Lágrimas de sangre azul (capítulo 2):

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Pensando en ella me encontraba, cuando jugué la última carta que marcaría mi destino.

Comencé la mañana del día decisivo con algo de inquietud, era mi último día del año en la universidad, ya que comenzaban las vacaciones de verano, e iba a dejar atrás por un largo periodo a muchas de mis amistades. Todos toman este periodo como una forma de descanso, no obstante yo lo veía como un alejamiento de lo que más quería en este mundo... de ella. De todos modos, no era eso lo que más me preocupaba entonces, desde casa había llegado una extensa carta de mi madre.

Me comunicaba que habían atrapado a mi padre; lo habían filmado y grabado pidiendo coimas en el Ministerio, junto a otro de sus amigos. Mi padre es un importante diputado y su reputación es lo más importante que tiene. Vengo de una familia rica de nombres respetables… Nombres que, si uno estudia la política del país, cada tanto se topa con ellos. Como verán, era lo peor que podía pasarle. Mi madre está muy preocupada. La cárcel lo esperaba a él, sin duda… No había escapatoria ni excusas que sirvieran de algo en esta ocasión. La desgracia y el dolor habían cubierto a mi familia. Ni qué decir de la vergüenza. Hay gente, en especial buenos amigos, a la que ya no podré mirar a la cara.

¡Todo era culpa del viejo Ponce! Él había armado todo. ¡Maldito! ¡Ya me las pagará!... No disculpo lo que hizo mi padre, ni estoy de acuerdo en cómo suele manejar ciertos asuntos, pero esa jugarreta sucia me daba asco. ¡Todo por ganar las próximas elecciones, que serían en unos meses! Todo por esas encuestas en que lo daban como ganador a mi padre… Él no tiene idea de cómo arruinó mi vida. ¡Viejo asqueroso y sucio!

Siento temor por mi madre, está realmente muy mal, lo intuyo. Se lee muy nerviosa, pero creo… sí, seguro que es así… que otro asunto de igual importancia lo causa. Cuando una desgracia cae sobre tu cabeza, lo hacen varias a la vez. Como la lluvia, en donde una gota de agua nunca viene sola, sus amigas la acompañan.

No sé ni cómo explicarlo, mi familia tiene sus secretos que suelen avergonzarme. Mi padre es miembro de un grupo selecto de personas, secreto y oscuro. Pueden conseguir lo que sea de uno. Llevan el temor de la gente a un segundo nivel, con toda clase de acciones… y cuando digo toda clase… es así. La última vez que se reunieron, murió misteriosamente el vicepresidente. Les digo, este grupo va en serio… Mis padres siempre me protegieron, creen que sé muy poco de él. Pero no soy tonto, ni ciego y puedo ver lo que ocurre en la sombras.

Me contó, en aquella carta, que el señor Torres, el líder del grupo, requirió mi presencia para la próxima gran reunión. Es muy extraño, no sé qué desea y ella no me lo ha contado, seguro no querrá causarme una gran alarma, sin embargo yo tengo mis sospechas. Probablemente desee que yo tome el lugar de mi padre en el grupo, para así devolverle el honor a la familia… Una excusa… una vil excusa. Quiere que mis padres paguen con aquel error. No hay opción si él lo decide, aunque siempre la da, me cuesta creerla. El deber de hacerlo me sentencia. Lo que más me preocupa no es eso sino lo que me pedirán a cambio. Seguramente tratarán el asunto que los preocupa, y es el de perder su poder en la política nacional. Quizá… quieran venganza… sacar de en medio a ese viejo ladino de Ponce.

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No me avergüenza confesar que aquello es lo único que me tienta a aceptar su propuesta. Una venganza contra el hombre que ha arruinado mi vida… mi futuro. Sin embargo… aceptarla significaría alejarme para siempre de ella. Nada de esto es ajeno a su conocimiento, siendo la mejor amiga del hijo menor de Ponce. Apenas recuerdo qué desayuné, no tenía hambre y el té sabía a nada. Sólo recuerdo que en el bufet de la universidad no estaba ella. ¿Dónde se habría metido? Pensé. A esa hora solía ir allí… Seguramente vagaba por la biblioteca. El idiota de Ponce y compañía, no estaban tampoco en la mesa que solían ocupar sus odiosos amigos. Dudo mucho que Ponce esté leyendo algo… hasta me sorprende que haya pasado de año todo este tiempo. Debe ser por el profesor Harrison, que presiona a los demás profesores para que lo aprueben. ¡Lo detesto! ¡Nunca en la vida le costó nada! ¡La celebridad de la universidad! Siempre metido en todo, siempre llevando a cabo campañas para cualquier estupidez. No sabe lo que es cargar con el peso del apellido… Proviene de una familia inferior de políticos nuevos… El discurso de su padre me da risa.

Cuando me aburrí de mirar al vacío y ya el té estaba bastante frío, me levanté y me dirigí hacia el patio, que no quedaba lejos. No había mucha gente cerca y me sorprendí cuando me encontré allí mismo con Blas y Gera, unos amigos, que normalmente estaban durmiendo a esa hora tan temprana. No tenía ganas de soportar sus chistes idiotas, así que sólo intercambié un puñado de palabras con ellos y seguí de largo. Estaba irritable… todo me molestaba.

Reconozco que no me había levantado del mejor humor. Necesitaba pensar. Necesitaba decidir qué hacer. Cual sería mi próximo movimiento. Había llegado a un punto de imposible retorno en donde su presencia me era necesaria para vivir, para sonreír. Ella tiene la capacidad para lograr que mi vida cambie por completo. Me da la fortaleza y las esperanzas de que todo salga bien. Un verano más sin verla se me haría insoportable, y estaba pronosticado que este sería el peor de todos. ¿Qué iba a hacer encerrado en casa de mi madre todo el día, sin siquiera el consuelo de verla?

Como no había clases ese día, el último que pasaría allí, vagué por los jardines del lugar sin un rumbo fijo. Necesitaba pensar… ¿Qué haría ahora? Debía decírselo… Me estaba matando lentamente esa distancia absurda e impuesta que existía entre ambos. Necesitaba mirarla a los ojos, escuchar su risa, oír mi nombre emitido por sus labios… esa dulce voz. ¿Cuándo aquellas simples cosas se convirtieron en esenciales para mí? No lo sabía… Ya hacía tanto tiempo que la amaba. Y fingir exactamente lo contrario no había ayudado en nada. Había empeorado mi enfermedad y debía buscar el remedio para salvarme. Debía hablarle.

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Créditos: El banner es mi propio diseño, utilicé Canva para crearlo. Las fotos las saqué de pexels.com, cada una tiene debajo la fuente.



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Como siempre una historia brillante, tienes una gran capacidad para mantener la atención del lector, muero por saber qué sucede. Es terrible cuando los padres incurren en este tipo de delitos porque inevitablemente involucran a toda la familia

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Sí, los padres son un poco mafiosos y eso el hijo lo va sufrir un montón, porque todo el mundo lo sabe y sufre discriminación por ello.

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