¿Dónde está el doctor Castillo?

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El doctor Castillo caminó pensativo directo al garaje. Lo esperaban en la casa de la playa de su madre para el agasajo de despedida. Encendió el motor y esperó cerca de cinco minutos al que el lujoso y deportivo bólido descapotado calentara.

Observó la amplia pantalla del teléfono inteligente con el cual controlaba las cámaras de vigilancia exterior para cerciorarse del estado de la calle. No es que fuera paranoico, tan solo era una medida de prudencia ante la creciente ola de secuestro acontecido en las urbanizaciones aledañas.

Con lentitud, las rejas eléctricas fueron abriéndose mientras él avanzaba hacia la salida, según lo recomendado por los asesores que instalaron el sistema de seguridad. Activó el equipo de sonido conectando con la aplicación de su dispositivo, retomando la sesión de Pódcast sobre el último coloquio de neurociencia compartido en el chat privado de la institución donde investigaba.

El sol era muy radiante en el cielo despejado y el calor suficiente para sofocarlo. Le obligó a renunciar a la sensación de libertad de manejar sin el techo desplegado. No tardó más de 10 segundo en estar encerrado en la contenida cavidad de la maravilla automotriz que se resistía a ceder ante la era de lo eléctrico, y no dudó, en encender el silencioso aire acondicionado.

Avanzó hasta la salida de la urbanización cuando abruptamente fue interceptado por tres camionetas de color negro brillante sin placas de identificación.

Pensó en maniobrar e intentar eludir el cerco y poner a prueba la potencia del motor, pero ya era demasiado tarde. Del vehículo ubicado en frente descendieron dos hombres ataviados con trajes y lentes negros. Reconoció a uno de ellos y su alma volvió a la calma.

—¡Doctor Castillo, está listo para acompañarnos!

—¡Disculpen, pero mi decisión es irrevocable!

—El jefe no acepta un no por respuesta. Además, usted sabe que no tiene opción.

—¡Ahorita no puedo! Tengo un compromiso familiar y con mis alumnos. —Contestó con firmeza.

—¡No se preocupe por eso, doctor! Ya nuestra gente avisó que no irá al evento.

—¡Qué! ¡Están locos! —, exclamó con cierta turbación.

En aquel momento, el doctor, casi por instinto, subió el vidrio lateral que hacía breves momentos bajara para atenderlos. Pensó en lo aprendido en sus investigaciones y entró en una especie de trance hipnótico.

El tiempo pareció detenerse mientras observaba como el mundo alrededor se desvanecía, liberándole de la realidad que, hasta ese entonces, lo esclavizaba a un aquí y ahora.

Sintió miedo, pero no cesó el salto iniciado. Pronto la paz lo invadió cuando accedió al plano de la realidad que solo vislumbraba en sus investigaciones.

Desde entonces nadie sabe del doctor Castillo.

Fin

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Un cuento original de @janaveda

Todas las imágenes fueron generadas por Stable Difussion y editadas por mí.

Licencia CC01.0 de Creative Commons

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Muchas gracias por leerme, espero sea de su agrado.



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Saludos @javaneda
Relato corto de matices ficcionales, el final genera la impresión de algo que continúa de alguna manera, en algún lugar y en algún tiempo.

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Hola @joalheal

Si estoy de acuerdo contigo. El relato breve deja una interrogante sin responder con certeza sobre lo acontecido con el doctor.

Quizás, me anime a escribir en un futuro una edición del mismo.

Gracias por pasar.

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Interesante historia. ¿El salto que dio el doctor está basado en algún tipo de estudio o teoría o es simplemente ficción? Me dio mucha curiosidad. Sea cuál sea la respuesta, pienso que el relato cumple bien la función de generar interrogantes en el lector, gracias al misterio que plantea. Saludos.

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Hola @juniorgomez,

Si, el relato breve está inspirado en la desaparición en 1994 del doctor Jacobo Grinberg. Hecho aún envuelto en la penumbra del misterio y la conspiración.

Ahora, con respecto al salto, es una mezcla entre ficción y la teoría del propio investigador desaparecido. Una historia que supera con crece al ejercicio de mi imaginación.

Saludos.

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