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Recuerdo que cuando estaba pequeño siempre iba al parque, pero me quedaba viendo como los demás niños se divertían y corrían de un lado a otro. A mi hermano mayor le encantaba montarse en esos columpios viejos y oxidados, lo hacía con mucha diversión y si miedo a caerse. Eso para mí era un fastidio, balancearse de aquí para allá, no le encontraba la diversión a ese juego.

Mis ánimos no eran los mejores, siempre lo acompañaba con flojera e incluso me llevaba mis audífonos para escuchar algo de música mientras esperaba que las horas pasaran, era la única manera de que yo me sintiera cómodo en ese parque del vecindario. Mi corazón latía cada vez que se acercaba una joven de pelo rubio a montarse en los columpios, no le quitaba la mirada de encima, era lo que más disfrutaba, hasta que me iba a mi casa.

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No podía de dejar de pensar en la chica que se había montado en ese columpio, por mi memoria venía su recuerdo de verla sonreír mientras se columpiaba, nunca había conversado con ella, no la conocía. Me hice miles de preguntas ¿Será que me monto en ese columpio?, así podré conocerla. Pase toda la noche pensando en ese columpio del parque. Así que al otro día no me quedo más opción que ir al parque a ver si podía intentar montarme en el columpio, todo estaba muy solo, callado y la única luz que había era la del sol. De repente comenzó a pegar una brisa muy fuerte, sentía que iba a llover, pero no podía irme.

Me pare al frente del columpio con mis manos sujete esas cadenas de hierro que estaban muy frías y mojadas, me quede un buen rato pensando que hacer, sentía como mis piernas temblaban del susto, estaba tan asustado que no reaccionaba, además el clima no me estaba ayudando mucho empezó a llover, las gotas de agua eran muy frías. Me movía de un lado a otro y no podía quitarle la mirada a ese columpio, así que no pude y me fui.

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Pasaron varios meses desde aquella vez que intente montarme en ese columpio, un día volví a ir y me encontré a la joven de los cabellos rubios, estaba sola en el parque así que decidir escuchar música y sentarme a contemplar como jugaba en el columpio. Escuche una voz fina, levante mi mirada y no vi a nadie, volví a escucharla nuevamente, era ella, María, haciendo señas para que fuera hacia donde estaba ella y la acompañara. Solamente la vi columpiarse y ver la cara de felicidad que tenía.

Decide acercarme para ver que quería, de inmediato sentí una conexión un poco extraña, mis manos comenzaron a sudar y mi corazón no dejaba de latir, creí que me había enamorado a primera vista, pero en realidad no fue así. Mientras conversábamos y nos conocíamos, me dijo —móntate en ese columpio para ver quien lo hace más rápido— , no encontraba que responderle, lo único que hacía era cambiarle el tema.

Me estaba a comenzando a sentir muy incomodó en el parque, ya que todos me estaban mirando esperando a que yo me montara en ese columpio. Cada vez veía que se acercaban más jóvenes a jugar, mi miedo crecía mucho más. María notó que estaba sudando mucho más de lo normal, me pregunto —Estás bien— con una voz muy baja le respondí que sí, sin embargo, sentía que por dentro me estaba muriendo. Comencé a correr hacia mi casa, sin despedirme de ella, sentía que no podía con mi cuerpo.

Los columpios aún seguían desocupados, esperando a que yo me montara en algún momento.

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Esa fue la peor noche para mí, no podía dormir, me movía de un lado a otro, ya que lo único que pensaba es que había hecho el ridículo frente a María. Desperté muy temprano a esperar a que ella saliera nuevamente a jugar en los columpios, ya que necesitaba hablar con ella.

Al acercarme a ella me disculpé por lo sucedido, comenzamos a caminar por los alrededores del parque y entre risas y chiste, le dije —Sabes que cuando estaba muy pequeño me caí de ese mismo columpio, me di un golpe muy fuerte y desde ese momento quede traumatizado y dije que no me montaría más nunca en uno—. Eres la única que sabe este secreto de mi niñez.

Ella quedó sin palabras, creo que se lo tomo muy en serio, así que decidió ayudarme para superar ese miedo y volver a sonreír en los columpios junto a ella.

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I remember when I was little I would always go to the park, but I would just watch the other kids having fun and running around. My older brother loved to ride on those old rusty swings, he did it with a lot of fun and without fear of falling off. That was a nuisance for me, swinging back and forth, I couldn't find the fun in that game.

My mood was not the best, I always accompanied it with laziness and even took my headphones to listen to some music while I waited for the hours to pass, it was the only way for me to feel comfortable in that neighborhood park. My heart would beat every time a young blonde haired girl came to ride on the swings, I wouldn't take my eyes off her, it was what I enjoyed the most, until I went home.

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I could not stop thinking about the girl who had ridden on that swing, in my memory came the memory of seeing her smiling while she was swinging, I had never talked to her, I did not know her. I asked myself a thousand questions: Will I get on that swing, so I could meet her? I spent the whole night thinking about that swing in the park. So the next day I had no choice but to go to the park to see if I could try to ride on the swing, everything was very lonely, quiet and the only light there was the sun. Suddenly a strong breeze started to blow, I felt it was going to rain, but I couldn't leave.

I stood in front of the swing with my hands I held those iron chains that were very cold and wet, I stayed a long time thinking what to do, I felt my legs trembling with fear, I was so scared that I did not react, besides the weather was not helping me much, it started to rain, the drops of water were very cold. I was moving from one side to the other and I couldn't take my eyes off that swing, so I couldn't and I left.

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Several months passed since that time I tried to ride on that swing, one day I went there again and I found the young girl with blonde hair, she was alone in the park so I decided to listen to music and sit down to watch her playing on the swing. I heard a thin voice, I looked up and saw no one, I heard it again, it was her, Maria, beckoning me to go to her and join her. I only saw her swing and see the happy face she had.

I decided to approach her to see what she wanted, I immediately felt a strange connection, my hands started to sweat and my heart wouldn't stop beating, I thought I had fallen in love at first sight, but in reality it wasn't like that. While we were talking and getting to know each other, he said to me —get on that swing to see who can do it faster — I couldn't find an answer, the only thing I did was to change the subject.

I was starting to feel very uncomfortable in the park, as everyone was looking at me waiting for me to get on that swing. Every time I saw more and more young people coming to play, my fear grew more and more. Maria noticed that I was sweating a lot more than usual, she asked me —Are you ok— with a very low voice I answered her yes, however, I felt that inside I was dying. I started to run towards my house, without saying goodbye to her, I felt I couldn't handle my body.

The swings were still unoccupied, waiting for me to get on at some point.

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That was the worst night for me, I couldn't sleep, I moved from one side to the other, since all I could think was that I had made a fool of myself in front of Maria. I woke up very early to wait for her to come out again to play on the swings, as I needed to talk to her.

As I approached her I apologized for what had happened, we started to walk around the park and between laughs and jokes, I told her —You know when I was very little I fell off that same swing, I hit myself very hard and from that moment on I was traumatized and I said I would never ride one again—. You are the only one who knows this secret of my childhood.

She was speechless, I think she took it very seriously, so she decided to help me to overcome that fear and smile again on the swings with her.