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Diciembre del perdón

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Para mi diciembre siempre ha sido un mes distinto, y ahí está nuevamente al tocar la puerta, al traer consigo esa mezcla de emociones que a veces se vuelven muy difíciles de describir. Diciembre llega y a veces no llega con la felicidad de las fiestas sino con las tristezas de las ausencias, de las despedidas, de los finales...

No importa cuántas veces lo hayas vivido, no importa cuántos diciembres guardes en tu pecho, diciembre siempre lo quieras o no te va a mover los sentimientos. Este año quisiera que vieras a diciembre con aires de despedidas sí, pero también de comienzos. Este año hemos sido escritores y estamos por cerrar un capítulo de nuestra historia, un capítulo que se cierra como un suspiro. Quiero que este diciembre, en medio de luces, cenas, nostalgias y abrazos recuerdes que este también es un mes para PERDONAR.

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Perdonar en diciembre tiene que ser un ritual anual, porque a veces es muy difícil perdonar al momento, y qué mejor que esta fecha de finales y comienzos, para quitar el polvo que se acumuló en los rincones de nuestro corazón. Este diciembre barre tus culpas y abre tu corazón para que entre aire nuevo. No olvides, no se trata de eso, diciembre es también recordar, se trata de soltar los pesos y elevar anclas para partir a mejores aguas, se trata de no aferrarnos a lo que no tiene sentido.

Perdona y si te es difícil perdonar en voz alta, perdona en silencio. Perdonar a veces es más sencillo que el acto de comunicar el perdón. Pero para perdonar y para decir: te perdono, no se necesitan largos discursos llenos de palabras altisonantes, no se necesitan ceremonias con solemnidad, muchas veces simplemente se necesita un acto de bondad para que la persona sepa que la perdonamos.

¡Qué buen diciembre para perdonar a ese amigo que se ha olvidado de llamarnos y llamarlos nosotros primero! Para invitar a cenar a esa tía de comentarios picantes y lengua afilada, y servirle una porción extra de pastel.

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Eso es lo bonito del Perdón a veces basta simplemente con una llamada inesperada, un abrazo en la puerta de la casa, unos ojos a punto de llorar, el dulce de una golosina. Perdonar tiene que venir como un acuerdo, un acuerdo de dos porque: ya no queremos que nos duela más, y aunque parezca que los diciembres serán eternos en algún momento dejarán de sumarse. Y es tan hermoso cuando no se necesita llamar al mundo para mostrar tu persona, cuando no se necesitan ni aplausos ni reconocimientos, cuando se perdona del corazón.

Este diciembre, como muchos otros, como por medio siglo de mis recuerdos, las calles se volverán a llenar de luces, las familias se volverán a encontrar, y muchos calendarios desprenderán su última hoja. Muchos recibirán un regalo uno que no necesita ser envuelto, será un presente invisible, uno que se da en dos direcciones: el perdón. Entonces, felicidades a aquellos que entran en enero más ligeros, sin cadenas, sin piedras en los bolsillos. Felicidades a aquellos que perdonaron en diciembre y entrarán en enero con pasos más suaves, con la esperanza de que se viene un año más liviano.

El perdón es también un puente, uniendo lo que se rompió, uniendo año viejo y año nuevo, acerca lo que se distanció, sana lo que se hirió. El perdón no logra reconstruir lo perdido, pero sí la posibilidad de mirar el año pasado sin rencores y eso en diciembre tiene un sabor especial. Otra vez: ¡Por un diciembre que nos invite a reunirnos, a compartir, a recordar, la vida es demasiado breve, los diciembres están contados y el resentimiento pesa mucho!

Quizás el perdón es la verdadera forma del amor puro, un amor que no es idealizado, un amor que es imperfecto, el amor es perdonar y perdonar es decir: te acepto a ti con tus errores y acepto los míos, acepto que a veces podemos hacernos daño aunque no sea nuestra intención. En diciembre ese amor es más que necesario, el amor real.

