Mi tío Óscar siempre fue un muchacho despreocupado, amante de las fiestas, los tragos y mujeriego.

Cuando estudiaba en el colegio conoció a una buena muchacha, Elsa, que se enamoró de él y con el tiempo llegó su primer hijo.

Ella pensó que con su nueva familia Óscar iba a sentar cabeza y a cambiar su forma de ser, pero todo empeoró. Las fiestas ya no eran los fines de semana solamente, ahora eran todas las noches y muchas veces pasaban para varios días.

El tío Óscar no era para nada respetuoso y por un tiempo mantuvo una amante a escondidas de Elsa, quien sospechaba pero tenía suficientes problemas económicos y con el mal comportamiento de su compañero era suficiente como para estar preocupándose por otra mujer.

Las personas del barrio comenzaron a hablar sobre como Elsa le aguantaba tanto a su marido sinvergüenza. La amante, que era una mujer que practicaba la magia negra, quedó embarazada y estaba a punto de tener un hijo Óscar.

Elsa enfrentó a Óscar y le exigió que respetara su hogar y que podía decidir entre su amante o su familia. Óscar tomó la decisión cobarde de dejar a su amante y no asumir la responsabilidad de su segundo hijo. Simplemente pasó página y dejó todo aquello en el pasado, como si no significaran nada para él.

Las cosas parecían calmadas pero en realidad en su casa no volvieron a tener paz. Su hijo, con apenas unos meses de nacido, no podía dormir mirando con asombro el techo. Se escuchaban rasguños, maullidos y cuando Óscar se asomaba al techo no había nada.

El pequeño se quedaba dormido al fin ya casi amaneciendo y los ruidos fuertes como de una manada de gatos corriendo sobre las tejas despertaban de nuevo al bebé que rompía en llanto.

Las noches eran eternas y durante el día pasaban cosas inexplicables para Elsa. Una tarde mientras jugaba con el bebé en la sala unos gusanos blancos y gordos comenzaron a salir de debajo de la cama de aquella pareja.

Elsa corrió a la casa de su hermana que vivía al lado y allí esperó a Óscar con un ataque de pánico. Cuando el hombre llegó del trabajo ella le contó lo que había sucedido y mi tío que siempre ha sido un escéptico, entró a la casa siguiendo el rastro de gusanos. Encontró bajo su cama un paquete envuelto en una tela blanca con una cinta negra. Lo abrió y era un trozo de carne en descomposición con unas monedas oxidadas.

Nunca supieron de qué forma llegó ese paquete misterioso debajo de su cama. Tardaron días en librarse de los repulsivos gusanos que aparecían por cantidades a los alrededores de la cama de la pareja.

El tiempo pasaba y por temporadas el tío Óscar estaba tranquilo y compartía con su familia, otras temporadas volvía a las andanzas y no se le veía por casa.

Según nos contó, era algo que muchas veces no podía controlar. Ese deseo de estar de fiesta y de buscar un insignificante motivo para ir por tragos hasta el amanecer, era algo que no podía explicar. Una tarde salió del trabajo, era jueves y la ansiedad por la celebración le carcomía el cuerpo.

En su pensamiento dijo la expresión: >ojalá y aparezca alguien para celebrar con tragos. Quiero beber hasta que salga el sol.

Casi de inmediato con ese pensamiento se atravesó en la esquina el padrastro de su mamá, un hombre que todos recordamos en la familia por su exceso de alegría y por convertir cualquier cosa en una gran celebración. Mi tío Óscar frenó casi en seco y saludó con el cariño de siempre al nono Ramón, como todos lo conocíamos en la familia.

El nono abrió la puerta del carro mientras el tío le decía que justamente estaba buscando a alguien alegre para celebrar la vida. Cuando una corriente de aire fría llenó el automóvil y el tío reaccionó, recordando que el nono Ramón había fallecido hace varios años.

Lo que se le ocurrió a Óscar fue acelerar a fondo y cuando avanzaba miró por el espejo retrovisor y el nono Ramón se difuminaba entre la distancia mientras el automóvil se alejaba.

Óscar llegó a la casa temblando y con una crisis de nervios. Nunca se supo a que se debían esos eventos paranormales, pero lo que sí sabemos es que esa familia no tuvo nunca la paz que merecía.

Hoy en día Elsa y su hijo viven en otro país, están felices ya que se alejaron a tiempo de la oscuridad que Óscar lleva. Mientras el tío se volvió a casar y sigue luchando con aquellos eventos extraños que solamente a él le suceden.