Los huesos de pollo son el principal ingrediente que conoce el “monte” de nuestro patio trasero. Eran arrojados hacia atrás porque preferíamos evitar que nuestras mascotas los consuman. Ya habíamos perdido un perro varios años atrás por esto. Sin embargo, por alguna razón, desde hacía un tiempo los huesos arrojados hacia atrás no se lograban avistar si te asomabas a mirar, ni siquiera caminando por allí con tus propios pies podías encontrarlos. Algún animal se los había estado comiendo durante todos estos años, y no sabíamos qué animal era, ni de qué tamaño.

El monte del patio de atrás también es hogar de algunas otras criaturas extrañas, entre ellas, unas aves parecidas a las gallinas que viven en los arbustos, y lagartijos gigantes que por sus colores fácilmente se confunden con seres extraterrestres, los cuales van desde el verde brillante al anaranjado fluorescente. Pero este animal es diferente. Había estado comiendo sobras de comida de todo tipo que lanzábamos hacía atrás de la casa. Los huesos, especialmente los huesos, parecían apetecerle especialmente. Hubo un tiempo en el que empezaron a escucharse sonidos leves por las madrugadas en el monte de atrás, pero nada especial. Quizás eran gatos o solo el viento. Pero más recientemente, habían empezado por las madrugadas sonidos más fuertes provenientes del patio trasero, justamente los días en los que sobras de hueso eran arrojadas.

Alguna bestia, de tamaño considerablemente más grande que un lagartijo gigante, había empezado a rondar por este bosque de carácter hostil, contentándose cada vez que encontraba huesos en este sitio. Quién sabe si las sobras de comida arrojadas todos estos años habían estado alimentando algún animal el cual había crecido gracias a nuestra alimentación.

Y es que hasta los mosquitos habían disminuido su aparición en la casa al anochecer, quizás porque encontraron en su propio monte alguna criatura tan grande como para satisfacer su sed de sangre.

Un día como cualquier otro, sucedió lo habitual: han sobrado restos de comida de nuevo. Tras un debate familiar acerca de si seguíamos arrojando o no sobras de comida hacia la parte de atrás, finalmente decidimos que lo seguiríamos haciendo, aunque no sabría decir si fue por curiosidad de lograr apreciar esta bestia con nuestros propios ojos, o por miedo a que se enfurezca si no encontraba su acostumbrado alimento. Los ruidos que había estado emitiendo esta bestia por las madrugadas se estaban volviendo estremecedores, quizás debido a que la cantidad de comida que habíamos estado dejándole ya no le era suficiente y había estado quedando con hambre, lo cual la enfurecía.

Lo decidido fue esperar a ver cómo reaccionaba esta bestia tras una porción de huesos de pollo más grande de lo normal. En la madrugada de esa noche, hubo algunos ruidos, pero nada más raro de lo usual. La bestia pareció haber quedado satisfecha por algunos días. Pero nuestros recursos no eran infinitos.

Al pasar algunas semanas, ya no pudimos sustentar una provisión de huesos al monte de atrás con tanta regularidad o cantidad. Los ruidos de la bestia en las madrugadas hacían notar claramente su desencanto. Además, la bestia había crecido tanto que se podía escuchar y ver cómo los árboles y arbustos se movían a su alrededor tras su llegada. Si en un principio daba miedo asomarse en las madrugadas, ahora con más razón parecía mejor resguardarse dentro de la casa cada vez que venía a darse un festín. Había crecido tanto que se podía escuchar el crujir de sus dientes con los huesos, no solo de pollo, sino huesos mucho más duros como los de res.

Cuando la situación llegó a tope, no teníamos cómo alimentar a la bestia y esta estaba más enojada que nunca. No solo temíamos que en cualquier madrugada pudiera hacer algo más allá de solo venir a ver si había alimento, sino que en cualquier momento del día su hambre la llevaría a aparecerse y romper el muro que separa nuestra casa del inhóspito paisaje donde ella vivía. Ya estábamos planteándonos mudarnos a otro lugar, pero no podíamos simplemente dejar que una bestia a la cual ni siquiera habíamos visto nos asustara tanto como para ahuyentarnos de nuestro propio hogar.

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Tras algunos días de tensión, sucedió lo que temíamos. A mitad de la noche, sin ningún previo aviso, de una estampida directa el muro de atrás fue derribado. La bestia no se molestó en venir a revisar si habíamos dejado comida, sino que, directamente, empezó su embestida desde lejos. Estaba realmente enfurecida, y en todo este desastre de polvo y bloques derribados, pude ver por primera vez la apariencia de la bestia, y era justo lo que sospechaba. Por su dieta variada y sonidos, supuse que se trataba de algún jabalí o cerdo extraño. Pero era gigante, más grande que un rinoceronte, con dientes escalofriantes y cuernos, de un aspecto muy macizo y oscuro, y con ojos de un color rojo muy brillante que destacaban en la noche. Todo apuntaba a que todo iba a salir mal.

Pero algo inexplicable sucedió. La bestia había empezado a destruir todo a su paso en busca de comida, ya no estaba muy lejos de la cocina, en donde se encontraba almacenada la poca comida que nos quedaba y que quedó tras alimentar a la bestia por tanto tiempo. Nuestro gato, un gato negro de unos ojos amarillos, se plantó frente a la bestia, y los ojos de ambos se iluminaron hasta el punto que todos quedamos en ceguera por unos segundos. Se escucharon gemidos de dolor por parte de la bestia, y al volver la iluminación a la normalidad, esta se encontraba recostada en el piso, malherida y agonizando. Por otro lado, nuestro gato negro estaba extrañamente muy grande y reduciendo su tamaño al normal. Quizás, por un momento, mientras no podíamos ver nada, se transformó en una pantera negra muy grande, y nos defendió del jabalí gigante. Pero eso no importaba ya, porque el peligro había pasado, para nuestro alivio.

