Crónicas de lo cotidiano 107: "Las enfermedades y la humildad", por bonzopoe

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Antier (o anteayer), el domingo, estuve todo el día con cierta molestia en la garganta, la sentía rasposa, y por momentos me provocaba toser. Estuve en casa, prácticamente sin hablar, cuidándome con la esperanza de que la molestia pasara, pero no fue así.

Ayer lunes desperté igual, pero al tener que viajar más de dos horas en un autobús con el aire acondicionado fuerte, dar 4 horas de clase en las que no paras de hablar, y entrar y salir de juntas en salones con aire acondicionado, pude notar como iba empeorando a cada momento. Después de almorzar me recosté un rato, y al levantarme fue evidente para mi que las molestias que experimentaba no iban a desaparecer solas.

Afortunadamente a media cuadra de donde me hospedo hay una farmacia con consultorio médico, así que acudí con la idea de cortar de tajo con medicamentos lo que sea que tuviera, para poder regresar lo más rápido posible a mi vida normal. El médico me dijo que tenía irritada la garganta nada más, y me dio unos medicamentos para tomar de 2 a tres días.

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Después de tomarlos la verdad es que noté enseguida la diferencia, así que di por zanjada la situación, pero al despertar hoy estaba peor que ayer, con medicamentos de por medio y todo. El clima extraño de estos días, que alterna calor con un poco de frío caprichosamente, no ha ayudado, y aunque ahora que escribo esto, acompañado de un café caliente, me siento mejor, tengo que admitir que estoy enfermo.

Igual y mañana despierto como si nada, pero prefiero no confiarme. No me enfermaba desde antes de la pandemia, y eso porque me cuide como nunca para evitar contagiarme, cosa que logré, con el efecto secundario inesperado de tener una excelente salud desde entonces.

Lo interesante de enfermarme de nuevo es la lección de humildad que implica. No importa que tan fuerte y sano seas, cuando te enfermas todo cambia. Uno se vuelve vulnerable y tus opciones se ven limitadas en prácticamente todos los sentidos. No puede vestir como siempre, comer como siempre, hablar como siempre, etc, a todo se antepone tu enfermedad y te obliga a modificar tu normalidad habitual.

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De repente no te mueves igual, no rindes igual, y una tos, o un par de grados de temperatura corporal más, son capaces de detener la máquina imparable que antes fuiste, o creías ser. La verdad es que no me siento tan mal, pero si noto la diferencia con mi estado normal de los últimos años, y si bien esta enfermedad es algo ligero de lo que no tengo que preocuparme demasiado, es un excelente recordatorio de lo frágiles que podemos ser.

Afortunadamente nunca he tenido hasta ahora, en mi vida adulta, problemas de salud serios, salvo mi hipertensión que está controlada desde hace años, y que fue quien me hizo abrir los ojos a lo devastador que puede ser el estrés y la importancia de tener una vida equilibrada en todos los sentidos.

Creo que en algún momento me tenía que enfermar de nuevo, y que bueno que ha sido algo ligero que seguramente superaré en unos días. No me viene mal este recordatorio de que nadie es invulnerable ni tiene la vida comprada, y que es importante disfrutarla al máximo, porque no somos para siempre, aunque a veces así nos sintamos. Hay que ser humildes y agradecidos por lo poco o mucho que tenemos, empezando por la salud. Muchas gracias por leerme, hasta la próxima y salud para todos.




©bonzopoe, 2024.

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Si llegaste hasta acá muchas gracias por leer este publicación y dedicarme un momento de tu tiempo. Hasta la próxima y recuerda que se vale dejar comentarios.


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