Cuando eres adulto comienzas a ver el mundo de otra manera, no queda de otra, te das cuenta de que todo no es color de rosas como te lo contaron de pequeño, puedes apreciar que los finales felices solo se escriben para las telenovelas, que raras veces te toca la de ganar, aun cuando das lo mejor de ti. Algunos por desgracia maduran demasiado pronto, no porque así lo quisieran, es que la vida los lleva a tomar este camino incierto donde, a veces, hay que tomar ciertas decisiones que nos vuelven adultos, aunque nos resistiéramos a ello.

Vivimos tan acelerados que el tiempo se nos evapora sin darnos cuenta, enfrascados en esta tarea diaria en la que tenemos que hacer lo que sea, por el bienestar de nuestra familia, hasta que rara vez alcanzamos a tener ese espacio para nosotros. A su vez, en esta especie de responsabilidad, porque no falte nada en casa, nos limitamos a dejar de vivir momentos dignos de atesorar, como por ejemplo, ese fin de año en el que una vez, para variar, se logró que todos se reunieran en casa.

Lo cierto es que ha sido todo un año de duros tropiezos, en el que prácticamente renacimos como especie una vez más, cuando la propia naturaleza nos quiso cobrar factura, por tanto daño provocado, súmale, otras malas decisiones que han dejado cráteres en nuestro camino, y que tardarán demasiado tiempo para volver a hacer transitables. Un año donde prácticamente todos hemos tenido que decir adiós a alguien cercano, ese amigo irremplazable, el hermano, incluso mamá o papá, quienes se han lanzado en la búsqueda de un mejor porvenir para sí, para los que se quedan, y que nadie tiene el derecho de juzgarlos.

Y que ha quedado para nosotros en este diciembre, como es que llega finalmente el último mes del año, donde habitualmente todo se ponía de acuerdo para festejar la dicha de un nuevo comienzo. Nunca había apreciado tanto desorden a mi alrededor, duele ver como se multiplican todos esos rostros tristes tras ver sus sueños frustrados una vez más, cargando sus cuerpos cansados de caminar demasiado tiempo en círculos. Como evitar que el estrés oscurezca tu luz, cuando precisamente todo parece ponerse de acuerdo para crear obstáculos.

Este año ha sido uno de los más duros a los que me he enfrentado, donde pude experimentar en carne propia como se puede romper una persona, desde dentro, por sí mismo. Sin embargo, a su vez, ha sido el momento preciso en el que encontrara mi mejor versión, la más fuerte de todas, capas de enfrentar mis miedos más oscuros. Y en esta especie de lucha, he aprendido poco a poco a encontrar el camino, regresar a casa, donde he conectado con mi verdadero motivo de ser, ese propósito capaz de hacer mover montañas. Este diciembre, así por cosas de la vida, no solo celebro otro año que quizás llega como otros, con la esperanza de ser mejor que el anterior. Este mes, a pesar de todo lo cruda que puede llegar hacer la realidad, siempre será ese escape feliz.

Este niño al que bauticé con mi nombre, del que tengo la suerte de ser su papá, cumple un año más de vida en el último mes del año, tal pareciera que llegara a mí como una obra divina para quedar encargado de siempre salvaguardar la navidad. Así lo hizo esta vez, como tantas otras, aun cuando en esta ocasión enfrentará la realidad de pasar su primer diciembre separado de mamá, aun así se empeñó en que lo ayudase a poner el pequeño arbolito que siempre colocara cada fin de año con su mamá. Este niño salvó otra vez la navidad, y del 2014 para acá todos mis diciembres.

Las imágenes utilizadas en el post son de mi propiedad, tomadas con mi móvil Xiaomi Redmi Note 10 S. Textos llevados al Inglés por Deepl Traslate.

ENGLISH VERSION (click here!)

When you are an adult you begin to see the world differently, you realize that everything is not as rosy as you were told as a child, you can appreciate that happy endings are only written for soap operas, that you rarely get to win, even when you give your best. Some unfortunately mature too soon, not because they want to, but because life leads them to take this uncertain path where, sometimes, we have to make certain decisions that make us adults, even if we resist it.

We live so accelerated that time evaporates without realizing it, engrossed in this daily task in which we have to do whatever it takes, for the welfare of our family, until we rarely manage to have that space for ourselves. At the same time, in this kind of responsibility, because nothing is missing at home, we limit ourselves to miss moments worth treasuring, such as, for example, that New Year's Eve when once, for a change, we managed to get everyone together at home.

The truth is that it has been a year of hard stumbles, in which we were practically reborn as a species once again, when nature itself wanted to take its toll on us, for so much damage caused, add to that, other bad decisions that have left craters in our path, and that will take too long to make passable again. A year where practically all of us have had to say goodbye to someone close to us, that irreplaceable friend, the brother, even mom or dad, who have launched themselves in search of a better future for themselves, for those who remain, and that no one has the right to play them.

And what has remained for us in this December, as it is that the last month of the year, where usually everything was agreed to celebrate the joy of a new beginning, finally arrives. I have never seen so much disorder around me, it hurts to see how all those sad faces multiply after seeing their dreams frustrated once again, carrying their tired bodies from walking in circles for too long. How to prevent stress from obscuring your light, when precisely everything seems to agree to create obstacles.

This year has been one of the hardest I have faced, where I was able to experience firsthand how a person can be broken, from the inside, by themselves. However, at the same time, it has been the precise moment when I found my best version, the strongest of all, able to face my darkest fears. And in this kind of struggle, I have learned little by little to find my way, to return home, where I have connected with my true motive for being, that purpose capable of moving mountains. This December, so by things of life, I not only celebrate another year that perhaps arrives like others, with the hope of being better than the previous one. This month, despite how harsh reality can be, will always be that happy escape.

This child whom I baptized with my name, of whom I am lucky to be his father, turns one more year of life in the last month of the year, it seems as if he came to me as a divine work to be in charge of always safeguarding Christmas. He did it this time, like so many others, even though this time he will face the reality of spending his first December separated from his mother, he still insisted that I help him put up the little tree that he always put up every year-end with his mother. This little boy saved Christmas again, and from 2014 to here all my Decembers.

The images used in the post are my own, taken with my Xiaomi Redmi Note 10 S cell phone. Texts translated into English by Deepl Translate.

Edited in canva.