Ser padre con una ex pareja difícil | Parenting with a difficult ex-partner [ESP/ENG]

Hay momentos en que nuestros planes no se dan como esperábamos. De pronto habíamos fantaseado con llegar a viejos al lado de nuestra amada compañera; nos imaginábamos en esa etapa de la vida, luego de haber criado a los hijos y con los nietos ya grandes, tomando el sol agarrados de la mano en soleadas plazas. Pero la vida nos depara una sorpresa y, en vez de eso, la relación termina estrepitosamente.

Si no hay hijos de por medio solo tendremos que dar tiempo al tiempo hasta que sane nuestro destrozado corazón. Pero si hemos procreado hijos y están pequeños las cosas pueden convertirse en un camino de espinas.

Tuve la mala experiencia de separarme de una unión en la que tenía un poco más de once años. En ese entonces mis dos hijos estaban relativamente pequeños, uno de diez y otro de cinco. Yo trabajaba en una ciudad distante a donde teníamos el hogar familiar. Y cuando me separé decidí mudarme a un sitio que me quedara más cerca del trabajo.

Había acordado con la madre de mis hijos que los fines de semana yo buscaría a los niños. Los recibiría el viernes en la tarde y los entregaría el domingo pasado el mediodía. Como el sitio quedaba muy retirado, unos cien kilómetros de mi casa, habíamos quedado que a manera de concesión, para que me rindiera el tiempo de estar con mis hijos, la madre me los acercaría cada quince días a un sitio intermedio. De ese modo yo no tendría que hacer el viaje completo todas las semanas.

Pero el acuerdo nunca se cumplió, las veces que me tocaba recibir a los niños en el punto intermedio la madre llegaba con retraso y en algunas oportunidades, pues sencillamente no llegaba. Eran tiempos donde no existía la telefonía celular, y yo me quedaba esperando inútilmente largas horas en el terminal de pasajeros.

Esa situación se prolongó casi dos años y logró agotar la paciencia de uno de los hijos. Un día el niño me dijo que no iba a venir más conmigo y el otro me dijo que sí, así que me traía uno solo. Yo comprendía que para ellos también era cansón hacer ese largo viaje todas las semanas. Fueron tiempos muy duros para mí.

Afortunadamente la situación cambió para bien. Mi ex terminó el trabajo que hacía en aquella ciudad y decidió buscar un nuevo empleo en la ciudad donde yo vivía.

Entonces las peticiones cambiaron de sentido, fue ella la que tomó la iniciativa y me dijo si podía estar más tiempo con los niños. Ella sabía que para mí aquello no era ningún problema. Y pasé de verlos una vez a la semana, con muchas dificultades y saboteos, a verlos todos los días, y era frecuente que los dos hijos se quedaran a dormir en mi casa.

En ese tiempo me organicé para estar con ellos todo el día si era necesario. Nunca he tenido problemas con atender a mis hijos adecuadamente.

Cuando se da una separación y quedan hijos de por medio lo ideal es que ambos padres se pongan de acuerdo. Pero muchas veces no es así. Lamentablemente puede prevalecer la rabia y el rencor, y se usan a los niños para aumentar el sufrimiento del ex o de la ex.

En esas situaciones no se piensa que también se les hace un daño a los hijos, puesto que se les está privando de la posibilidad de crecer con la orientación de ambos padres, de conocer otras formas de ver la vida.

La separación no tiene por qué significar en ningún momento la ruptura con los hijos. Pero algo tan obvio no se entiende en muchos casos.

Tengo un amigo que su ex se las ingenió para que más nunca pudiera ver a su hija. Y el hombre no era ningún delincuente ni nada por el estilo. Por el contrario, era un padre amoroso. Ante la disyuntiva de involucrar a la niña en largos procesos judiciales, donde tuviera que mal poner a la madre, prefirió apartarse, con las graves consecuencias que indudablemente eso le trajo a la niña y a él.

En las rupturas de parejas a veces se quebrantan todas las normas de la convivencia civilizada y se olvida que el interés de los hijos está por encima de cualquier interés personal de una de las partes.

Lamentablemente mis hijos conocieron esa mala experiencia y seguramente que en algo les afectó. Nunca he hablado con ellos sobre ese asunto. Pero lo cierto es que ambos son unos padres excelentes y hacen lo imposible por estar al lado de mis nietas.

Gracias por tu tiempo.

There are times when our plans do not work out as we had hoped. Suddenly we had fantasized about growing old with our beloved partner; we imagined ourselves at that stage of life, after having raised the children and with the grandchildren grown up, sunbathing hand in hand in sunny squares. But life throws us a surprise and, instead, the relationship comes to a crashing end.

If there are no children involved we will just have to give time to time until it heals our shattered hearts. But if we have procreated children and they are small, things can become a thorny path.

I had the bad experience of separating from a union when I was a little over eleven years old. At that time my two children were relatively young, one ten and one five. I was working in a city far away from where we had the family home. And when I separated I decided to move to a place that was closer to work.

I had agreed with the mother of my children that on weekends I would pick up the children. I would receive them on Friday afternoon and deliver them on Sunday after noon. As the place was very far away, about a hundred kilometers from my house, we had agreed that as a concession, so that I would have the time to be with my children, the mother would bring them to me every two weeks to an intermediate place. That way I would not have to make the full trip every week.

But the agreement was never fulfilled, the times that I had to receive the children at the intermediate point the mother arrived late and sometimes she simply did not arrive at all. Those were times when there was no cell phone, and I was left waiting uselessly for long hours at the passenger terminal.

This situation lasted almost two years and managed to exhaust the patience of one of the children. One day the boy told me that he was not going to come with me anymore and the other one told me that he would, so he brought me only one. I understood that it was tiring for them, too, to make that long trip every week. Those were very hard times for me.

Fortunately the situation changed for the better. My ex ended the job he was doing in that city and decided to look for a new job in the city where I lived.

Then the requests changed direction, she was the one who took the initiative and asked me if I could spend more time with the children. She knew that it was no problem for me. And I went from seeing them once a week, with many difficulties and sabotage, to seeing them every day, and it was frequent that the two children slept over at my house.

During that time I organized myself to be with them all day if necessary. I have never had a problem with taking care of my children properly.

When there is a separation and children are involved, ideally both parents should agree. But many times this is not the case. Unfortunately, anger and resentment can prevail, and the children are used to increase the suffering of the ex.

In these situations, one does not think that harm is also done to the children, since they are being deprived of the possibility of growing up with the guidance of both parents, of knowing other ways of seeing life.

The separation does not have to mean at any moment the rupture with the children. But something so obvious is not understood in many cases.

I have a friend whose ex arranged for him never to be able to see his daughter again. And the man was not a criminal or anything like that. On the contrary, he was a loving father. Faced with the dilemma of involving the girl in long legal proceedings, where he would have to put the mother in a bad light, he preferred to walk away, with the serious consequences that this undoubtedly brought to the girl and to him.

In the breakups of couples sometimes all the rules of civilized coexistence are broken and it is forgotten that the interest of the children is above any personal interest of one of the parties.

Unfortunately, my children knew that bad experience and it surely affected them in some way. I have never talked to them about it. But the truth is that they are both excellent parents and go out of their way to be there for my granddaughters.

Thank you for your time.

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Hasta una próxima entrega. Gracias.

Las fotos, la edición digital y los Gifs son de mi autoría.

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