Uno de los espacios más querido por los maracayeros es la Plaza Bolívar, desde su inauguración en 1930 fue la más grande de Venezuela y durante muchos años fue la más grande de América del Sur. Ahora ocupa el segundo lugar en nuestro país, ya que en el 2017 se hicieron unos trabajos en la Guaira y su Plaza pasó a ocupar el primer lugar.

Tenía tiempo que no iba por esa zona. Entre una cosa y otra se van postergando las salidas y sin darse cuenta pasan meses sin que uno visite esos sitios que le dan tanta alegría.

Esta semana aproveché una obligada salida de compras y me detuve un buen rato en la plaza.

Lo primero que llamó mi atención es que está muy bien mantenida y completamente remozada. Hace algunos años su estado era deplorable, pero en este momento le han hecho un gran trabajo de mantenimiento. Las áreas verdes muy bien cuidadas, las glorietas están pintadas y muy limpias, todo, todo, se ve muy bien. Es un buen momento para disfrutar de ese bello espacio enclavado en el centro de la ciudad.

Para mí, andar en esa Plaza es como entrar al túnel del tiempo. En cada rincón está atado algún recuerdo de esas épocas en que crié a mis hijos.

Desde que los niños nacieron las visitas a la plaza se convirtieron en una tradición familiar. Aún en brazos, mi esposa y yo los llevábamos para que sintieran lo agradable de ese espacio bucólico donde se podía caminar plácidamente.

En todas las etapas de sus infancias los llevaba con frecuencia. Cuando estaban en el cochecito de paseo, cuando ya podían sostenerse solos y echaban a andar por su cuenta; en la época de las bicicletas con rueditas para mantener el equilibrio, y cuando les llegó el tiempo de monear por los árboles. Por aquel entonces los paseos se animaban más con los vendedores de golosinas: raspados, algodón de azúcar, cotufas, helados… Los niños y yo disfrutábamos a placer de todas esas chucherías.

Pero una vez superada la niñez la Plaza continuó atada a nuestra historia familiar. Recuerdo que en el tiempo del liceo, sobre todo en el caso de los dos mayores, la Plaza era una referencia para encontrarse con los amigos. Más de una vez me decían que iban a reunirse en la bucólica plaza con el fin de planificar alguna tarea escolar. Más de una vez quedé con ellos que los recogía en alguna de sus esquinas a una hora acordada, y no me preocupaba en lo más mínimo esperarlos un buen rato hasta que terminaran sus cuestiones, porque la luz de ese sitio, sobre todo en las tardes, siempre ha sido gratificante para mí.

Ahorita todo el espacio de la Plaza más el antiguo Hotel Jardín, El Teatro De La Ópera y el Hospital Civil, forman parte de un gran paseo peatonal, el que también está muy bonito.

Cuando estaba tomando unas fotos en las cercanías del Teatro De La Ópera una persona identificada como de la guardia patrimonial, me indicó que no podía tomar fotos, que la época para fotos era la semana que viene. Aquello por supuesto que me sorprendió, y más cuando la persona no me supo decir por cuál motivo no se podían hacer las tomas.

Pero no dejé que ese pequeño incidente me aguara el día. Dejé atrás al Teatro y seguí de largo hacia la linda Plaza a encontrarme una vez más con mis recuerdos.

Gracias por tu tiempo.

One of the most beloved spaces by the Maracayeros is the Plaza Bolivar, since its inauguration in 1930 it was the largest in Venezuela and for many years was the largest in South America. Now it occupies the second place in our country, since in 2017 some works were done in La Guaira and its Plaza came to occupy the first place.

I had not been in that area for a long time. Between one thing and another the outings are postponed and without realizing it, months go by without visiting those places that give you so much joy.

This week I took advantage of an obligatory shopping trip and stopped for a while in the square.

The first thing that caught my attention is that it is very well maintained and completely renovated. A few years ago its condition was deplorable, but at this moment they have done a great job of maintenance. The green areas are very well maintained, the gazebos are painted and very clean, everything, everything, looks very good. It is a good time to enjoy this beautiful space in the center of the city.

For me, walking in that square is like entering the tunnel of time. In every corner is tied some memory of those times when I raised my children.
Since the children were born, visits to the square became a family tradition. Even when they were still in our arms, my wife and I would take them there so that they could feel the pleasantness of that bucolic space where they could walk placidly.

At all stages of their childhood, I took them often. When they were in the stroller, when they could stand on their own and started to walk on their own; in the days of bicycles with wheels to keep their balance, and when it was time for them to ride through the trees. At that time the walks were more animated with the candy sellers: raspados, cotton candy, popcorn, ice cream... The children and I enjoyed all those trinkets to our heart's content.

But once childhood was over, the Plaza continued to be tied to our family history. I remember that at the time of high school, especially in the case of the two older ones, the Plaza was a reference to meet with friends. More than once they would tell me that they were going to meet in the bucolic plaza to plan some school assignment. More than once I arranged with them that I would pick them up at one of their corners at an agreed time, and I was not the least bit worried about waiting for them for a long time until they finished their homework, because the light of that place, especially in the afternoons, has always been gratifying for me.

Now all the space of the Plaza, the old Hotel Jardín, the Teatro De La Ópera and the Hospital Civil, are part of a great pedestrian promenade, which is also very nice.

To my surprise, when I was taking some pictures near the Opera Theater, a person identified as a member of the patrimonial guard, told me that I could not take pictures, that the time for photos was next week. This of course surprised me, and even more so when the person could not tell me why I could not take pictures.

But I didn't let that little incident spoil my day. I left the Theater behind and continued on my way to the beautiful Plaza to meet my memories once again.

Thank you for your time.

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Las fotos, la edición digital y los Gifs son de mi autoría.

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