Los que envidian |Those who envy [ESP/ENG]

—¿Sabes la última…?

—¡No. Qué pasó…Dime!

—¿Conoces a Rafael…?

—Sí, el chamo que vive más arriba de tu casa. ¿Qué pasó con él…?

—El chamo se compró tremendo celular. Un bicho carísimo de última generación.

—¿Y a quién atracaría…?

—No vale…Ese chamo es buena gente…

—Pero, de dónde va a sacar la plata con esta pelazón que tenemos.

—Qué sabes tú. A lo mejor hace algo que no sabes. Quizá trabaja por internet y le pagan en dólares.

—Uhmm. No sé… Me parece sospechoso…

La anterior conversación me llega al oído mientras espero en ese foro de la indiscreción que es la parada del transporte público. Cuando ando bajo de ideas me pasó por allí y siempre hay algo que estimula mi reflexión.

No deja de sorprenderme escuchar ese tipo de conversaciones, sobre todo cuando los protagonistas son dos muchachos de las nuevas generaciones.

Pasa el tiempo, cambian las modas, el mundo se hace más pequeño por el influjo de las tecnologías. Y sin embargo, hay resabios que son impermeables a cualquier cambio. Los prejuicios y la desconfianza parecen contar con el beneficio de la eternidad.

Siempre me ha llamado la atención la dificultad que hay para aceptar, celebrar y compartir el éxito de los demás.

Sí Rafael, el chamo de la conversación, logró tener un celular nuevo, bien por él. ¿Cuál es el problema? Eso debería ser motivo de elogio y alegría porque hay un semejante que ha tenido un logro. No veo por qué en primer lugar haya que dudar de sus posibilidades para alcanzar el éxito. Por qué alguien va a pensar que si tiene un móvil nuevo es porque hizo algo ilícito.

Pienso que cuando no somos capaces de ver “ojos bonitos en cara ajena”, es porque estamos poseídos por la envidia.

Sí, porque, a mi modo de ver, la envidia no es otra cosa que el reconocimiento inconsciente de nuestra incapacidad para alcanzar el éxito.

La razón por la que al envidioso le irrita el logro ajeno es porque de alguna manera se ve reflejado en un espejo, en el que se confronta con sus debilidades y temores, y con su incapacidad para lograr destacarse.

Una amiga muy cercana de la envidia es la comparación. Al nosotros poner en el otro el nivel para medir nuestro desempeño es probable que nunca estemos satisfechos, siempre nos faltará algo.

Nuestras metas no se pueden medir por el logro de los otros. Cada uno llega donde puede en función de la manera de gestionar inteligentemente sus diferentes alternativas. Como suelen decir: sabiendo jugar de la mejor forma posible las cartas que le dio la vida.

Sí veo que el otro tiene un móvil nuevo e inmediatamente siento que yo también quiero tenerlo, me estoy metiendo en problemas, ya que si no puedo tenerlo porque está por encima de mis posibilidades entonces me siento frustrado. Y no quiero decir con esto que haya que renunciar a las aspiraciones. No, de ningún modo. Las aspiraciones son necesarias porque disparan nuestra motivación. Pero debemos ser realistas sobre lo que aspiramos.

Todos somos diferentes. Eso es algo que deberíamos tener claro.

Con esa gran verdad presente en nuestros pensamientos nos ahorraríamos muchos malos ratos y dejaríamos de pertenecer al equipo de los envidiosos. Claro…, porque podríamos aceptar sin ningún tipo de inconvenientes que el logro del otro solo es una muestra de su éxito. No pensar que es algo que se me ha negado a mí. Ambos somos dos personas distintas y no necesariamente yo tengo que llegar donde llegó él. Todos podemos aspirar a ser presidentes de la república, pero es imposible que todos lleguemos. ¿Por qué eso tiene que ser motivo de envidia y frustración?

La envidia consume nuestras energías y crea una atmósfera de mala vibra a nuestro alrededor, lo que se traduce en problemas para relacionarnos. “Vive y deja vivir”. Es un gran lema que vale la pena poner en práctica.

Gracias por tu tiempo.

-Do you know the last one...!?

-No. What happened... Tell me!

-Do you know Rafael...?

-Yes, the guy who lives above your house. What happened to him...?

-The guy bought himself a great cell phone. A very expensive, state-of-the-art phone.

-And who would he mug...?

-It's no good... He's a good guy...

-But where's he going to get the money with all this money we've got?

-What do you know. Maybe he does something you don't know. Maybe he works on the Internet and gets paid in dollars.

-Uhmm. I don't know... I think it's suspicious...

The previous conversation reaches my ear while I'm waiting in that forum of indiscretion that is the public transport stop. When I'm low on ideas I pass by there and there is always something that stimulates my reflection.

It never ceases to amaze me to hear such conversations, especially when the protagonists are two young people of the new generations.

Time goes by, fashions change, the world becomes smaller due to the influence of technologies. And yet, there are still some resabios that are impervious to any change. Prejudices and distrust seem to have the benefit of eternity.

I have always been struck by the difficulty in accepting, celebrating and sharing the success of others.

If Rafael, the guy in the conversation, managed to get a new cell phone, good for him. What's the problem? That should be a reason for praise and joy because there is a fellow human being who has achieved something. I don't see why anyone should doubt his chances for success in the first place. Why would anyone think that if he has a new cell phone it is because he did something illegal.

I think that when we are not able to see "beautiful eyes in other people's faces", it is because we are possessed by envy.

Yes, because, in my opinion, envy is nothing more than the unconscious recognition of our inability to achieve success.

The reason why the envious person is irritated by the achievements of others is because in some way he sees himself reflected in a mirror, in which he is confronted with his weaknesses and fears, and with his inability to excel.

A very close friend of envy is comparison. As we set the standard by which to measure our performance, it is likely that we will never be satisfied; we will always be lacking something.

Our goals cannot be measured by the achievement of others. Each one reaches where he/she can according to the way he/she intelligently manages his/her different alternatives. As they say: knowing how to play in the best possible way the cards that life has dealt him.

If I see that the other person has a new cell phone and I immediately feel that I also want to have it, I am getting into trouble, because if I can't have it because it is beyond my means, then I feel frustrated. And I don't mean by this that you have to give up your aspirations. No, not at all. Aspirations are necessary because they trigger our motivation. But we have to be realistic about what we aspire to.
We are all different. That's something we should be clear about.

With that great truth present in our thoughts we would save ourselves a lot of bad times and we would stop belonging to the team of the envious. Of course..., because we could accept without any inconvenience that the other's achievement is only a sample of his success. Not to think that it is something that has been denied to me. We are both two different people and I don't necessarily have to get where he got to. We can all aspire to be president of the republic, but it is impossible for all of us to get there. Why should that be a reason for envy and frustration?

Envy consumes our energies and creates an atmosphere of bad vibes around us, which translates into relationship problems. "Live and let live." It's a great motto worth putting into practice.

Thank you for your time.
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Hasta una próxima entrega. Gracias.

Las fotos, la edición digital y los Gifs son de mi autoría.

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