Amor a todo Color. [Spanish Version]

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Amor a todo color

Capítulo 1

Amigos espero todos esten bien, esta es la primera parte de una historia a la cual le tengo mucho cariño, si les gusta espero pronto traerles la segunda parte, un abrazo a todos.

Había una vez una muchacha llamada Zoe. En la época en la que se ubica esta historia, Zoe tenía diecisiete años. Esta muchacha era estudiante de música, tocaba el clarinete para ese entonces y tenía grandes dotes musicales. Participaba en una orquesta sinfónica y tocaba en un grupo, “La France”. Era bajita, tenía ojos color café y el cabello rizado.

Bien, ya hemos descrito a este personaje (que podría ser el principal de esta historia), ahora pasemos a describir los hechos que nos motivaron a escribirla.

En realidad, es una historia de... ¿amor? Pudiera ser principalmente eso. Pero es que en realidad, no es sólo eso. Es algo que engloba más cosas; porque para el amor, amarse no es suficiente.

Resulta que hay otro personaje, José, pero lo conoceremos más adelante...

Zoe, al comenzar el curso de bachillerato, estudiaba en un colegio, y a partir del segundo año estudió en un liceo público. La verdad es que, como supieron cuatro años después algunos de sus personas allegadas, en el colegio Zoe se sentía algo rechazada por los demás compañeros de estudio. Usaba lentes, cosa totalmente normal, sin embargo la molestaban por ello. “Cuatro ojos” era uno de esos apodos tan molestos que la irritaban. Debido a eso, dentro de ella se hubo creando una especie de cajita de cristal, donde procuraba guardar bien sus sentimientos, y aunque se mostraba extrovertida y alegre, siempre hubo una nota de inseguridad en su persona.

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Afortunadamente, al comenzar el segundo año sus clases comenzaron en el liceo público “Valecillos”. Una característica de este liceo, es que al pasar al cuarto año del bachillerato, se podía optar por cuatro especialidades: Música, Artes Gráficas, Registro y Estadística y Laboratorio Clínico. Por lo tanto, había virtuosos maestros de música, salones especiales y grupos musicales, cosa que estaba muy bien.

Relativamente cerca del liceo, se encontrabael Centro Académico, donde se realizaban los ensayos de las orquestas y demás agrupaciones pertenecientes al Sistema Musical Nacional.
En el transcurso de los siguientes cuatro años en este liceo, Zoe conoció a muchas personas; algunas duraron más tiempo en su vida que otras, y hubo algunas que la lastimaron.

En fin, tuvo un novio llamado Luis, su relación duró casi dos años. Este muchacho tocaba clarinete en la orquesta a la que Zoe pertenecía. Él, luego de un tiempo dijo que la amaba, y ella le dijo lo mismo. Porque era cierto. No podían negar que hubo algo hermoso entre ellos.

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Zoe aprobó y desaprobó exámenes, por fortuna, nunca desaprobó una materia. Resulta que estaba muy ocupada con el horario del liceo, más encima el de los ensayos y el sagradísimo tiempo de estudio diario dedicado a su clarinete, y aún así, lograba buenas calificaciones.

Al cabo de dos años aproximadamente, terminando el tercer año de bachillerato, Zoe comenzó a sentirse extraña con su novio. Ya no era lo mismo, y, luego de mucho pensar y hablarlo con él, decidió que lo mejor era terminar esa relación. Estuvo muy confundida antes de hacerlo realmente. Como (es probable) sucede con la mayoría de las mujeres, lo comentó a sus amigas. “Amigas” suena a un centenar de muchachas chismosas que desean comentar los problemas sin buscar solución; pero no, Zoe realmente lo comentó a tres personas, que podía considerar amigas. Una de ellas, que quizá era la más “romántica” le dijo que lo pensara muy bien, puesto que una relación de casi dos años era de considerar antes de una ruptura, y que además se sentiría muy mal porque lo quería; en cambio la otra muchacha le dijo “No le hagas caso, sabes cómo es ella” y más bien le aconsejó que si creía que era lo mejor, lo hiciera de una vez.

Así que luego de un tiempo se decidió...
Y al cabo de otro tiempo, se dieron otra oportunidad...
...Que no fue la mejor opción. Esta vez terminaron mucho peor que antes. En medio de insultos por parte del muchacho, y, para colmo de males, de parte de la madre de Luis.

Zoe estaba adolorida, triste. No era para menos. ¿No es suficiente terminar con una relación que parecía bonita, en donde supuestamente se querían, como para terminar con insultos?
Bueno... Zoe no era una inmadura. Obviamente le dolía, pero por aquello no se iba a morir. Así que siguió con su vida normal, estudiando tanto para el liceo como repasando y repasando sus estudios musicales. Salió, rió, se divirtió, bebió...

Algo que le gustaba a Zoe era beber. No era una alcohólica ni nada que se le acercase, pero en alguna ocasión había descuidado un poco el trago. De hecho, fue por eso que sus padres la retiraron del colegio para inscribirla en un liceo público: Cierta vez, su prima y ella bebieron de más, y su prima (menor que Zoe) no estaba acostumbrada a ello; los padres de ambas se encolerizaron y los de Zoe decidieron pasarla al liceo público. Aunque Zoe nunca se había embriagado, había estado a punto, pero sólo a punto.

En fin, el tiempo pasó y las cosas se calmaron relativamente. Los problemas nunca faltaban pero eran cosas cotidianas que se manejaban. Entró al cuarto año, del ahora llamado Bachillerato musical. Luego de un tiempo, unos amigos y ella crearon el grupo “La France”, donde tocaba clarinete.

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Zoe era excelente en las materias respectivas a Música, aunque las restantes no se le daban muy bien. Matemática e Inglés entre ellas, pero el Francés le encantaba. Era una de las mejores. Ni hablar de su estudio con el clarinete con el que llevaba cuatro años, y cada día su sonido y agilidad mejoraban.

Hablaba mucho con sus amigas y amigos, y muy de a poco esa cajita de cristal fue abriéndose para dejar salir su personalidad, que inconscientemente había preferido no revelar. Con los amigos a quienes tenía más confianza hablaba de demasiadas cosas, tanto triviales (chistes, burlas, cuentos y demás) como los que no (homofobia, racismo, estudios...). Algo que enorgullecía a Zoe sobre su ideología, es que no era para nada homofóbica, ni racista, ni fanática de ninguna creencia religiosa o política. Además, le encantaban los elefantes pero le temía a las mariposas. Zoe se reía demasiado. Reía por cualquier cosa. Era quizá la persona más risueña que hubiesen conocido sus amigos, y siempre contagiaba su risa.



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