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El hotel estaba justo al lado de Times Square en la ciudad de Nueva York y era bastante popular a principios de la década de 1930 con personas que lo visitaban desde otras ciudades. Había sido construido en un lugar con un pasado trágico y esto explicaba su actividad paranormal. Eso fue lo que la gente decía y es por eso que ninguno de los lugareños se atrevió a poner un pie dentro del hotel.

Jack, un joven que acaba de llegar a esta ciudad, ha trabajado en el hotel durante algunas semanas, pero cuando lo vio por sí mismo, entendió de inmediato. Había visto suficientes historias de fantasmas reales para saber cómo funcionaban, cómo los muertos siempre estaban tratando de encontrar el camino de regreso a casa o a sus seres queridos. La mayoría de los fantasmas eran como almas perdidas, no querían nada más que paz y tranquilidad. No querían asustar a nadie. Y si escuchabas lo suficiente, podías escucharlos llorar de vez en cuando, rogando a alguien que los ayudara a volver a su propio mundo nuevamente.

Pero no este. Este fantasma se había vuelto loco. No estaba asustada en absoluto, estaba enojada. Enojada con el mundo, enojada con todos los que se atrevían a acercarse a ella. Y si alguien se atrevía a acercarse a ella, entonces ella atacaría sin dudarlo. Sin piedad. Pura rabia.

El nombre del fantasma era Sadie, esto fue descubierto más tarde, y ella había matado a varios hombres hasta ahora. Uno en el vestíbulo, otro en la planta superior, y la mayoría dentro del ascensor. Muchas veces, los invitados se habían encontrado en medio de la nada sin tener idea de cómo habían llegado allí. Sadie estaba loca y nadie sabía cómo detenerla.

Había un nuevo visitante que acababa de llegar al hotel y quería ir a su habitación a descansar después de un largo viaje. Cuando se abrieron las puertas del ascensor, el primer instinto del cliente fue huir. Pero en cambio, entró. Su estómago se torció en nudos cuando las puertas se cerraron detrás de él. Nunca antes había sentido tanto miedo. Ni siquiera durante la guerra. Pero ahora que lo pensó, se dio cuenta de que realmente no había sabido qué era el miedo hasta ese momento.

Sadie no dijo nada. Ella solo lo miró a través del espejo en el ascensor. Sus ojos estaban rojos como si hubiera estado llorando. O tal vez solo estaban inyectados en sangre debido a su ira masiva. De cualquier manera, parecía lista para matar.

Ella se materializó frente a él, asegurándose de que su cuerpo estuviera entre él y la puerta. Luego se inclinó hacia adelante y lo agarró de la garganta. Hubo un fuerte estallido y sintió un dolor agudo en su tráquea. La sangre se derramó por su cuello. Sus manos volaron hacia arriba para proteger su rostro, pero ella las abofeteó a un lado, y luego lo lastimó aún más. El sabor de la sangre llenó su boca. Trató de gritar, pero solo logró dejar escapar un pequeño gorgoteo. No podía respirar.

El ascensor continuó hacia arriba. Sintió que iba cojeando, y luego cayó al suelo. Luchó por abrir los ojos. Sadie se paró sobre él, sonriendo. Su rostro era horrible. Él extendió la mano, con la esperanza de agarrarla, para tratar de alejarla, pero no tenía la fuerza. Trató de levantarse, pero no podía moverse. Sadie se inclinó, lo levantó por el cabello y lo arrojó contra la pared. Se deslizó hacia el suelo, aterrizando sobre su espalda. Podía sentir su pulso latiendo en su cabeza. Un dolor intenso irradiaba de su cuello. Extendió la mano y tocó la herida. Ardía como el fuego.

Sadie se arrodilló a su lado, inclinándose cerca. Ella presionó sus labios contra su oreja.

— Ahora eres mía, susurró. — Y te haré pagar por lo que todos ustedes han hecho. ¡Todos ustedes son malvados!

Su mano fue a su pecho, y luego le abrió la camisa. Sus dedos trazaron su piel como si estuviera buscando algo. Ella alejó su cara, mirándolo con esos ojos inyectados en sangre.

— Voy a disfrutar matándote, dijo.

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Las puertas del ascensor se abrieron y ella desapareció repentinamente, junto con él. Cuando se abrió, parecía que no había nadie dentro del ascensor. El hombre nunca fue encontrado de nuevo, y tampoco se pudo encontrar ningún rastro del ataque. Era como si simplemente desapareciera del mundo.

Los trabajadores del hotel tenían miedo de que tanta gente desapareciera mientras estaba dentro del edificio. La gente siempre estaba cotilleando sobre este lugar embrujado y seguramente esto dañará el negocio. Pero más importante que eso, temían por su propia seguridad. No había explicación para la desaparición de tanta gente, y peor que eso, había poco que pudieran hacer al respecto.

Todo lo que podían hacer era esperar. Esperar y esperar que algún día, el fantasma se vaya. Pero ella no lo haría. Era demasiado poderosa. Demasiado peligrosa. Y si ella decidiera tomar uno de ellos, entonces morirían con seguridad.

Un día, uno de los trabajadores, Jack, decide investigar el pasado de este edificio y resulta que hace muchas décadas, este terreno fue utilizado para albergar un burdel que permaneció abierto durante bastante tiempo hasta que un cliente borracho asesinó a una de las mujeres que trabajaban allí llamada Sadie.

El hombre nunca fue capturado y muchas personas sospechan que incluso abandonó el país, pero desde entonces, la gente local tuvo un sentimiento extraño sobre la tierra.

El burdel fue remodelado y fue convertido en un hotel por algunos inversores inocentes que no sabían nada sobre el pasado de este lugar, pero ahora estaba claro que no había forma de que este hotel pudiera tener éxito. Jack tenía ahora el dilema sobre si volver al hotel, lo que significaba arriesgar su vida, informar a sus compañeros de trabajo y jefes, o dejar este lugar para siempre y nunca regresar. ¿Qué harías tú si fueras Jack?

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