El final de la tarde se había vuelto totalmente gris. La luz del sol se había apagado, abrazada por una densa neblina. Era el final de una tarde de domingo en la que los sonidos de la ciudad eran apenas perceptibles. El silencio se había vuelto abominable.

Pronunciándose la noche, me encontraba de pie, frente a la puerta de una casa, con un juego de llaves en la mano. Me sentía paralizado por el temor.

Sudoroso y tembloroso, intentaba insertar una de las llaves en la cerradura, cuando de repente escuché una voz.

—Germán, no entres. -La voz salió de la nada, no vi a nadie.

-¿Por qué no? -Pregunté con temor porque, cuando niño mi abuela me había dicho que si escuchaba que me hablaban y no veía a nadie, esas eran las ánimas que me querían llevar.

-Porque hay algo dentro de esa casa que no quieres descubrir -Respondió la voz.

Me quedé en silencio. Estaba indeciso. Por un lado, deseaba abrir la puerta y averiguar qué había detrás de ella. Por otro lado, sentía un miedo irracional, que me paralizaba.

-No tienes por qué tener miedo, pero no entres. -Dijo la voz con un tono tranquilizador.

Me sentí atado a la locura, ¿Cómo alguien que me hablaba y no veía, podía tranquilizarme?

Si realmente quería descubrir qué había detrás de la puerta, tenía que armarme de valor y abrirla.

Tomé una profunda respiración y, lentamente, inserté la llave en la cerradura. La puerta se abrió de par en par, y me encontré con una escena algo extraña.

No era una habitación común, sino una sala llena de mucha luz. Y, al fondo, había tres puertas color café, cada una con letreros en la parte superior.

En el letrero de la puerta a la derecha estaba escrito, volver y comenzar de nuevo. En la puerta central, seguir igual y el letrero de la puerta izquierda, mejorar y seguir adelante. Estaba atónito. No sabía qué decir, que hacer.

La puerta de la entrada se cerró con fuerza. Intente abrirla otra vez, pero ninguna de las llaves funcionó, estaba atrapado.

Entonces, la voz comenzó a hablar suavemente:

-Tú eres la llave. Debes encontrar la respuesta para salir de este lugar. Piensa, busca dentro de ti.

¿Qué respuesta tenía que encontrar, qué era eso que me pedía la voz misteriosa?

Recordé nuevamente a mi abuela con una frase que siempre repetía:

-Lo que hay detrás de las puertas que aparezcan en tu vida, sea lo que sea, está destinado a ti, por lo tanto, debes decidir y abrir.

Sintiéndome con síntomas de esquizofrenia, le pregunté a la voz:

-¿Qué hay detrás de las puertas?

-Tu destino. –Respondió.

Dirigí mi mirada al suelo, entendiendo que tenía que tomar una decisión.

Con los hombros encogidos, inserté la llave en una cerradura. La puerta se abrió. Había tomado mi decisión. Había aceptado mi destino. Era el dueño de mi futuro.

Con el juego de llaves, descubrí el camino para una nueva vida. Me sentí liberado.