¡Por un diciembre con manos abiertas y almas suaves, de corazones que se atreven a llorar cuando recuerdan la música y las cenas pasadas! ¡Por un diciembre para las personas que se despidieron de nuestra vida y que aún queremos que les vaya bien en su nueva vida, por un diciembre por esas personas que ya no nos roban la paz! ¡Por un diciembre que nos enseñe que el perdón no es debilidad, que el perdón es valentía! Perdonar no es perder, sino generar nuestra propia y única libertad.

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Al final eso es diciembre, más que fiestas, más que cenas, más que música y regalos, es más que compras y luces. Es la mezcla de sentimientos que anuncian un final y un nuevo comienzo, es abrazar lo que queda y abrirnos a lo que viene. ¡Feliz Diciembre!

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December of forgiveness

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For me, December has always been a different month, and here it is again, knocking at the door, bringing with it that mix of emotions that are sometimes very difficult to describe. December arrives, and sometimes it doesn't bring the joy of the holidays but rather the sadness of absences, goodbyes, endings...

No matter how many times you've experienced it, no matter how many Decembers you hold in your heart, December will always stir your emotions, whether you like it or not. This year, I'd like you to see December with a sense of farewells, yes, but also of beginnings. This year, we've been writers, and we're about to close a chapter of our story, a chapter that closes like a sigh. I want you to remember this December, amidst lights, dinners, nostalgia, and hugs, that this is also a month for FORGIVENESS.

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Forgiving in December should be an annual ritual, because sometimes it's very difficult to forgive in the moment, and what better time than this season of endings and beginnings to sweep away the dust that has accumulated in the corners of our hearts? This December, sweep away your guilt and open your heart to let in fresh air. Don't forget, it's not just about that; December is also about remembering, about letting go of burdens and raising anchor to set sail for better waters, about not clinging to what no longer makes sense.

Forgive, and if it's difficult for you to forgive aloud, forgive in silence. Forgiving is sometimes simpler than the act of communicating forgiveness. But to forgive and to say, "I forgive you," you don't need long speeches full of high-flown words, you don't need solemn ceremonies; often, you simply need an act of kindness so that the person knows we forgive them.

What a wonderful December to forgive that friend who forgot to call us, and for us to call them first! To invite that aunt with the spicy comments and sharp tongue to dinner, and serve her an extra slice of cake.

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That's the beauty of forgiveness; sometimes all it takes is an unexpected phone call, a hug at the doorstep, eyes on the verge of tears, the sweetness of a treat. Forgiveness has to come as an agreement, a two-way agreement, because we no longer want to be hurt, and even though it may seem like Decembers will last forever, at some point they will stop piling up. And it's so beautiful when you don't need to call out to the world to show yourself, when you don't need applause or recognition, when you forgive from the heart.

This December, like so many others, like for half a century of my memories, the streets will once again be filled with lights, families will reunite, and many calendars will turn their last page. Many will receive a gift, one that doesn't need wrapping, an invisible present, one that goes both ways: forgiveness. So, congratulations to those who enter January lighter, free from chains, without stones in their pockets. Congratulations to those who forgave in December and will enter January with gentler steps, hoping for a lighter year ahead.

Forgiveness is also a bridge, uniting what was broken, joining the old year and the new year, bringing closer what was distanced, healing what was wounded. Forgiveness cannot rebuild what was lost, but it does offer the possibility of looking back on the past year without resentment, and that has a special meaning in December. Once again: Here's to a December that invites us to gather, to share, to remember. Life is too short, Decembers are few and far between, and resentment weighs heavily!

Perhaps forgiveness is the true form of pure love, a love that is not idealized, a love that is imperfect. Love is forgiving, and to forgive is to say: I accept you with your mistakes, and I accept mine. I accept that sometimes we can hurt each other, even unintentionally. In December, that love is more than necessary—real love.

Here's to a December filled with open hands and gentle souls, with hearts that dare to shed tears when they remember the music and dinners of the past! Here's to a December for those who have left our lives and whom we still wish well in their new ones, here's to a December for those who no longer steal our peace! Here's to a December that teaches us that forgiveness is not weakness, but courage! Forgiving is not losing, but creating our own unique freedom.

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In the end, that's what December is all about: more than parties, more than dinners, more than music and gifts, more than shopping and lights. It's the mix of feelings that herald an ending and a new beginning; it's embracing what remains and opening ourselves to what's to come. Happy December!

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