Mi vida en una oficina pública || My life in a public office

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Florecido día! Muchos ya saben que no nací para trabajar en una oficina, es un trabajo muy ingrato y para nada cónsono con mi estilo de vida, pero aquí donde usted me ve, trabajé en una oficina de un ente público en Venezuela. Mi "profesión" por así decirlo es Artista Plástico, como dice orgullosamente mi madre, empeñada en hacer ver siempre que estoy graduada de la universidad y que tengo el título de licenciada en Artes Plásticas.

A mi realmente no me importan esos títulos, yo lo único que pretendía al entrar a la universidad era aprender, pasé aproximadamente seis meses estudiando todas las opciones de estudio que ofrecían en mi país, y ninguna me gustó, yo quería ser criminalista o escultora. Como mi estatura no ayudó, seguí la carrera de Artes en el IUESAPAR - Instituto Universitario de Estudios Superiores de Artes Plásticas Armando Reverón, donde me gradué con Mención de Honor.

Como escultora siempre tuve la felicidad de hacer mi trabajo en lugares poco rígidos, y nunca pasó por mi mente la idea de encerrar mi cuerpo en una oficina, eran otros tiempo y la economía fluía bastante bien. Mi trabajo consistía en trabajar tres días en el taller de herrería y vivir seis meses de la venta del trabajo en hierro forjado, o bien mis pinturas eran vendidas y yo vivía una vida de libertad, pero ese tiempo cambió, y llegó la temida crisis económica y aún hoy asola mi país, tuve que salir a buscar trabajo, y el trabajo que llegó fue como diseñadora gráfica en un ministerio público.

Era mi primer trabajo formal, ya había trabajado en una galería, pero ese era un trabajo tan relajante que casi ni lo tomo en cuenta, además tampoco era una oficina. Pero tocó mi turno y trabajé cuatro años como diseñadora en un ministerio, el Ministerio de Cultura. Al principio estaba feliz, pensé que conocería a muchos artistas y músicos y que me dejaría envolver por la vida bohemia de Caracas, pero estaba equivocada. Una oficina, por lo menos en Caracas, es otra cosa. Pero aprendí mucho, es verdad.

Mi primera perturbación vino por el hecho que otros trabajadores, con más tiempo, buscaban corromper a los nuevos, nunca pudieron conmigo, pero vaya que lo intentaron, me aconsejaban que hiciera mi trabajo más lentamente, buscaban llevarme por el camino de la burocracia.

Mi trabajo consistía en realizar artes y diseños para las redes sociales, prensa escrita y apoyar a otros entes adscritos al ministerio, allí entendí las clases de burocracia que me ofrecían mis compañeros de labores. Es agradable trabajar con personas que aprecian lo que haces, pues el trabajo creador es muy rudo y siempre estamos expuestos al rechazo, entonces encontrar a alguien que tenga conocimientos de diseño y composición, y que, además, las críticas sean de provecho para el diseño de volantes y afiches, es un lujo que aprendí a apreciar.

Cierta vez tuve que diseñar un afiche para un concierto, me gusta mucho este ejemplo, Estuve día y medio jugando con los colores y las formas hasta que tuve un resultado que me gustaba, llegó el director de la oficina (era la oficina de comunicación del ministerio) y le quitó todo el diseño, iba diciendo lo que debía quitar, hasta que solo quedó una foto (la foto del homenajeado) y las letras, Ya estaba casi al borde del colapso, y esta fue una de las razones por las que salí huyendo, y espero que sea para nunca más volver.

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Hay personas que se manejan como peces en el agua dentro de las oficinas, tienen como máxima aspiración llegar a la jubilación como personal fijo y hacen todo tipo de artimañas para conseguirlo, yo solo contaba los segundos para la hora de irme de allí, porque trabajar en una oficina es muy pesado, compartes a diario con decenas de humores diferentes, unos ligeros pero otros son muy pesados.

Las intrigas de pasillos, de las cuales yo era la última en enterarme, era sin duda lo más aburrido de todo, la tensión entre las chicas que querían ser las novias del jefe nuevo lo que más risa me causaba. Y la constante: cada vez que llegaba alguien nuevo la misma canción de bienvenida: clases sobre burocracia.

No pretendo ser Kafka, ni mucho menos, pero de verdad sentía que la vida se escapaba, incluso intenté colocar una ficha técnica (si como esas que acompañan obras de arte en los museos), para hacer de esta oficina una instalación artística permanente. Donde las medidas serían variables y los actores cambiaban constantemente. El título de la obra sería, sin duda, Burocracia.

Realmente jamás pude aclimatarme al trabajo de oficina, pero algo aprendí de la burocracia fue tomarme momentos libres para mirar el cielo y sentir el sol. Cuidar de algunas plantas y árboles de la oficina o de alguna plaza vecina... mientras todos pensaban que estaba loca, que esa no era mi tarea, que me esforzaba de más.

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Pero si de algo puedo estar orgullosa, fue de aprender a captar chistes de doble sentido con alusiones sexuales que, en mi país, son llamados "chinazos" y que en esa oficina nunca pasaban desapercibidos. A pesar de los momentos de aburrimiento que viví allí no podía dejar el trabajo, las economía de mi país no me permitía vivir de esculturas. Todo cambió cuando llegó el nuevo director, que era (también) el CEO de un portal web de noticias y me llevó a trabajar con él... desde mi casa.