Han pasado unos cuantos días desde que sucedió este acontecimiento. Ya hemos reparado los daños que dejó la bestia, y ahora tenemos un refrigerador de gran tamaño ya que no tendremos que preocuparnos por la comida durante 2 o 3 meses.

Inspirado en hechos reales. Perdón, hechos cotidianos, de nuestro hogar. Tenemos un gato negro.

Organic remains of all kinds, from bones to fruit peels, have served as fertilizer and food for years to the fauna and flora that inhabit the backyard of our house. Animals of all kinds would enter our home if it weren't for the wall between us and them. It is a rather strange forest. It does not have the freshness and color of a natural landscape, but rather seems to have taken on the rough personality of the urban environment nearby. And it's been that way since we've lived here. But something is about to change.

Chicken bones are the main ingredient that the "bush" in our backyard knows. They were thrown out back because we preferred to keep our pets from consuming them. We had already lost a dog several years ago because of this. However, for some reason, for some time now, the bones thrown backwards could not be spotted if you looked out, not even walking around with your own feet could you find them. Some animal had been eating them for all these years, and we didn't know what animal it was, or what size.

The bush in the backyard is also home to some other strange creatures, including chicken-like birds that live in the bushes, and giant lizards whose colors are easily mistaken for aliens, ranging from bright green to fluorescent orange. But this animal is different. It had been eating leftover food of all kinds that we threw towards the back of the house. Bones, especially bones, seemed to be especially appealing to him. There was a time when faint sounds began to be heard in the early mornings in the bush out back, but nothing special. Maybe it was cats or just the wind. But more recently, louder sounds had started coming from the backyard in the early mornings, just on the days when bone scraps were being thrown.

Some beast, considerably larger in size than a giant lizard, had begun to prowl through this hostile forest, content whenever it found bones in this place. Who knows if the leftover food thrown all these years had been feeding some animal which had grown thanks to our food.

And even the mosquitoes had diminished their appearance in the house at nightfall, perhaps because they found in their own bush some creature big enough to satisfy their thirst for blood.

One day like any other, the usual happened: there was leftover food again. After a family debate about whether or not to continue throwing leftover food towards the back, we finally decided that we would continue to do so, although I couldn't tell if it was out of curiosity to appreciate this beast with our own eyes, or out of fear that it would become enraged if it didn't find its usual food. The noises that this beast had been emitting in the early hours of the morning were becoming shocking, perhaps because the amount of food that we had been leaving it was no longer enough and it had been getting hungry, which made it furious.

The decision was made to wait and see how this beast reacted to a larger than normal portion of chicken bones. In the early hours of that night, there were some noises, but nothing more unusual than usual. The beast seemed to have been satisfied for a few days. But our resources were not infinite.

As a few weeks passed, we could no longer sustain a supply of bones to the back mount with such regularity or quantity. The noises of the beast in the early mornings made its disenchantment clear. In addition, the beast had grown so large that you could hear and see the trees and bushes move around it after its arrival. If at first it was scary to peek out at dawn, now it seemed all the more reason to take shelter inside the house whenever it came to feast. He had grown so big that you could hear his teeth gnashing on bones, not just chicken bones, but much harder bones like beef.

When the situation came to a head, we had no way to feed the beast and it was angrier than ever. Not only did we fear that in the wee hours of the morning she might do something more than just come to see if there was food, but that at any time of the day her hunger would lead her to show up and break through the wall separating our house from the inhospitable landscape where she lived. We were already considering moving somewhere else, but we couldn't just let a beast we had never even seen scare us away from our own home.

^{Imagen creada en Wombo.art - Libre de uso comercial bajo atribución.}

After a few days of tension, what we feared happened. In the middle of the night, without any prior warning, in a direct stampede the back wall was knocked down. The beast did not bother to come and check if we had left any food, but directly started its onslaught from afar. It was truly enraged, and in all this mess of dust and toppled blocks, I got my first glimpse of the beast's appearance, and it was just what I suspected. From its varied diet and sounds, I assumed it was some strange boar or pig. But it was gigantic, bigger than a rhinoceros, with creepy teeth and horns, a very massive and dark appearance, and very bright red eyes that stood out in the night. Everything pointed to everything going wrong.

But something inexplicable happened. The beast had begun to destroy everything in its path in search of food, it was already not far from the kitchen, where the little food we had left and that was left after feeding the beast for so long was stored. Our cat, a black cat with yellow eyes, stood in front of the beast, and the eyes of both lit up to the point that we were all blinded for a few seconds. We heard moans of pain from the beast, and when the illumination returned to normal, it was lying on the floor, badly wounded and in agony. On the other hand, our black cat was strangely very large and reducing in size to normal. Perhaps, for a moment, while we could not see anything, it transformed into a very large black panther, and defended us from the giant boar. But that didn't matter anymore, because the danger had passed, to our relief.

A few days have passed since this event happened. We have already repaired the damage left by the beast, and now we have a large refrigerator as we won't have to worry about food for 2 or 3 months.

Inspired by real events. Sorry, everyday facts, from our home. We have a black cat.

_{Translated to English language with the help of DeepL.com}

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