Abrió los ojos y la tenue luz del amanecer entraba reclamando sus espacios dentro de la habitación, los volvió a cerrar y en lo más recóndito de su ser, con ardiente pasión, dio gracias a Dios porque nada había ocurrido.

Ayer, mientras hacía sus cosas y avanzaba el día comenzó una avalancha de información, los mensajes por whatsaap no paraban de entrar anunciando la llegada de un ciclón que recorrería las zonas costeras del país. Marina, en sus largos años de vida, nunca había escuchado que algo así tocara su región, en los meses de lluvia estaba acostumbrada a las fuertes tormentas tropicales, que cada año dejaban un saldo rojo en pérdidas de viviendas, bienes materiales y una enorme cantidad de familias damnificadas.

Esto era distinto, la palabra ciclón significaba para ella desastre natural de gran magnitud, tragedia colectiva, dolor humano. A su mente llegaban imágenes televisivas del pasado, donde las tormentas, provocando deslaves, habían dejado sus secuelas. Su pensamiento la ubicaba en una catástrofe desconocida que, levantándose como un gran monstruo era capaz de tragarse lo que encontrara a su paso.

A medida que avanzaba la tarde, leía los mensajes y escuchaba a su esposo, que la seguía por la casa dando detalles de lo que venía, su cuerpo, reaccionaba. El corazón ya no encontraba reposo, agitado bombeaba más de la cuenta, sentía un cosquilleo maluco que la recorría toda y cada cierto tiempo un frío interno la abrazaba pidiendo a gritos un abrazo humano que diera calor del bueno, ese que reconforta y devuelve la tranquilidad al desprotegido.

Marina, agotada, ya no quiso leer más mensajitos, se desconectó de la escucha y fue a remojar sus pensamientos en las aguas tibias de un buen baño, mientras el agua recorría su cuerpo, masajeaba con cariño sus partes, respirando profundo fue al encuentro de la quietud, ella la recibió con los brazos abiertos, cubriéndola con una cálida cobija que la consoló en su desasosiego.

Más tranquila se dispuso a dormir, apenas alcanzó a leer dos escasas hojas del libro de turno cuando el sueño la rindió.

Fue una de esas que llaman mala noche, un sueño intermitente, intranquilo, zozobrante que en medio de una vaporosa lucidez solo atinaba a escuchar la quietud y los sonidos naturales a los que estaba acostumbrada, se decía: —todo está bien , no ha pasado nada— y en medio de una plegaria volvía a caer en el sopor de la inconsciencia.

Entre la tibieza de su cama y la acolchada suavidad que da el agradecer, Marina, no siente ningunas ganas de levantarse, con suaves estiramientos agarra el impulso para ponerse en acción, su hermana la espera para la caminata matutina de las seis y treinta de la mañana.

Luego de pasar por el baño se dirige a la cocina, monta el cafecito que con su aroma y sabor terminará de despertarla. Por su cabeza comienzan a desfilar los pensamientos ¿Qué habrá pasado con "Boniee” el ciclón, por dónde andará?

Apresurada enciende la computadora, mientras espera que haga todo su ciclo para empezar a navegar y a que el café este listo, comienza a llover.

Se dice: —Ya no hay caminata mañanera.—

Con café en mano y sentada frente al monitor inicia su búsqueda de noticias. Introduce las temidas palabras: ciclón-Venezuela. Abre el que le inspira más confianza, con noticia puntual y cronológica van reportando por donde se encuentra la amenaza.

Desde el último reporte al momento en que lo lee, cuando comenzó a llover estaba pasando por las costas del estado en que vive. Solo una lluvia fuerte pero no distinta a las que caen normalmente cubrió su ciudad.

Marina se siente feliz el temido monstruo ha resultado carente de fuerza, a su paso no ha dejado lamentos y las alarmas que tanto la carcomieron ayer se han ido apaciguando. A las ocho de la mañana dejó de llover, a las nueve actualiza el portal de noticias, aunque sigue el estado de alerta todo indica que la fuerza de "Boniee” se debilita.

