Muchas veces he sentido que si me aferro en vivir con pensamientos que idealizo, esto me puede llevar a experiencias de fracasos. El creer que el amor, la amistad, los vínculos generalmente se miden por un tiempo marcado por el calendario, es desaprovechar los momentos, los aprendizajes por no atesorar lo que en realidad es constante.

Aceptar que estamos en cambio permanente

Creo que la vida es tan breve y fugaz, como la tristeza que nos embarga, o la alegría que nos sorprende.
Para ser felices debemos dejar de apegarnos a un resultado imposible. Nada es permanente, nada es para siempre. Nada es como lo vemos, todo es nuestra percepción. Si lo que vemos no nos agrada, es hora de cambiar nuestra dirección.

Puedo hacerlo cuando comprendo que es indispensable aceptar que estamos en cambio permanente. Alguien dijo que nadie se baña dos veces en el mismo río, todo está en movimiento. Por ejemplo, si hoy somos diferentes a los que éramos ayer, no podemos pretender obtener algo para siempre.

Nada es para siempre, todo se transforma, todo es temporal, todo tiene un ciclo, un fin.

Pienso que debemos aprender a aprovechar lo que tenemos en el momento presente, desprendernos de lo que podrá ocurrir o no en el futuro, amar en el aquí y en el ahora.
Contemplar que cada ser que pasa en nuestra vida es un maestro que se queda el tiempo que nos lleve aprender la lección.

Fluir en nuestro camino

Bendecir a todos los que nos encontramos, porque son los seres que necesitamos para transitar por este camino.
Y soltar la rienda, andar libres, fluir en nuestro camino.

Dejar de creer que somos menos exitosos si los amores se transforman en desamores, o si estamos estancados en una relación desde hace años. Cada situación en mi vida presente es lo que necesito para aceptar que es una revelación de mi interior.

Muchas veces nos llegan comentarios absurdos de los demás, con los que nos pueden hacer sentir que ya nuestro tiempo pasó, pienso que lo importante es no dejar de creer en mis sueños, el mismo que Dios ha puesto en mi vida y está en cada uno de nosotros poder hacerlo realidad.

Aceptar que todo tiene principio y final, es reconciliarnos con la vida y la muerte como un proceso evolutivo de nuestra alma. Nadie sabe si mañana estaremos, todo puede cambiar en segundos, debo vivir hoy, valorar y disfrutar lo que me hace feliz: mi hija mi familia, amigos.

Gracias estimada @rosahidalgo, por este artículo que una vez más me deja una buena lección y aprendizaje, porque no importa la edad, nunca se deja de aprender ya que una se encierra en otras cosas. Alguien lo dijo y es muy cierto como este mensaje que me reconforta: "Nada es eterno, sino que hay que saber vivir el momento, disfrutarlo y hacerlo sentir eterno".