Si me pidieran que describiera mi espacio favorito como mi zona relax, sin pensarlo dos veces diría que es el mar. Desde que era una niña siempre he tenido la fortuna de tener muy cerca al inmenso mar azul. Teníamos una casa de playa a media hora de mi lugar de residencia, al otro lado de un Sector llamado San Luis. La playa simplemente preciosa, cristalina, la podíamos recorrer caminando por sus suaves y delicados granos de arena en color dorado. Íbamos casi todos los fines de semana, allí se reunía toda familia para compartir, bañarse en sus aguas y divertirse. Ver el mar es observar entre sus aguas aquellas imágenes que evocan mi infancia que a su vez reflejan en mi rostro la sonrisa de aquellos años.

A veces, solía sentarme en la orilla de la paya y contemplar su inmensidad, ese solo hecho me traía mucha paz y tranquilidad. Podía pasar horas contemplando el paisaje, escuchar el sonido de las olas, ver como se bañaban los pelicanos mientras esperaban encontrar algo de comida, eran momentos realmente sublimes. En vacaciones mis padres me dejaban quedarme en la casa de playa con mi abuela, era todo un privilegio despertar y saber que no tenía que viajar en un auto para llegar hasta la playa, ya estaba ahí y al amanecer los primeros sonidos que podía escuchar era el de las olas, casi al compás del silbido que acompañaba a la suave brisa.

Ahora en mi edad adulta me gusta sentir y oír la brisa marina, al igual que el sol radiante que me recarga de energía, escuchar el sonido de las olas, contemplar su inmensidad, los hermosos atardeceres, y siempre, pero siempre, bañarme por horas en sus aguas. Bañarse en la playa nos invita a la relajación, nos hace liberar el estrés y también las hormonas de la felicidad como la serotonina y la dopamina, algo que se traduce en bienestar para nuestra vida.

El mar nos invita a hacer ejercicios, en los años de mi niñez cuando íbamos a la casa de playa, solíamos jugar voleyball, correr por la orilla, además de nadar. Vivo en una zona costera y justo en un sector llamado el Monumento se reúne mucha gente para caminar y hacer ejercicios, además de contemplar los hermosos colores que se dibujan en el cielo por la hora dorada, como siempre he dicho, los mejores atardeceres los podemos contemplar desde cualquier lugar, pero frente al mar son realmente maravillosos.

Hay días que decido ir a ese lugar pero no para hacer ejercicios, sino solo para ver el atardecer, y así como yo lo hacen otras personas. Es una actividad extraordinaria, me encanta disfrutar la hora dorada, hacer muchas capturas y ver como en segundos cambian los matices en el cielo. Me distrae, me relaja, me llena de tranquilidad, de paz, como ya había mencionado, se traduce en un momento cargado de mucho bienestar. Todos tenemos un espacio que consideramos como la zona relax ideal, el mar es el mío, ahora cuéntame, cual es el tuyo?.