entender la forma de obrar el Señor, siéntate y medita en la forma de ejercer tu profesión.

8. El Señor alaba la confianza y el entendimiento del centurión, lo que nos enseña que debemos unir la confianza con el entendimiento, porque ambas son necesarias, es decir, debemos orar con confianza en que nos oye y responde, pero también sabiendo lo que estamos pidiendo y sus consecuencias, más aun cuando conocemos las causas del problema.

9. Al regresar a casa consiguieron al siervo completamente sano, es decir, no quedó padeciendo. Ahora bien, podríamos interpretar también que fue sanado del alma, porque sabemos que la sanidad que el Señor quiere darnos es integral y no como física.

Ahora entremos a meditar en lo que no está escrito, en aquello que nuestra mente nos permita imaginar de esa situación.

1. El siervo conocía la palabra y sabía de la obra del Mesías, por lo que anhelaba su ayuda, no se limitaba a algo físico sino que deseaba un encuentro con el Señor.

2. El centurión tenía imágenes paganas en su casa, debido a su origen romano, lo que le avergonzaba delante del Señor.

3. Los ancianos que fueron de parte del centurión, sabían del amor del Señor por las almas, por lo que fueron confiados delante de su presencia.

4. El siervo al ser sanado entendió que el Señor escuchó su clamor desde la distancia y tuvo ese encuentro aunque no lo viera.

5. El centurión cambió su forma de mirar a los judíos y creció en el conocimiento de la palabra del Señor.

Siendo más arriesgado, me pregunto si el centurión era Cornelio, quien luego recibió la visita de Pedro y él, junto a su familia y los demás que estaban en su casa, fueron llenos del Espíritu Santo y bautizados en ese momento.

Lo cierto es que el Señor no hace nada improvisado y, cuando las vidas de las personas involucradas no hayan cambiado, se que la mía si lo ha sido por esta historia y por el poder del Señor, por lo que hoy deseo que dediques un momento a pedirle al Señor, quien parece distante en algunas ocasiones, que sane tu herida, que consuele tu corazón, que te ayude con ese problema que parece no tener cura. Ese encuentro cambiará tu vida.

El Señor quiere que crezcamos en el conocimiento de su carácter y voluntad, por lo que debemos procurar sostener conversaciones con personas que nos edifiquen, evitando aquellas que nos alejen o distraigan del propósito que el Señor tiene con nosotros.

Necesitamos que lo corruptible en nuestras vidas se llenen de incorrupción, que lo carnal se vuelva espiritual, que lo mortal se vuelva eterno, y de esa manera podremos encontrarnos con el Señor en su venida para recibirlo como nuestro Rey eterno.

No se qué sientas al meditar en esto, pero mi corazón arde de emoción, es casi inexplicable mas es una certeza. Recuerda que necesitamos nacer del Espíritu, es decir, nacer dos veces, porque como dice un texto que leí hace un tiempo: Quien nace una vez, morirá dos veces, pero quien nace dos veces, morirá una sola vez; es decir, en aquel día cuando llegue la muerte segunda a los que vivieron para satisfacer sus deseos carnales, nosotros, lo que hemos muerto a la carne para vivir por el Espíritu, diremos: Oh muerte, ¿dónde está tu victoria? Oh muerte, ¿dónde está tu aguijón? (1 Corintios 15:58).

En conclusión, procuremos que la gloria del Señor nos transforme y no nos conformemos con ser simples observadores.