Reflexiones (in)necesarias 072: "Recuerdos vueltos fetiche, y viceversa", por bonzopoe

image.png
Fuente

La memorabilia, el coleccionismo y los objetos de recuerdo que uno suele comprar cuando está de viaje, son algunos de nuestros fetichismos como sociedad contemporánea occidental, qué rinde culto a lo material casi con un fervor religioso.

Yo he caído en las tres al algún momento, como tal vez casi todos. Aún conservo el único álbum de estampitas qué llené de niño con la ayuda del hermano mayor de quien es ahora mi cuñado.

Tengo por ahí una qué otra curiosidad sin valor que he comprado en algunos de mis viajes, y aún lamento haberle prestado a uno de mis mejores amigos de la infancia, mi colección de cómics de Los Vengadores, porque nunca me la regresó.

image.png

Fuente

Pero pocas cosas tienen tanto valor para mi como mis objetos fetiche familiares, las cosas que me recuerdan a mi familia y a mis seres queridos. Ahí está en primer lugar la consola marca Admiral en que escuchaba música de niño, qué era de mis abuelos y sobre la cual están ahora mi televisor y equipo de sonido.

Y ahí esta el ropero de mi abuela en donde ahora guardo parte de mi ropa, y otras cosas, que por dentro esta lleno de imágenes religiosas, qué no tienen nada que ver conmigo, pero que son lo único que nunca me atrevería a modificarle. Cada vez que abro el ropero y las veo, veo a mi abuela.

En un álbum de fotos tengo la carta que me escribió mi madre cuando pensó que tenía un tumor en el cerebro, (que afortunadamente no lo fue) donde a su manera se despedía de mi y me daba consejos para cuando no estuviera; un dibujo que me hizo mi hermanita cuando estaba en el kinder, donde decía que me quería mucho, y una foto que le tome en la banca de una plaza, a la que probablemente fue el amor de mi vida.

image.png
Fuente

En un vieja caja de zapatos aún guardo mi primer ábaco, un libretita llena de mensajes de despedida de mis compañero de cuando terminamos la primaria, un viejo trompo de madera, y unos escudos en tela, de esos que van en los brazos de la camisas, con el logo de la secretaría de gobierno en que trabajó mi papá de joven, y que me recuerdan las tardes que le acompañé mientras hacía planos y el porque siempre quise ser arquitecto.

En un ropero guardo una camiseta negra tipo polo que fue de mi abuelo, y en mi teléfono una foto de mi sombra junto a la de una amiga, que según hemos platicado tiempo después, debió ser mucho más que eso, pero la vida no nos lo permitió.

Y colgada en la pared tengo la guitarra que le compré al menor de los hermanos de mi abuela, un excelente trovador, pero también el vagabundo del pueblo, que me recuerda como da vueltas la vida, y como nadie tiene su destino asegurado.

image.png
Fuente

Y en cuanto a recuerdos vueltos fetiche, de esas memorias que siempre te acompañan hay muchos. Atesoro mucho la de mi sobrino más pequeño que en un su primera fiesta de cumpleaños se rehúso a que rompieran su piñata, y la guardó todo un año, durante el cual se familiarizó mucho más con el concepto de 'romper la piñata', y para mi cumpleaños entró corriendo a la casa para regalármela y que la rompiéramos juntos.

También la vez que me hice al dormido para jugarle una broma a mi sobrina, y esta en vez de despertarme me dio un beso en la mejilla y se alejó en puntillas para dejarme dormir. Están ahí también algunos recuerdos con mis mascotas, con mis vecinos de la infancia, y con primos y familia en general.

Varios abrazos de esos que parecen eternos con algunas de la mujeres de mi vida, tienen también su lugar en esa galería de recuerdos-fetiche. Y en cuanto a coleccionismo puedo mencionar libros, música y películas, en varios formatos. Ahora con el auge de las nuevas tecnologías he migrado a lo digital, pero sigo poseyendo mucho más de lo que puedo leer, escuchar y ver, el resto de mi vida.

image.png
Fuente

Por lo general suelo ser crítico de los fetichismos, porque creo que lo importante no es lo material, y no pocas veces le damos demasiada importancia a los objetos, pero hay algo que se impregna en algunos de ellos que hacen que se vuelvan especiales para nosotros más allá de su uso utilitario y su valor económico, y de esos fetiches ni yo me salvo.

Aparte de las cosas que ya he mencionado, tengo algunas que me acompañan de toda la vida, o casi toda la vida. En mi escritorio tengo un portalápices que me hizo mi mejor amiga la juventud, y de decoración en casa tengo mi sillita mecedora de la infancia, y guardados en un lugar especial están una almohadita que me hizo madre, y unas calcetas tejidas a mano que me hizo mi abuela, y aún ahora a veces uso cuando el frío aprieta.

Los fetiches son buenos cuando están cargados de significados, de emociones, de recuerdos, y nos conectan con partes de nosotros y nuestros pasado, pero cuando son una herramienta para la notoriedad, para la presunción sin sentido y/o para la banalidad, para mi carecen de valor real.

image.png
Fuente

Atesoremos tanto nuestros recuerdos vueltos fetiche, como nuestros fetiches cargados de recuerdos, son un registro de quienes somos y parte del mapa de nuestra historia, son tanto ancla como faro, y nos dicen de donde venimos, a la vez que nos ayudar a decidir mejor a donde vamos. Muchas gracias por leerme y hasta la próxima.


©bonzopoe, 2023.

Sin-título-1.gif


imagen.png

Si llegaste hasta acá muchas gracias por leer este publicación y dedicarme un momento de tu tiempo. Hasta la próxima y recuerda que se vale dejar comentarios.


imagen.png



0
0
0.000
0 comments