Sale al patio, a su derecha la neblina que cubre el cerro en su lento movimiento deja entrever su marcado relieve, mira a su izquierda hacia las montañas y una nube azul va descorriendo las grises para coronar la montaña. Con estas imágenes. Marina cierra los ojos, respira y agradece.

El sol, frente a ella, tímidamente va ganando los espacios de su señorío.

In English

She opened her eyes and the faint light of dawn was coming in claiming her spaces inside the room, she closed them again and in the deepest recesses of her being, with burning passion, she thanked God that nothing had happened.

Yesterday, as she went about her business and the day progressed, an avalanche of information began to pour in, whatsaap messages kept coming in announcing the arrival of a cyclone that would hit the coastal areas of the country. Marina, in her long years of life, had never heard that something like this would touch her region, in the rainy months she was used to the strong tropical storms, which every year left a red balance in losses of homes, property and a huge number of families affected.

This was different, the word cyclone meant to her natural disaster of great magnitude, collective tragedy, human pain. Her mind was filled with television images of the past, where the storms, causing landslides, had left their aftermath. Her thoughts placed her in an unknown catastrophe that, rising like a great monster, was capable of swallowing whatever it found in its path.

As the afternoon progressed, she read the messages and listened to her husband, who followed her around the house giving details of what was coming, her body reacted. Her heart could no longer find rest, agitated, pumping more than usual, she felt a bad tingling sensation that ran through her and every now and then an internal coldness embraced her, crying out for a human embrace that would give warmth, the kind that comforts and restores tranquility to the unprotected.

Marina, exhausted, did not want to read any more messages, she disconnected from listening and went to soak her thoughts in the warm waters of a good bath, while the water ran through her body, massaging her parts with affection, breathing deeply she went to meet the stillness, she received her with open arms, covering her with a warm blanket that comforted her in her restlessness.

Calmer, she went to sleep, she barely managed to read two scarce pages of the book on duty when sleep gave up on her.

It was one of those that they call a bad night, an intermittent, restless, uneasy and shaky sleep that in the middle of a vaporous lucidity only managed to listen to the stillness and the natural sounds to which she was accustomed, she said to herself: -everything is fine, nothing has happened- and in the middle of a prayer she fell back into the slumber of unconsciousness.

Between the warmth of her bed and the padded softness of gratitude, Marina does not feel any desire to get up, with gentle stretches she grabs the impulse to get into action, her sister is waiting for her for the morning walk at six thirty in the morning.

After going to the bathroom, she goes to the kitchen to prepare the coffee that with its aroma and flavor will wake her up. What happened to "Boniee" the cyclone, where is he going?

In a hurry she turns on the computer, while she waits for it to do its full cycle to start navigating and for the coffee to be ready, it starts to rain.

She says to herself: -There is no more morning walk-.

With coffee in hand and sitting in front of the monitor, she begins her search for news. She enters the dreaded words: cyclone-Venezuela. She opens the one that inspires her most confidence, with punctual and chronological news reporting where the threat is.

From the last report to the moment he reads it, when it began to rain it was passing by the coast of the state where he lives. Only a heavy rain, but not different from those that normally fall, covered her city.

Marina feels happy the feared monster has turned out to lack strength, in its path it has left no regrets and the alarms that gnawed her so much yesterday have been calming down. At eight o'clock in the morning it stopped raining, at nine o'clock she updates the news portal, although the state of alert continues, everything indicates that the strength of "Boniee" is weakening.

He goes out to the patio, to his right the mist that covers the hill in its slow movement lets glimpse its marked relief, he looks to his left towards the mountains and a blue cloud is uncovering the gray ones to crown the mountain. With these images. Marina closes her eyes, breathes and is grateful.

The sun, in front of her, timidly gains the spaces of its lordship.

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Fuente de imágenes: Archivo personal

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