Muero | Escritos de una mente desequilibrada LXXVII

Muero, me veo morir, una y otra vez, es raro, no siento pesar o temor, no siento rabia o desánimo, solo siento vacío, calma, una ausencia de todas las emociones y sentimientos que con normalidad se encargan de abrumarme.

Duermo, me veo dormir, pero esa no es la realidad, estoy de costado en la cama, abrazo a una almohada, el frío que siento no sé si es por la ausencia de vida en mi cuerpo o por el aire acondicionado que me da de lleno en la cara, bueno, en la cara del cuerpo sin vida en la cama, en mi cama. Me provoca arroparme un poco más y darme un abrazo, tomar mi propia mano como siempre lo hice, pero antes de siquiera inclinarme hacia mi propio cuerpo la escena cambia.

Ahora estoy boca arriba en la cama, mis ojos abiertos viendo hacia la nada, casi sonriendo, mi mano derecha está extendida hacia afuera de la cama, un gran corte a lo largo de mi muñeca, ya no fluye la sangre, ya no cae huyendo por su vida, ahora solo se seca poco a poco en el piso como si fuera una pintura de arte muy mal hecha, como si ni siquiera en la muerte encontrara su lugar, como si nunca hubiera tenido lugar alguno al que pertenecer.

Me veo morir varias veces más en la cama, cada una peor que la anterior, podría haberme visto morir durante mucho más tiempo, pero abrieron la puerta y sin importar que quisiera ver quién me iba a encontrar sin vida, todo volvió a cambiar, si pudiera poner en una línea de tiempo lo que estaba pasando, lo que acaba de ver era el presente, ahora me encontraba en el pasado, en la universidad, fingiendo vivir sin saber hacerlo bien.

Camino, me veo caminar por el medio de la calle con mis amigos de la universidad mientras fumamos y nos quemamos poco a poco con el sol, a pesar de ir escuchando música con los audífonos escuché claramente cuando el carro comenzó a acercarse y cómo mis amigos se quitaron del medio de la calle, yo seguí mirando al frente, caminando en el medio, y gracias a que el autobús iba más rápido de lo que debería terminé muriendo. No escuché gritos, no sentí dolor, una muerte que nunca olvidaría.

Uno de los últimos días del semestre la pasé llorando, una última clase donde un profesor invitado nos estaba dando una clase sobre la logoterapia, una terapia que se centra en la búsqueda del sentido de la vida, un sentido que nos motive lo suficiente como para seguir con vida. No morí ese día, pero ahora sí me veo morir, estuve varias horas llorando a 15 metros del salón incontrolablemente, y justo cuando llegaba el momento en el que me calmaba y volvía al salón, me calmé, pero solo para tomar la hojilla de emergencia que siempre llevaba conmigo y cortarme el cuello. Quedé recostándome sobre la mesa como si estuviera durmiendo, solo que la sangre le daba otra perspectiva a la situación.

Salto, me veo saltar de la azotea de un edificio, aunque en realidad debo decir que me veo dejar caer, con mucha facilidad pude haberme tomado de la baranda, pero no, por lo visto pude lograr contener ese impulso y me vi caer, es curioso el sonido que hace el cuerpo humano cuando cae varias decenas de pisos. Las personas a mi alrededor no notaron mi ausencia, en algún punto alguien preguntó por mí, pero la pregunta se perdió entre todas las conversaciones que estaban teniendo lugar, así que en un parpadeo todo vuelve a cambiar, solo que no esperaba ver el futuro, o lo que podría llegar a serlo.

Hablo, me veo hablar. Sin creerlo reconozco donde estoy, que sería la casa de unas amigas de mis amigas, una reunión que puedo llegar a considerar terapia, solo que no es así, nunca lo será, dicha reunión nunca tendrá lugar, no sucederá. Una de ellas se sentó a mi lado en el sofá que era extremadamente y notó las cicatrices en mis brazos, le sonreí mientras ella me miraba con preocupación y me preguntó si estaba bien. Había cortes nuevos entre las viejas cicatrices. Le dije que no y tomé un trago de vodka para volver a sonreírle.

