Perder el tiempo | Losing time [ESP/ENG]

A medida que envejecemos nuestra percepción del tiempo va cambiando, tenemos más conciencia de su apresurado ritmo. De jóvenes casi no lo notamos e incluso puede tenerse la sensación de que el tiempo es eterno.

A mis sesenta y siete años me siento bastante bien, pero no puedo mentirme, no soy ningún muchacho. Y eso no tiene nada que ver con el estado de ánimo o espiritual, porque en realidad me veo en el espejo y siento que tengo muchos menos, me gusta estar activo y estar inventando todos los días algo nuevo. Pero los sesenta y siete están allí, anunciando que ya se ha recorrido un largo trecho, una verdad incuestionable ante la que no vale hacerse el loco.

Esa conciencia de que cada segundo es demasiado valioso me ha vuelto intolerante para muchas cosas, entre ellas la impuntualidad.

En estos días concerté una cita con un técnico para resolver un problema en la casa. Quedamos de acuerdo para las dos de la tarde. Al hablar con él le aclaré que para mí era importante que estuviese a esa hora, porque luego en la tarde salgo a caminar, una actividad que procuro no posponer por ningún motivo.

Eran la cuatro y el hombre no llegaba. Ya a esa hora mi ánimo estaba descompuesto, contrariado. Traté de comunicarme con él para decirle que no viniera ya pero su teléfono no funcionó. A las cuatro y diez me cambié de ropa y me fui a caminar, a disipar en el asfalto la rabia que cargaba.

Al llegar de la caminata mi esposa me indicó que el hombre había llegado a las cuatro y treinta y cinco, al parecer retrasado por algún percance. No tengo porque dudar de su palabra porque los percances le ocurren a cualquiera, nadie está exento de eso. Pero me sorprendió que le preguntara a mi esposa, en un tono molesto, que porqué yo no lo había esperado…

La verdad es que me impresionó el asunto. Aquello me pareció un poco el colmo de la arrogancia. El hombre se retrasa casi tres horas, no avisa nada y de paso se siente ofendido porque no me quedé esperando hasta que él apareciera o hasta el fin de los tiempos.

No voy a seguir el camino políticamente correcto diciendo que lo entiendo. No. Él debió pensar que eran altas las probabilidades de perder su viaje por cuanto estaba demasiado retrasado. Es obvio que se molesta porque piensa que su tiempo también es valioso, como el de todos. Pero es incapaz de ponerse en mi lugar. ¿Acaso yo si tenía que esperarlo indefinidamente? ¿A cuenta de qué mi tiempo vale menos…?

Reconozco que quizá años atrás en una situación semejante mi respuesta hubiese sido otra, y a lo mejor lo hubiese esperado. También reconozco que hay asuntos de la cotidianidad que me han vuelto mucho más sensible con este asunto de perder el tiempo.

Para una persona como yo que se gana la vida escribiendo e interactuando en una red social es demasiado importante contar con los recursos que permitan hacerlo, entre ellos el internet y la electricidad. Sin eso nos quedamos de manos cruzadas, impotentes, sin capacidad de acción.

Todos los que comparten mi nacionalidad saben de lo difícil que se ha vuelto contar regularmente con esos dos servicios básicos. Y en los últimos días en mi zona está peor. Son demasiados los días en que he estado a punto de no subir la publicación y he optado por trasladarme a otras zonas de la ciudad, a la casa de algún amigo caritativo que me haga el favor de prestarme su conexión a la virtualidad. Pero lo que se repite muchas veces al final cansa…

Todo eso va dejando en mí huellas de amargura, no puedo dejar de pensar que son situaciones que atentan contra mi buen uso del tiempo. Y no es que no le busque la vuelta a la cuestión. Si lo hago, me las ingenio. En ausencia de luz, escribo a mano a la luz de las velas, o me pongo a meditar en la oscuridad. Mientras llega el internet leo, saco fotos con el cell, escucho los pajaritos. Pero todos esos atenuantes no desaparecen la realidad: no hago lo que debía hacer, me atraso, incumplo agendas, en fin…un montón de pérdidas.

Que no queda otra, es verdad. Que al mal tiempo buena cara, también. Que amargarse es peor, una gran conclusión... A lo mejor me hace falta seguir insistiendo en el pensamiento Zen.

Gracias por tu tiempo.

As we grow older our perception of time changes, we become more aware of its hurried pace. When we were young we hardly noticed it, and you might even have the feeling that time goes on forever.

At sixty-seven I feel pretty good, but I can't lie to myself, I'm no boy. And that has nothing to do with mood or spiritual state, because in reality I look in the mirror and I feel that I have much less, I like to be active and to be inventing something new every day. But sixty-seven is there, announcing that I have already come a long way, an unquestionable truth in the face of which it is not worth pretending to be crazy.

This awareness that every second is too precious has made me intolerant of many things, including unpunctuality.

These days I made an appointment with a technician to solve a problem in the house. We agreed to meet at two o'clock in the afternoon. When I spoke to him I made it clear that it was important for me to be there at that time, because later in the afternoon I go for a walk, an activity that I try not to postpone for any reason.

It was four o'clock and the man did not arrive. Already at that hour my mood was depressed, upset. I tried to call him to tell him not to come but his phone didn't work. At ten past four I changed my clothes and went for a walk, to dissipate my rage on the asphalt.

When I arrived from the walk my wife told me that the man had arrived at four thirty-five, apparently delayed by some mishap. I have no reason to doubt her word because mishaps happen to anyone, no one is exempt from that. But I was surprised when he asked my wife, in an annoyed tone, why I had not waited for him....

The truth is that I was impressed by the matter. That seemed to me to be the height of arrogance. The man is almost three hours late, gives no warning, and by the way feels offended because I didn't wait for him to show up or until the end of time.

I'm not going to go the politically correct route by saying I understand. No. He must have thought the odds were high that he would miss his trip because he was too late. He is obviously upset because he thinks his time is valuable too, just like everyone else's. But he is incapable of putting himself in my place. Did I have to wait for him indefinitely? On what account is my time worth less...?

I recognize that maybe years ago in a similar situation my answer would have been different, and maybe I would have waited for him. I also recognize that there are everyday issues that have made me much more sensitive to this matter of wasting time.

For a person like me who makes a living writing and interacting on a social network it is too important to have the resources to do so, including internet and electricity. Without that we are left with our hands folded, powerless, unable to act.

Everyone who shares my nationality knows how difficult it has become to have those two basic services on a regular basis. And in recent days it has been worse in my area. There are too many days in which I have been on the verge of not uploading the publication and I have opted to move to other areas of the city, to the house of some charitable friend who would do me the favor of lending me his connection to virtuality. But what is repeated many times in the end gets tired....

All this leaves bitter traces in me, I can't help thinking that these are situations that threaten my good use of time. And it's not that I don't try to find a way out of it. If I do, I manage. In the absence of light, I write by hand by candlelight, or I meditate in the dark. While the internet comes on, I read, take pictures with my cell phone, listen to the birds. But all these mitigating factors don't make reality disappear: I don't do what I should do, I'm late, I don't keep my schedule, in short... a lot of losses.

It is true that there is nothing else to do, it is true. That bad times have a silver lining, it's also true. That being bitter is worse, a great conclusion? Maybe I need to keep insisting on Zen thinking.

Thanks for your time.

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Hasta una próxima entrega. Gracias.

Las fotos, la edición digital y los Gifs son de mi autoría.

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