Es sorprendente como los seres humanos muchas veces podemos cerrar los ojos y negarnos a sumir nuestra responsabilidad o a aceptar las realidades o verdades que nos pongan sobre la mesa, la verdad es desagradable para mí escribir tanto de este tema o de este mismo lugar, pero, por otra parte, doy gracias porque tengo un espacio en el que puedo drenar lo que siento, lo que me permite volver a mi centro, ordenar mis ideas y lo mejor es que aquí nadie me lo reprochara o se sentirá aludido.

Ahora bien, si me han leído antes, como mencione en algunas publicaciones en diciembre una compañera de trabajo me dejo de hablar y hasta el sol de hoy no he sabido la razón, muchos se preguntaran los motivos para no abordarla, la primera es que ella es muy déspota cuando se molesta y le quedo en su mente el chip de cuando alguna vez fue jefa y se comporta como tal y, por otro lado, si a ella le fueron con un chisme o llego a alguna conclusión, era ella la que debía acercarse ante la duda y preguntar, pues primero no soy adivina y segundo creo teníamos la confianza necesaria para ello.

Ese mismo diciembre esta compañera se peleó con alguien más que es mucho más cercana a ella desde hace años, esta compañera a la que llama amiga, en algún momento la alabo de muchas maneras, en medio de su molestia hasta dio a conocer a un tercero todos los audios que le envió, lo que me hizo pensar o mejor dicho preguntarme ¿si ese trato es para con ella, que quedará para mí? Y también en la clase de personas con las que estoy trabajando.

En este mismo enredo que es digno de una novela de esas bien culebreras y malas, hay otro personaje que en esa oportunidad se tomó la molestia de la compañera que dejo de hablarme para ella y nos retiró la palabra a varias personas sin que le hiciéramos nada y lo más triste es que es una persona exageradamente problemática, cree que todo comentario que se haga va hacia ella, si hay personas conversando y se ríen, ella cree que se están burlando de ella, ya me lo habían advertido, pero yo quería darle el beneficio de la duda, por aquello de que la buena fe se presume, la mala hay que probarla.

El punto al que deseo llegar recordando todo esto, es que es tan feo ver como la oficina se ha tornado en un pozo lleno de caimanes en el que muchos hemos tenido que aprender a ser como las garzas, donde vemos que ambos comparten el ecosistema el que aprovechan de maneras diferentes y sostienen una relación simbiótica que podríamos llamar en este caso política.

En resumen, este tipo de ambientes lo mejor es estar como los tres monos, no veo, no oigo no hablo y aun así a veces uno sale salpicado y hasta herido, pero lo mejor es ser inteligente, saber cuándo callar y cuando hablar y cuando defenderse y la manera correcta de hacerlo, básicamente se trata de inteligencia emocional.

Es sorprendente como los seres humanos muchas veces podemos cerrar los ojos y negarnos a sumir nuestra responsabilidad o a aceptar las realidades o verdades que nos pongan sobre la mesa, la verdad es desagradable para mí escribir tanto de este tema o de este mismo lugar, pero, por otra parte, doy gracias porque tengo un espacio en el que puedo drenar lo que siento, lo que me permite volver a mi centro, ordenar mis ideas y lo mejor es que aquí nadie me lo reprochara o se sentirá aludido.

Ahora bien, si me han leído antes, como mencione en algunas publicaciones en diciembre una compañera de trabajo me dejo de hablar y hasta el sol de hoy no he sabido la razón, muchos se preguntaran los motivos para no abordarla, la primera es que ella es muy déspota cuando se molesta y le quedo en su mente el chip de cuando alguna vez fue jefa y se comporta como tal y, por otro lado, si a ella le fueron con un chisme o llego a alguna conclusión, era ella la que debía acercarse ante la duda y preguntar, pues primero no soy adivina y segundo creo teníamos la confianza necesaria para ello.

Ese mismo diciembre esta compañera se peleó con alguien más que es mucho más cercana a ella desde hace años, esta compañera a la que llama amiga, en algún momento la alabo de muchas maneras, en medio de su molestia hasta dio a conocer a un tercero todos los audios que le envió, lo que me hizo pensar o mejor dicho preguntarme ¿si ese trato es para con ella, que quedará para mí? Y también en la clase de personas con las que estoy trabajando.

En este mismo enredo que es digno de una novela de esas bien culebreras y malas, hay otro personaje que en esa oportunidad se tomó la molestia de la compañera que dejo de hablarme para ella y nos retiró la palabra a varias personas sin que le hiciéramos nada y lo más triste es que es una persona exageradamente problemática, cree que todo comentario que se haga va hacia ella, si hay personas conversando y se ríen, ella cree que se están burlando de ella, ya me lo habían advertido, pero yo quería darle el beneficio de la duda, por aquello de que la buena fe se presume, la mala hay que probarla.

El punto al que deseo llegar recordando todo esto, es que es tan feo ver como la oficina se ha tornado en un pozo lleno de caimanes en el que muchos hemos tenido que aprender a ser como las garzas, donde vemos que ambos comparten el ecosistema el que aprovechan de maneras diferentes y sostienen una relación simbiótica que podríamos llamar en este caso política.

En resumen, este tipo de ambientes lo mejor es estar como los tres monos, no veo, no oigo no hablo y aun así a veces uno sale salpicado y hasta herido, pero lo mejor es ser inteligente, saber cuándo callar y cuando hablar y cuando defenderse y la manera correcta de hacerlo, básicamente se trata de inteligencia emocional.