Micro ficción: El duelo

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El Duelo

La disputa entre los hermanos por el amor de la princesa era ineludible. Ambos son guerreros esforzados equiparados en fuerza y habilidad, pero difieren diametralmente en la actitud a la vista de los demás.

El hermano mayor con un trato hostil y petulante infunde temor por la ferocidad de sus acciones y reacción impredecible. En cambio, el menor es respetado por ser magnánimo, en especial con el enemigo.

Nadie podía resistirlos en el campo de batalla cuando combatían hombro con hombro a la cabeza de las legiones. Un equilibrio inestable y aterrador para quienes osaban amenazar la integridad de los territorios de la confederación.

El pueblo estaba dividido entre quien de los dos debía heredar el trono. Así que, tanto los consejeros como quienes desempeñaban el servicio real, tenían la esperanza en la larga vida del rey.

Por tradición, aunque el mayor de los príncipes tenía la primera opción en la línea de sucesión. Este debía ser ratificado por el consejo de los ancianos con base en la idoneidad y en el mérito.

Además, antes debía cumplir con el requisito indispensable de desposar a la princesa real de la aliada ciudad imperial.

La joven princesa al cumplir la edad exigida viajó con un séquito numeroso para ocupar el palacete según estaba estipulado en los tratados de la confederación.

Ella, joven y romántica, quedó impregnada a primera vista por la excelsa personalidad del menor de los príncipes. Con el pasar de los días, entre actos oficiales y encuentros casuales era evidente la atracción mutua de los jóvenes.

Con amargura en el corazón, el mayor de los hermanos vio como peligraba su derecho a una sucesión indeterminada, pues su padre, el rey, gozaba de una envidiable salud y vitalidad.

Él también sintió una fuerte atracción por la bella princesa, y pronto el celo obnubiló el amor por su hermano al ver que él, no era correspondido.

Un ejército enemigo expedicionario atacó el sur del territorio, y como siempre, los hermanos encabezaron los ejércitos en el contraataque, y aunque el éxito estuvo con ellos, por primera vez no fue producto del ejemplo de los príncipes dejando en el terreno a muchos guerreros. Ambos decidieron pelear por separado bajo las órdenes directas del propio rey.

Entre los guerreros cundió el malestar por las muertes evitables de amigos, así que la gente pronto culpó a la rivalidad evidente aupada por el amor de la princesa.

No tardó mucho tiempo para que el mayor de los hermanos retara a un duelo al hermano, quien con hondo pesar aceptó según el código de honor de la familia real.

La lucha se prolongó por horas en la plaza mayor a la vista de todo el pueblo. La sangre emanaban de las serias heridas propinadas. Ninguno estaba dispuesto a ceder y el desenlace mortal era una posibilidad cierta.

Desde el balcón exterior del palacio, lugar de las proclamas reales, la princesa desfallecía de terror y culpa por ser la causa del nefasto encuentro. En un acto de desesperación ella brincó por encima de la baranda cayendo muerta en la plaza.

Ambos príncipes exhaustos y mal heridos detuvieron el blandir de las armas e intentaron revivir a la princesa, mientras sentían las almas escaparse, pero ya era tarde y sabían que ellos también correrían la misma suerte.

Alguien gritó entre la muchedumbre, «Larga vida al rey.» Mientras todos lloraban la tragedia.

Fin

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Una micro ficción original de @janaveda

Imagen de Gioele Fazzeri en Pixabay

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Muchas gracias por leerme, espero sea de su agrado.



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4 comments
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La ficcionalidad de este relato es hermosa, los sucesos van dando respuesta a la trama de manera tal que nada que suelto y todo quedó como al principio; con el rey en su lugar. Maravillosos.

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