Sir Kepa (Cuento)

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El desván es un espacio para sentarse a leer mis historias, poemas, reflexiones y otras manifestaciones literarias, donde la realidad y la ficción se entrelazan dándole a la vida esa magia de lo indecible. Un lugar para soñar, reír, llorar, transportarnos a mundos, cercanos y lejanos, embarcados en la nave más rápida que se haya inventado: la imaginación.

Sir Kepa


 

Buscando desarrollar su creatividad, escapar del proselitismo político y descansar en brazos de textos literarios, un aciago día se fue Sir Kepa a un lejano rincón del planeta.

Después de pensarlo mucho, se dejó llevar por la publicidad y sus instintos, los cuales, pasaban como luces de semáforo pero acababan siendo tan bajos como esos pensamientos incendiarios que catalogaban de panfletarias las prosas, sin darse cuenta que autodefinía su opúscula postura ante la diversidad y las orientaciones ideológicas, frente al existencialismo individual que no es trasgredido por la inconceptualidad desprovista de tolerancia.

La palabra “Oasis” la asoció con remanso y con un lugar donde podría hacer explotar esa incontinencia de metáforas que abandonarían la estrechez de creación donde estaban presas.

Hizo su equipaje y tras un largo viaje llegó a la villa, lleno de ilusiones, las cuales cayeron con sus valijas, ante la sorpresa de conseguir las paredes barnizadas de escritos que tomaban la política como base de la disyuntiva, las opiniones comprometidas envueltas entre frases desaforadas, el pensamiento incestuoso de la volatilidad que tocaba tierra entre géneros que cabalgaban por la riqueza multicolor del corazón libertario.

A pesar de todo, su tozudez le impidió regresar y se tomó como tarea demostrar la riqueza indescriptible de la prosa narrativa y del verso exquisito.

Como marioneta de hilos invisibles fue haciéndose eco de su arrogancia y cayó abatido ante la respuesta de los habitantes, que como sombras se transformaron en la conciencia impúdica que lo trastornaba en cada lugar donde había habitado.

Con argucias seudo filosóficas intenta convencer que su letra es potro alado que irrumpe las nubes de la mano de la omnipresencia divina. Reta y blasfema sin tener la noción de quien le enfrenta o de qué manera sutil la rima se pierde entre el arte del sentimiento y la esperanza del alma que se esfuma porque es inmarcesible y eterna.

Amenaza con esgrimir la espada para encubrir sus aspavientos y sus intentos de plática parecen cucarachas horas después de alguna explosión atómica, por si fuera poco, pasa de lo ridículo al estiércol al querer satirizar sus propias preguntas y respuestas.

Parece que tiene algún síndrome de esos recién descubiertos que los científicos intentan encausar dentro de alguna alteración neuronal de nueva generación, sufre una extraña desincronización en la corteza cerebral, una bipolaridad producida por la excesiva percepción de torcidos teoremas que péndulan como caleidoscopio entre apreciaciones propias y ajenas, entre su propio plagio, al que intenta hacer ver como hipótesis de erudición.

No hay ojos que puedan palpar ni dedos que puedan ver, aunque la expresión libre pueda confundirse entre sensaciones y emociones anacrónicas.

Como atávico caballero de oxidada armadura, sabe que no existen castillos ni princesas, menos aún molinos a los cuales enfrentarse y en la discriminación incomprendida, la presunción sin base ni pruebas de culpabilidad de quienes les rodea y el habito de satanizar hasta a sus propios excrementos, deambula imaginando que su subjetiva apreciación es infalible aunque desborde los límites de la indecencia.

Vivir o sobrevivir es una pregunta que se hace ante el espejo, cuando el narcisismo aflora y lo conecta al reino insoluble de su insatisfacción, a la dimensión donde se desmoronan los conceptos prosaicos y los alegatos quejumbrosos que en vano intentan esconder sus temores ante la convicción de ser un simple mortal con tentativas, pero sin la mínima estimación del contacto escurridizo que se logra entre la pluma y el ego.

Se ha dado cuenta que todos los lugares son idénticos, que existe igual distancia desde un punto al mismo si se circunvala hacia el este o al oeste, pero aun su momificada red eléctrica neuronal no ha salido del corto circuito que le ha provocado tener que leer tanto, callar cuando quiere gritar y pedir al prójimo de lo que adolece.

Reseñado por @joseph1956 para



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