Cuando una pronta inspiración me muestra una de las mejores mañanas, esa que cuando me despierto a la vista puedo ver todo tan serenamente, pero que al mismo tiempo nada se confunda por ver esa mañana entre lluviosa y estrellada pero que a muchos nos llena de emoción.

Dejándome llevar por un camino donde prevalecía el cantar de las aves llega el instante donde el entorno me confundió como para pensar que estaba en tu presencia y tu mirada angelical.

Los recuerdos trascienden hasta que llegan a las praderas de esa mañanita de invierno, esa que me hace sumergir mis pensamientos en nobles sentimientos que irrumpen en emoción.

En ese tiempo de aquella mañana dibuje tantos paisajes de algunos tiempos que quizás yo más nunca vuelva a ver, es por eso que te digo hoy a ti mi amor que si tu imagen se extrapola a esa mañanita de invierno, por cada ola de brisa y sensación de frío emitiría trafagadas de fuego en cada beso y sentir más de lo que sale muy dentro de tu ser.

Los recuerdos de esa mañana de invierno terminan con el rocío de la suave brisa que en cada mañana me daba el despertar en cuya diversión nunca se iba, recordaba cada vez que el verano ya se había ido y el invierno se hospedaba por cada turno que hacía recordar mis bellas mañanas de invierno, esas por las que hoy por hoy me dan una vida de inspiración por cada mañana que comparo con las del invierno de ese pasado feliz.