Mar visitaba con frecuencia San Joaquín de Navay, un pueblo de Venezuela en el que durante las noches más oscuras es fácil imaginar al Chupacabras debajo de los árboles, al silbón escondido en los esteros o a la sayona buscando a sus hijos en el río.

Corría el año 2003 y Mar se encontraba en la casa de su abuela, la cual estaba ubicada a pocos metros de una casa que funcionaba como matadero del pueblo. Durante el día era común escuchar el llanto de cualquier animal indefenso que sacrificaban para la comercialización de las carnes.

Cierto día, el encargado de llevar a cabo los sacrificios enfermó, por lo que decidieron cerrar temporalmente el matadero y no recibieron más animales. Durante 2 días dejó de oírse el llanto de los animales, algo que todos los vecinos pudieron notar, pues el matadero estaba fuera de servicio.

Una noche de lluvia y de fuertes relámpagos que iluminaban momentáneamente los alrededores del pueblo dejando ver durante segundos las calles y las casas vecinas, Mar y su tía escucharon un fuerte ruido en seco que las despertó de inmediato, el sonido parecía el de un hacha golpeando contra la madera, ellas se asomaron por la ventana buscando el origen del ruido y pudieron determinar que venia del matadero. A lo lejos se podía divisar la silueta de un hombre usando un machete contra lo que por su tamaño parecía una res, pero aquel pobre animal no emitía sonido alguno, lo cual las dejó muy extrañadas.

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Pronto cesó el ruido del golpe del machete, eran aproximadamente las 4 de la mañana cuando Mar y su tía se volvieron a asomar para mirar hacia el matadero, pero no vieron más que penumbra interrumpida brevemente por la luz de los relámpagos en la lejanía.

Al día siguiente, con los primeros rayos del sol matutino Mar pudo ver con mayor claridad hacia el matadero, pero no vio nada inusual, estaba cerrado y sin animales. En el trascurso de la mañana pasó junto a su tía por el matadero y preguntaron a quienes vivían allí si la noche anterior habían sacrificado algún animal, y estos les respondieron que hacía días no se habían sacrificado ni llevado animales al matadero, pues el encargado seguía enfermo.

Mar y su tía no consiguieron una explicación para esta visión, pues hasta el día de hoy no entienden como pudo un hombre estar realizando tal acción a tan altas horas de la madrugada y en plena oscuridad, cuando el matadero estaba temporalmente fuera de servicio y sin reses, y lo más misterioso de todo, que aquel animal no emitiese sonido alguno.

Mar was a frequent visitor to San Joaquín de Navay, a town in Venezuela where during the darkest nights it is easy to imagine the Chupacabra under the trees, the whistler hiding in the marshes, or La Llorona looking for her children in the river.

It was 2003 and Mar was at her grandmother's house, which was located a few meters from a house that served as the town's slaughterhouse. During the day it was common to hear the cries of any defenseless animal that was slaughtered for the commercialization of meat.

One day, the person in charge of carrying out the slaughtering became ill, so they decided to close the slaughterhouse temporarily and no more animals were received. For two days the animals stopped crying, something that all the neighbors could notice, because the slaughterhouse was out of service.

One night of rain and of strong lightning that momentarily illuminated the surroundings of the town, letting see for seconds the streets and the neighboring houses, Mar and her aunt heard a loud noise that woke them up immediately, the sound seemed like an axe hitting against the wood, they looked out the window looking for the origin of the noise and they could determine that it came from the slaughterhouse. In the distance they could make out the silhouette of a man using a blade against what seemed to be a cattle, but the poor animal did not make a sound, which made them strangely surprised.

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Soon the noise of the blade blow ceased, it was about 4 o'clock in the morning when Mar and her aunt turned to look towards the slaughterhouse, but they saw nothing but darkness briefly interrupted by the light of lightning in the distance.

The next day, with the first rays of the morning sun Mar could see more clearly towards the slaughterhouse, but saw nothing unusual, it was closed and without animals. In the course of the morning she and her aunt passed by the slaughterhouse and asked the people who lived there if any animals had been slaughtered the night before, and they replied that no animals had been slaughtered or taken to the slaughterhouse for days, as the foreman was still ill.

Mar and her aunt did not get an explanation for this vision, because to this day they do not understand how a man could be performing such an action at such late hours of the morning and in darkness, when the slaughterhouse was temporarily out of service and without cattle, and most mysterious of all, that the animal did not emit any sound.