[ESP] Florecer en silencio


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Florecer en silencio

Veo el mundo a través de un velo, distorsionado y ondulante. Lleno de sombras que se alargan, se retuercen y bailan una danza macabra únicamente para mí. Los edificios se inclinan y me susurran palabras en un idioma que solo el viento entiende. Y yo, eternamente perdido en mi desesperación, intento descifrarlas.


Siempre camino solo, con el alma tan pesada como mis bolsillos vacíos de promesas y monedas. La bruma de la madrugada se enreda en mis pasos inseguros, y cada farola parpadeante es testigo mudo de mis caídas. Desde el suelo, observo las calles desiertas, imagino que el mundo exhaló su último aliento y se retiró a descansar. Sí, cada paso es un esfuerzo, cada respiración un lamento.



La ciudad parece un laberinto diseñado para atraparme en sus entrañas, es un monstruo de hormigón y acero que se alimenta de almas errantes como la mía. El frío también es perverso, entra por el cuello de mi abrigo, como un cruel recordatorio de la soledad que me envuelve.


Evoco recuerdos, las imágenes se superponen en mi mente: su sonrisa, la última discusión, la puerta cerrándose con un golpe final. El sabor amargo del licor nunca ha podido ahogar el recuerdo de su adiós. Intenté llamarla muchas veces, pero mi voz se perdía en el eco de las calles vacías.


Tropezar con algo es ya una costumbre; no sé si es mi propia inestabilidad. Pero caigo de rodillas, y el dolor es siempre un destello de sobriedad. Además, cuando levanto la vista, veo una pequeña flor que crece entre las grietas del pavimento. Parece frágil, casi translúcida, luchando por la vida en un lugar donde no parece haber esperanza para ella. No sé si son alucinaciones mías que se repiten, pero me ocurren constantemente, y allí me quedo, contemplando esa pequeña señal de resistencia. Algo en su lucha silenciosa resuena en mí. Quizá haya belleza en la desesperación, quizá haya fuerza en la vulnerabilidad.



Entonces, con manos temblorosas, acaricio sus pétalos húmedos de rocío y experimento una conexión con algo más grande que mi propia miseria. En ese momento, me pongo en pie con la determinación de un hombre que ha alcanzado el fondo y ha decidido que es hora de ascender. Empiezo a notarlo todo diferente, las calles ya no me parecen tan oscuras, ni las sombras tan amenazadoras. Ahora lo comprendo, he dormido bastante en este callejón oscuro, ya el amanecer inicia a teñir el cielo de tonos rosas, naranjas y promete un nuevo día, una nueva oportunidad.


Hay un camino por delante, que debo recorrer sobrio y con los ojos bien abiertos. Y mientras, camino hacia la luz creciente, sé que, como la flor en la grieta, yo también puedo florecer en silencio.


Ha pasado el tiempo desde aquella madrugada en la que experimenté un profundo cambio. La visión de la flor luchando por la vida en medio de la adversidad me inspiró a buscar un nuevo comienzo. Decidí enfrentarme a mis problemas en lugar de huir de ellos con el alcohol. Busqué ayuda para superar mi adicción y empecé a reparar las relaciones dañadas por mi comportamiento en el pasado. Poco a poco me he convertido en un defensor de la sobriedad, compartiendo mi historia para inspirar a otros. Aunque el camino no fue fácil y estuvo lleno de desafíos, encontré un propósito renovado en la vida.



La madrugada que una vez fue testigo de la desesperación ahora marcó el comienzo de mi renacimiento, de alguna manera he florecido en silencio.


Fuente de las imágenes
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