You reap what you sow / Cada quien cosecha lo que siembra (eng-esp)

Greetings, friends!

There are still people who wonder why bad things happen to them or why others distance themselves, “not understanding them,” after they've acted wrongly or haven't set the best example. The truth is, you don't even have to do anything wrong to stop being loved or valued by others; simply by not doing anything right, you earn yourself a ticket to oblivion, since you reap what you sow.

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This phrase isn't just a pretty saying; it's a law of cause and effect applied to human relationships. It's simple. If you don't help anyone, if you never extend a hand, you can't expect that when you need help, everyone will be there, ready to offer it.
Someone might do it out of their own good heart, but not because you've earned it.

It's also quite possible that, simply, no one will come. You haven't built what many call a "bank of goodwill" from which to draw.

It's simple: Your sowing of indifference yields a harvest of loneliness.

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If you treat people badly, with rudeness, contempt, or disrespect, don't expect them to treat you well.
Don't even expect them to treat you.

People distance themselves to protect themselves. No one returns roses to those who throw stones. What they do return is distance, distrust, or, in the worst-case scenario, the same hostility you sowed.

Your attitude is the seed; the environment around you is the crop.

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On the contrary, if you sow well, the harvest is inevitable. If you give genuine love, selfless support, and respect, you receive love multiplied. Not from the same person or at the same time, but the good you do creates a network around you.

People remember who was there. The trust you build becomes your greatest support in difficult times. It's nothing out of the ordinary; it's social logic: People gravitate toward where they are valued and treated well.

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You reap what you sow. There are no shortcuts. You can't sow negligence and reap loyalty. You can't sow selfishness and reap solidarity. Your social life, your reputation, and the quality of your relationships are a direct reflection of your past actions.

If you don't like what you're reaping, examine what you've been sowing. Change always begins with you.

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Saludos, amigas!

Todavía hay personas que se preguntan por qué les pasa cosas malas o por qué las personas se alejan, “no las comprenden”, luego de haber actuado mal o no haber dado el mejor ejemplo posible.
Es que ni siquiera debes hacer algo malo para dejar de ser querida o estimada por las personas; sencillamente, con no hacer nada bien, te ganas el boleto al olvido, ya que cada quien cosecha lo que siembra.

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Esta frase no es solo un dicho bonito; es una ley de causa y efecto aplicada a las relaciones humanas. Es simple. Si no ayudas a nadie, si nunca extiendes la mano, no puedes esperar que cuando tú necesites ayuda, todos estén ahí, prestos a brindártela.
Puede que alguien lo haga por su propio buen corazón, pero no porque te lo hayas ganado.
También es muy posible que, simplemente, nadie vaya. No has construido lo que muchos llaman “un banco de buena voluntad” del cual retirar.

Es simple: Tu siembra de indiferencia da una cosecha de soledad.

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Si tratas mal a las personas, con rudeza, desprecio o falta de respeto, no esperes que te traten bien.
Ni siquiera esperes que te traten.
La gente se aleja para protegerse. Nadie devuelve rosas a quien lanza piedras. Lo que sí devuelven es distancia, desconfianza o, en el peor de los casos, la misma hostilidad que tú sembraste.
Tu actitud es la semilla; el ambiente a tu alrededor es el cultivo.

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Por el contrario, si siembras bien, la cosecha es inevitable. Si das amor genuino, apoyo desinteresado y respeto, recibes amor multiplicado. No de la misma persona ni en el mismo momento, pero el bien que haces crea una red a tu alrededor.
La gente recuerda quién estuvo ahí. La confianza que construyes se convierte en tu mayor apoyo en tiempos difíciles. No es nada del otro mundo; es lógica social: Las personas gravitan hacia donde son valoradas y tratadas bien.

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Cada quien cosecha lo que siembra. No hay atajos. No puedes sembrar negligencia y cosechar lealtad. No puedes sembrar egoísmo y cosechar solidaridad. Tu vida social, tu reputación y la calidad de tus relaciones son el reflejo directo de tus acciones previas.
Si no te gusta lo que estás cosechando, revisa lo que has estado sembrando. El cambio siempre empieza contigo.