El término colecho es relativamente nuevo, yo lo escuché por primera vez cuando estaba embarazada, que leía muchos foros de opinión sobre maternidad. Resulta que todas coincidían en la importancia del colecho, que no es otra cosa que “compartir el lecho” con nuestros hijos.

Muchos padres primerizos empiezan a considerar dormir con sus hijos por un tema de comodidad. Con un bebé recién nacido el tener que levantarse por las tomas nocturnas, la preocupación de que el niño esté bien, que esté abrigado, que no presente cólicos, los llantos repentinos, los reflujos, en fin, todos sabemos el cambio que experimentamos en nuestras noches cuando tenemos un recién nacido en casa, situación que puede postergarse dependiendo de cada experiencia hasta por año. Es entonces cuando los padres consideran “tener al bebé lo más cerca posible” a fin de vigilarlo, alimentarlo y evitar incluso que tener que pararnos a medianoche a suplir alguna necesidad del pequeño.

Como todo, cada elección en nuestras vidas trae consigo ventajas y desventajas, acá les comparto las que a mi juicio son las principales.

Ventajas:

• Nos facilita a las madres la lactancia durante la noche.
• Representa menos esfuerzo atender al bebé en la misma habitación o incluso en la misma cama que tener que levantarse y caminar a atenderlo.
• Se reduce el llanto por estrés e inseguridad al sentir a los padres cerca.
• Se sincroniza la respiración y temperatura de la mamá estableciéndose patrones de descanso similares entre ambos.

Desventajas:

• Una de las quejas frecuentes en los padres que practican colecho es la pérdida de intimidad en la pareja.
• Cuando se decide terminar con el colecho puede representar un reto el lograr que los niños duerman solos en sus habitaciones.
• En algunos casos algunos niños presentan ansiedad por separación y resistencia al cambio cuando les toca dormir solos.

Recomendación personal:

Desde mi experiencia, el colecho es una experiencia maravillosa. En mi caso la bebé estuvo en una cuna al lado de nuestra cama sus primeros meses, luego, cuando tuvo un año, dormía con nosotros. Con respecto a la duración del colecho, va a depender así como la decisión misma de hacerlo o no, de la dinámica familiar. Según mis vivencias, lo ideal es no extenderlo mucho, porque se crea una especie de dependencia del niño hacia los padres y cuesta mucho luego que se adapten a sus habitaciones, pienso que al terminar la lactancia sería un buen momento para, paulatinamente, empezar a dormir con el bebé en su habitación, y luego empezar a pasarlos para que amanezcan allí.

Con respecto a la falta de intimidad entre los padres, al inicio es poco relevante pues, con el cansancio con el que uno se levanta y se acuesta, lo que menos se tiene en mente en esos momentos es el romance en la pareja. Sin embargo, es necesario, también de forma gradual, ir empezando el acercamiento, aprovechar los momentos en que el bebé duerme e ir a otras habitaciones para compartir la cercanía y sensualidad que no se debe perder en una pareja pues el estrés diario, la adaptación a la nueva vida, las nuevas responsabilidades, la presión de la crianza, los posibles desacuerdos iniciales aunados a la falta de aproximación entre ambos pueden enfriar la relación y llevarla por peligrosos y distantes caminos.

Finalmente, creo que lo que dará pie al comienzo del abandono del colecho es la preparación del niño. Algunos muestran mayor receptividad al cambio e independencia y a otros les cuesta un poco más. La recomendación es ejercitar la paciencia, empezar a hacer siestas con el niño en su habitación para que se vaya acostumbrando a la misma, si está un poquito más grande involucrarlo con la decoración de la habitación, dejarlo escoger los adornos, colocarle lámparas nocturnas, etc.

Pienso que si se deciden a practicarlo, lo ideal es garantizar la seguridad del niño, de preferencia que duerma en una cuna adosada a la cama familiar, para evitar caídas. Algunos consideran que el colecho solo trae más desventajas que ventajas, sin embargo en mi caso fue algo muy gratificante. Aun ahora, mi hija con 11 años y que ya duerme sola en su habitación, hay días en los que se pasa a la cama conmigo, vemos alguna película y amanece allí, es algo que disfrutamos mucho. El tiempo pasa tan rápido, que ellos naturalmente van buscando su independencia y su espacio. En un pestañar de ojos ya se crecen, llega la adolescencia y luego el instinto de volar solos, y es muy gratificante saber que compartimos, disfrutamos y atesoramos muchos recuerdos valiosos de la infancia de nuestros peques. Así que si me preguntan, les diría que lo hagan con seguridad, y que disfruten a sus bebes al máximo.