Escritura libre 057: "Rabo de nube", por bonzopoe [prosa poética]

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En el autobús camino a casa me tocó sentarme hasta adelante, y después de tener el sol de la tarde en la cara por un rato, pude disfrutar de la luz filtrándose en las nubes y acentuando sus formas, sus curvas voluptuosas como las de la mujer amada, como la de los frutos maduros que nada más de tocarlos se caen, y nada más de morderlos te explotan de sabor en la boca.

Y quise poder estirar el brazo y tocarlas, para acariciarlas como uno acaricia a la mascota, o a la mujer que ama mientras duerme y exuda esa magia indescriptible que nos seduce tanto a los hombres, y nos desarma aunque nunca lo admitamos, porque es admitir nuestra derrota, nuestra dependencia a ese aliento a veces suave y pausado, a veces acelerado e intenso. A ese cuerpo que se mueve suavemente mientras al aire entre y sale de el, o se contorsiona como si se estuviera ahogando, arrastrándonos hasta el fondo de sus abismos en el proceso.

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Disfruté los contrastes de sus formas tornasoles en que se gestaban lentamente destellos y estruendos contra el grisáceo fondo de una incipiente tormenta, que afortunadamente no llegó a nacer, pero que soltó una que otra lágrima de frustración y desahogo por el aborto.

Y al verlas como kamikazes en misión suicida estrellarse contra el cristal del parabrisas, como resistiéndose a su destino, como protestando por no poder ser lo que hubieran querido, no pude evitar odiarlas un poco por la promesa, en esta ocasión incumplida, que transportaban, la de arruinarme la orgía de luz y de color de la que era parte, de la que era voyeur, testigo accidental pero a la vez perverso.

Al final los tonos amarillos, rojos y violetas se marcharon y dieron pie a la sombras, a la oscuridad manchada de luciérnagas artificiales como pequeños faros formando líneas y retículas, como hormigas en procesión cargando hojas brillantes y a veces parpadeantes debido al tiempo y al cansancio de cabellos incandescentes, de filamentos fluorescentes, de canas eléctricas iluminando la oscuridad.

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En eso gritaron: «Última parada: Plaza oriente», así que bajé dejando mi voyeurismo de lado, y guardando disimuladamente en la mochila el pedazo de nube que traía en la mano, y que logré arrancarle al cielo mientras lagrimaba por no poder volverse cascada, torbellino, andanada, para usarla de almohada en las noches, y poder volverlo a soñar.


©bonzopoe, 2021.

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Si llegaste hasta acá muchas gracias por leer este publicación y dedicarme un momento de tu tiempo. Hasta la próxima y recuerda que se vale dejar comentarios.


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3 comments
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Hermosa descripción de un atardecer y de ese momento tan "raro e intimo" que es sentarse en un bus en la tarde de regreso a casa. Yo lo llamo "Momento filosófico del día"

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Muchas gracias por comentar, y saludos desde México!

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