Chivo expiatorio (Parte I) | Relato corto

4 años pasaron cuando el caso fue retomado, una detective joven notó que abundaban los agujeros en la historia presentada, parecía un caso de chivo expiatorio por estar en el lugar equivocado. Se atrevió a encaminarse a la cárcel, aquel muchacho estaba barbudo, con una mirada un poco perdida, parecía que su esperanza ya no existía. Habiendo conocido su versión, notó que uno de los testimonios decía que un hombre fornido había sido visto cerca del sitio, minutos antes de que se encontrara al panadero.

Indagó un año entero y por el boca a boca consiguió al fornido sospechoso, era el tío de la fallecida, había venido de visita en aquel momento y para cuando el juicio se realizó él no se presentó al "evento". La joven detective no era firme en sus entrevistas, ella quería que la información fluyera sin que pareciera interrogatorio de segunda. Por lo que contrató a una excelente "espía", no era profesional, pero era experta en manipular, en lograr que un hombre cantara todo con sus encantos, voz como de princesa pero atrevida para apelar a su lado más primitivo dejándolo con hambre en el camino para que el intercambio siempre sea a favor de su mano.

Una noche ella tomo su vestido más corto y revelador, una grabadora,un par de herramientas para defenderse, y un perfume con fragancia embriagadora. Buscó al hombre en un bar y luego de unas copas (controladas por su parte pero como si se tratara de agua por parte de aquel hombre). Las cosas fluían, su corazón latía y sus labios se unían una y otra vez en presencia de aquel que les servía hasta cóctel. Terminaron en un hotel y en la cama, luego de haber unido sus almas, ella preguntó ¿Hay algo que te quite el sueño? ¿Algo que cargues en tu ser? ¿Algo que no dejaste a nadie conocer?

Entonces confesó: "Una tarde estaba con mi sobrina, ella me confrontó por haber coqueteado con su amiga, era ya una mujer ese ser, no entendía a que venían sus molestos reclamos. Bebí para olvidar pero terminé perdiendo la cordura. Cuando volví a ver con algo de razón, vi la sangre en el suelo y un poco más adelante a ella al borde de partir de este mundo. ¿Por qué? ¿Por qué? Preguntaba llorando, cerca de mí había un cuchillo, el que llevaba siempre para defenderme en caso de ser asaltado... Entonces me percaté, había matado a mi pequeña sobrina, no supe que hacer, solo salí a buscar ayuda,tratando de estar calmado para no ser encontrado. pero pensando en las consecuencias no quise seguir esa idea". (...)