Viviendas del monte bajo

Ya no hay nadie en aquellas casillas de la raña salvaje, viviendo del monte bajo, ni en las de los pescadores de las orillas de los tablazos. Ahora son desiertos rodeados de grandes latifundios. Desapareció aquella gente montaraz y asilvestrada -siempre en el buen sentido- que vivía aislada la mayor parte del año, pero que se acercaba al casco urbano durante las festividades importantes. Personas analfabetas que no se podían permitir la educación más mínima, pero poseedoras de saberes ancestrales que ya se han perdido. Ahora esas casas, en ruinas y desmoronadas, se enfrentan lo mejor que pueden al paso del tiempo, convertidas en meros motivos de un paisaje rural, hermosos y olvidados.