El pintor de sueños-Microrelato
En un pequeño pueblo de verdes y hermosas colinas, un niño llamado Mateo era un alma cariñosa e inocente, con una capacidad única para entender a los demás de una manera que iba más allá de las palabras. Mateo tenía una discapacidad que le impedía comunicarse verbalmente, pero su corazón bondadoso y su naturaleza amable hablaban por sí solos a los que le rodeaban.
La pasión de Mateo era la pintura, con una vívida imaginación y un profundo amor en su corazón, pasaba horas en su pequeña buhardilla creando mundos fantásticos sobre el lienzo. Sus cuadros estaban llenos de colores vibrantes y criaturas mágicas, y cada pincelada reflejaba la belleza y la bondad que residían en el alma de Mateo.
Un día, un viajero que pasaba por el pueblo se topó con las obras de arte de Mateo y quedó cautivado por el talento y la emoción que irradiaba cada obra, el viajero, un artista de renombre, vio algo especial en el trabajo de Mateo y se ofreció a ser su mentor.
Bajo la guía del viajero, las habilidades de Mateo florecieron, y sus pinturas comenzaron a tocar los corazones de todos los que las veían. Llegaban visitantes de todas partes para maravillarse con la belleza y profundidad del arte de Mateo, cada obra era una ventana al mundo puro e impoluto que existía en su mente, dejando sin palabras a quienes las veían.
A pesar de su creciente fama, Mateo seguía siendo el mismo niño cariñoso e inocente de corazón, el pequeño siguió pintando no por reconocimiento o alabanza, sino por el deseo de compartir su imaginación sin límites y su afecto con los demás, ya que eso lo llenaba de satisfacción y mucha emoción.
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Muchas veces las palabras quedan cortas para expresar todo lo que llevamos dentro, tal y como pasaba con Mateo, no era necesarias las palabras
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Hermoso relato. Los talentos se tienen muchas veces en secreto y muchas veces los detectamos cuando la atención es permanente. Me gustó tu relato.
Cuanta verdad encierra este microrelato. Cuantos niños son ignorados por tener algún problema físico. Cuantas veces dejamos de valorar la creación de un niño, y las comunidades y pueblos pierden un talento, que otro sabe aprovechar. Y por último, lo más grande del ser humano no es su talento, sino ser, como Mateo, humildes.
Hermoso relato... la sensibilidad infantil es mágica y sorprendente...se lo voy a leer a mis alumnos del taller de Artes Visuales...