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☀️ La Última Cita con El Vampiro

El sonido insistente de la alarma del teléfono despertó a Claudia. Aunque siempre tenía presente desactivarla los días viernes para evitar despertar temprano el sábado, no se explica como pudo olvidarlo. Pronto cayó en cuenta que, lo de la alarma, era lo menos inquietante que le estaba sucediendo.

El frío de la habitación era muy intenso, algo que la incomodo mucho, ya que, aunque disfrutaba del acondicionador de aire de su residencia muy frío, en esta habitación, excedía lo limites de lo tolerable. Comenzando a tiritar por el frío, tomo su celular y se dirigió a la puerta de la habitación. Al caminar, la suavidad de la alfombra le agrado mucho y se dijo que quizás debería comprar una de esas para su apartamento. Abrió la puerta de la habitación y ya en el pasillo, la frescura del ambiente la hizo calentarse de inmediato.

Camino rumbo a la sala de la residencia, la cual recordaba, estaba a mano derecha. Le llamo la atención lo largo del pasillo y la cantidad de habitaciones, algo de lo que no se había percatado la noche anterior. Al pasar por un gran ventanal, dudo si aún era de noche, ya que las ventanas, muy claras en la noche, ahora estaban totalmente ennegrecidas y mantenían el ambiente un poco oscuro, pero agradable de todos modos. Al llegar al final del pasillo, escucho unas voces en lo que parecía ser la cocina y se dirigió hacia allí.

Al encontrarse en la entrada de la cocina, pudo ver a una mujer caminando hacia una gran nevera. Guardo silencio y observo como esta mujer, vestida con una elegante bata de seda de color rojo, abría la nevera y sacaba lo que le pareció ser una pequeña botella de vino rojo. Algo que la inquieto fue notar que en dicha nevera, todo lo que pudo mirar que había dentro, era de color rojo como la sangre.

La mujer cerro la nevera y se dio la vuelta. De inmediato, los ojos de Claudia y la mujer se encontraron. Esta la miro fijamente y sonrió. Claudia palideció y un intenso escalofrío recorrió su cuerpo. La chica aún la miraba y sonriendo, camino hacia ella. La hermosa bata de seda solo cubría su espalda, ya que por delante estaba abierta y dejaba ver el hermoso y muy blanco cuerpo desnudo de la mujer. Claudia quedó petrificada y aunque quiso, no pudo moverse.

— ¿Que te sucede? — le dijo la mujer ya parada frente a ella, — Pareciera que has visto un vampiro, — continuo, acercando su rostro y colocando su nariz junto a sus mejillas. Claudia se sentia desfallecer pero algo que no sabia como explicarlo, la mantenia paralizada. La mujer olfateo el rostro de Claudia y pudo sentir lo fria que era su piel cuando poso sus labios en sus mejillas.

— ¿Quién está allí? — escucho Claudia que preguntaron desde un diván que se encontraba en una terraza aledaña a la amplia cocina. Era la voz de Damián.

— ¡Tu cita nueva de anoche! — respondió la mujer con un tono de desprecio.

De inmediato, Damián se puso en pie y completamente desnudo, se dirigió a donde estaban las dos mujeres. Claudia pudo detallarlo por completo y noto algo que la dejo aún más aterrada. Habían hecho el amor en la noche y el cuerpo de Damián era diferente, más musculoso y con un tono de piel más cálido. Ahora, era menos corpulento y extremadamente blanco como la mujer de la bata. Damián se acercó a ella y, al igual que la mujer, le dio un suave beso en la mejilla. Pero lo que noto Claudia a continuación, la hizo espantarse del terror. Los dos estaban fríos como cadáveres, sus ojos eran completamente claros, casi sin iris y de sus bocas, sobresalían de manera horrorosa sus enormes colmillos.

— ¿La tienes en control? — pregunto Damián con voz grave

— Esta conejita no irá a ninguna parte — le respondió la mujer con un dejo de burla.

— ¿Cómo pudo librarse del brebaje? — pregunto de nuevo Damián.

— ¡La única forma es que haya hecho el amor antes de tomarse el brebaje! ¡Tú lo sabes! — responde la mujer después de mirarla con furia.

— ¡Zorra! — exclamo Damián, tomándola con fuerza por el cuello y apretándola hasta hacerle perder el sentido. Lo último que vio Claudia, fue a la pálida mujer riendo mientras Damián la sometía.

Mientras Damián apretaba el cuello de Claudia y antes de perder la conciencia, ella pensó en su novio y en como antes de salir a reunirse con Damián, habían hecho el amor para evitar que este se quedara enojado y furioso, por tener que asistir a una reunión importante del trabajo, fuera de su horario habitual. Una mentira que escondía toda una serie de decisiones equivocadas que la habían llevado a quedar a merced del diabólico hombre que ahora la torturaba. Ahogada por las deudas y los múltiples gastos que debían afrontar, había accedido a entrar en contacto con Damián, a quien conoció a través de una aplicación de citas en línea. Este le había ofrecido un pago en dinero extremadamente alto, si accedía a reunirse y pasar la noche con él, lo que supondría poder afrontar y pagar todas las deudas que Claudia y su novio tenían.