Ahí estaba yo, de pie en una esquina de la habitación, viéndome en el sofá, viéndome desangrarme en el medio de la habitación sobre una alfombra rosa hermosa, que se volvía más roja a cada segundo que pasaba. Escuchar mi risa tres veces a la vez fue lo único que me sacó del trance en el que estaba, lo único que me sacó de la alucinación que estaba teniendo, lo único que me despertó de un sueño que hace mucho tiempo había dejado de serlo.

I die | Writings of an Unbalanced Mind LXXVII

I die, I see myself die, over and over again, it is strange, I do not feel regret or fear, I do not feel anger or discouragement, I only feel emptiness, calm, an absence of all the emotions and feelings that normally overwhelm me.

I sleep, and I see myself sleeping, but that is not the reality, I am on my side in bed, hugging a pillow, cold I feel I do not know if it is because of the absence of life in my body or because of the air conditioning that hits me full in the face, well, in the face of the lifeless body in bed, in my bed. I'm provoked to tuck myself in a little tighter and give myself a hug, take my own hand as I always did, but before I even lean into my own body the scene changes.

I am now face up on the bed, my eyes open looking out into nothingness, almost smiling, my right hand is stretched out of bed, a large gash along my wrist, no longer flowing blood, no longer falling running for its life, now just slowly drying on the floor as if it were a very poorly done art painting as if even in death it never found its place as if it never had any place to belong.

I see myself die several more times in bed, each one worse than the last, I could have watched myself die for much longer, but they opened the door and no matter who I wanted to see who was going to find me lifeless, everything changed again, if I could put on a timeline what was happening, what I just saw was present, now I was in the past, in college, pretending to live without knowing how to do it right.

I walk, I see myself walking in the middle of the street with my friends from the university while smoking and burning little by little with the sun, even though I was listening to music with my headphones I heard clearly when the car started to approach and how my friends moved out of the middle of the street, I kept looking in front, walking in the middle, and thanks to the bus going faster than it should I ended up dying. I heard no screams and felt no pain, a death I would never forget.

One of the last days of the semester I spent crying, one last class where a guest professor was giving us a class on logotherapy, a therapy that focuses on the search for the meaning of life, a meaning that motivates us enough to stay alive. I did not die that day, but now I see myself dying, I was several hours crying uncontrollably 15 meters away from the classroom, and just when the time came for me to calm down and return to the classroom, I calmed down, but only to take the emergency blade that I always carried with me and cut my neck. I lay on the table as if I were sleeping, only that the blood gave another perspective to the situation.

I jump, I see myself jumping from the roof of a building, although in reality, I must say that I see myself falling, I could have easily grabbed the railing, but no, apparently I was able to contain that impulse and I saw myself falling, it is curious the sound that the human body makes when it falls several dozen floors. The people around me did not notice my absence, at some point, someone asked about me, but the question was lost among all the conversations that were taking place, so in the blink of an eye everything changed again, I just did not expect to see the future, or what it could become.

I speak, I see myself speaking. Without believing it I recognize where I am, that it would be the house of some friends of my friends, a meeting that I can come to consider therapy, only it is not so, it never will be, such a meeting will never take place, it will not happen. One of them sat next to me on the couch which was extremely and noticed the scars on my arms, I smiled at her while she looked at me with concern and asked me if I was ok. There were new cuts between the old scars. I told her no and took a swig of vodka to smile back at her.

There I was, standing in the corner of the room, watching myself on the couch, watching myself bleed out in the middle of the room on a beautiful pink carpet, getting redder with each passing second. Hearing my laughter three times at once was the only thing that brought me out of the trance I was in, the only thing that brought me out of the hallucination I was having, the only thing that woke me up from a dream that had long since ceased to be a dream.