Así, dos años antes de la pandemia, comencé a trabajar a distancia, en la comodidad de mi hogar, sin los altibajos de humor de compañeros que nunca fueron mis amigos (solo dos o tres) y bajo la influencia de personas negativas que solo buscaban ser trabajadores fijos, sin más aspiración que ser jubilados.

Desde entonces trabajo en casa, visto ropa cómoda y trabajo en pantuflas. Si necesito comer, voy a la cocina y preparo algo. Y aunque es un trabajo solitario lo prefiero, pues me interesa más ser la dueña de mi tiempo, además habemos personas que no estamos diseñadas para la vida coloquial, para escuchar chistes sin gracia, para tratar de entender problemas sin sentido de los demás.

También he vuelto al ruedo en mi trabajo artístico y pronto presentaré una muestra en un museo de mi ciudad, lo que me tiene muy feliz, ya que antes no tenía el tiempo ni las energías de lograr avanzar en mi trabajo personal.

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Flowery day! Many already know that I was not born to work in an office, it is a very thankless job and not at all consistent with my lifestyle, but here where you see me, I worked in an office of a public entity in Venezuela. My "profession" so to speak is Plastic Artist, as my mother proudly says, determined to always make it seem that I am a university graduate and that I have a degree in Plastic Arts.

I really don't care about those titles, the only thing I wanted to do when I entered the university was to learn, I spent about six months studying all the study options offered in my country, and I didn't like any of them, I wanted to be a criminalist or a sculptor. As my stature did not help, I pursued a career in Arts at IUESAPAR - Instituto Universitario de Estudios Superiores de Artes Plásticas Armando Reverón, where I graduated with Honorable Mention.

As a sculptor I always had the happiness of doing my work in less rigid places, and never crossed my mind the idea of locking my body in an office, they were other times and the economy flowed quite well. My job consisted of working three days in the blacksmith's workshop and living six months from the sale of wrought iron work, or my paintings were sold and I lived a life of freedom, but that time changed, and the dreaded economic crisis arrived and still plagues my country, I had to go out to look for work, and the job that came was as a graphic designer in a public ministry.

It was my first formal job, I had already worked in a gallery, but that was such a relaxing job that I almost didn't even take it into account, besides it wasn't an office either. But it was my turn and I worked for four years as a designer in a ministry, the Ministry of Culture. At first I was happy, I thought I would meet many artists and musicians and that I would get involved in the bohemian life of Caracas, but I was wrong. An office, at least in Caracas, is something else. But I learned a lot, it's true.

My first disturbance came from the fact that other workers, with more time, sought to corrupt the new ones, they never could with me, but boy did they try, they advised me to do my work more slowly, they sought to take me down the path of bureaucracy.

My work consisted of making art and designs for social networks, written press and support to other entities attached to the ministry, there I understood the kinds of bureaucracy that my coworkers offered me. It is nice to work with people who appreciate what you do, because the creative work is very tough and we are always exposed to rejection, then find someone who has knowledge of design and composition, and also the criticism are of benefit to the design of flyers and posters, is a luxury that I learned to appreciate.

Once I had to design a poster for a concert, I really like this example, I spent a day and a half playing with colors and shapes until I had a result that I liked, the director of the office arrived (it was the communication office of the ministry) and removed all the design, he was saying what to remove, until only a photo was left (the photo of the honoree) and the letters, I was almost on the verge of collapse, and this was one of the reasons why I fled, and I hope it is never to return.

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There are people who manage like fish in the water inside the offices, they have as maximum aspiration to reach retirement as permanent staff and do all kinds of tricks to get it, I just counted the seconds for the time to leave there, because working in an office is very heavy, you share daily with dozens of different moods, some light but others are very heavy.

The intrigues in the corridors, of which I was the last to know, was without a doubt the most boring thing of all, the tension between the girls who wanted to be the girlfriends of the new boss was what made me laugh the most. And the constant: every time someone new arrived, the same welcome song: classes on bureaucracy.

I don't pretend to be Kafka, far from it, but I really felt that life was slipping away, I even tried to place a technical card (yes, like those that accompany works of art in museums), to make this office a permanent art installation. Where the measures would be variable and the actors would change constantly. The title of the work would undoubtedly be Bureaucracy.

I could never really acclimatize to office work, but one thing I learned from bureaucracy was to take time off to look at the sky and feel the sun. Taking care of some plants and trees in the office or in some neighboring square... while everyone thought I was crazy, that this was not my job, that I was trying too hard.

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But if I can be proud of anything, it was learning to catch double meaning jokes with sexual allusions that, in my country, are called "chinazos" and that in that office never went unnoticed. Despite the moments of boredom that I lived there I could not leave the job, the economy of my country did not allow me to live on sculptures. Everything changed when the new director arrived, who was (also) the CEO of a news web portal and took me to work with him.... from my home.

So, two years before the pandemic, I started working remotely, in the comfort of my home, without the mood ups and downs of colleagues who were never my friends (only two or three) and under the influence of negative people who only wanted to be permanent workers, with no other aspiration than to be retired.

Since then I work at home, wear comfortable clothes and work in slippers. If I need to eat, I go to the kitchen and prepare something. And although it is a solitary job I prefer it, because I am more interested in being the owner of my time, besides there are people who are not designed for colloquial life, to listen to unfunny jokes, to try to understand the meaningless problems of others.

I have also returned to the arena in my artistic work and soon I will present an exhibition in a museum in my city, which makes me very happy, because before I did not have the time or energy to make progress in my personal work.

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