The reunion | Writings of an Unbalanced Mind LXXV

It is almost impossible to get the nerves out of me, from inside me; in the brothel where I work they told me to attend this meeting punctually, my payment would be made effective the moment I finished and left here, it was going to be more money than I was used to receive, so I had to do everything they ordered me to do. I am very good at that, following orders, letting them do what they want with my body, I enjoy it, very much, especially when I am used by someone who knows what they want and is not afraid to take it.

In costume, all the people present were dressed in a suit, I imagine that just like me it was custom made, plus the event organizers provided it. Everything was white: walls, furniture, beds, I even got to see pools and rooms without doors on the sides of the giant room that also followed the pattern of decoration, there were few details in color, perhaps the drinks that everyone had, and the trail of black suits that we all wore. I stood at the bar, ordered a glass of water, and when I finished it, the speech that started everything began.

I remember it perfectly, the level of sophistication of everything, for a second I felt insufficient in that place, that I didn't belong, but something in the speech took me out of that thought, out of that feeling, it made me put my feet on the ground avoiding me to have an anxiety attack in front of all the people present. Nobody could force us to do anything, we did not have to accept any invitation, we did not have to participate if we did not want to, there was that public room, there were semi-private rooms, there was nothing more to say, it was a night of sensations and pleasure, it only remained to enjoy it.

Those words took a weight off my mind, I thought that the person who had invited me would be all over me, wanting to use me as much as he wanted in front of all these people to justify my presence in this exclusive meeting where no one had a name, where many people already knew each other, plus public faces that were impossible to forget, where they were seen with very different companions than those who usually have publicly. I thought I would have a collar around my neck and I would only have the option to comply with the orders given to me.

It was not like that, the atmosphere was very different from what I expected, so I soon felt calm, observing everything around me, even at times I wanted to get to participate, but he told me that tonight would be my rest, I had no obligation to do anything, the money would come to me anyway, so I did not have to worry about anything. I ended up in the pool, naked, swimming and enjoying the temperance of the water, at some point no one had clothes on anymore, and if I could have seen the panorama from above, I know it would have looked like a white table where the black pieces of a puzzle were scattered all over the place without any sense. That image made me smile, I sighed getting out of the pool, and lay on my back closing my eyes to rest for a moment and just be left with the sounds of pleasure that human beings are capable of producing when no one judges them in full freedom to be as they please.

As if perfectly timed I decided to leave at the same time as him, there were still many people inside, and doing nothing had tired me more than I expected. I recognized him and tried to smile, I knew I had seen him before, but I couldn't remember from where. He offered me his hand and I took it, it was warm, bigger than mine, perfect with its imperfections. I let him lead me to his car and for a long time, he drove all over town in silence, the cold coming in through the open car windows.

He did something I never expected, which I know was the beginning of my eternal descent at his feet. To fill the void between us he played music, Florence + The Machine, something as simple as that made me squirm in my seat and I could only look at him smiling as if I had known him for a long time and there was only understanding and comprehension in our relationship. At some point I told him where he had to leave me, before getting out of the car he gave me a card, his card, he told me to call him, that he would give me the information about the next meeting, and that this time we would go together, the desire invaded my body and I could only nod, needing the arrival of the moment when we would see each other again.

La reunión | Escritos de una mente desequilibrada LXXV

Es casi imposible quitarme los nervios de encima, de adentro de mí; en el prostíbulo donde trabajo me dijeron que asistiera puntualmente a esta reunión, mi pago se haría efectivo en el momento que terminara y saliera de aquí, iba a ser más dinero del que estaba acostumbrade a recibir, así que debía hacer todo lo que me ordenaran. Se me da muy bien eso, seguir órdenes, dejar que hagan lo que quieran con mi cuerpo, lo disfruto, mucho, en especial cuando me utiliza alguien que sabe lo que quiere y no tiene miedo de tomarlo.

De traje, todas las personas presentes estaban vestidas con un traje, imagino que al igual que a mí estaba hecho a la medida, además de que fue proporcionado por los organizadores del evento. Todo era blanco: paredes, muebles, camas, incluso llegué a ver piscinas y habitaciones sin puertas a los costados de la sala gigante que también seguían el patrón de decoración, había pocos detalles en color, quizás las bebidas que tomaba cada quién, y el rastro de trajes negros que todes usábamos. Me situé en la barra, pedí un vaso de agua y al terminarlo comenzó el discurso que daba inicio a todo.

Lo recuerdo a la perfección, el nivel de sofisticación de todo, por un segundo me llegué a sentir insuficiente en ese lugar, que no pertenecía, pero algo en el discurso me sacó de ese pensamiento, de esa sensación, me hizo poner mis pies sobre la tierra evitando que tuviera un ataque de ansiedad frente a todas las personas presentes. Nadie podía obligarnos a nada, no teníamos que aceptar ninguna invitación, no teníamos que participar si no queríamos, estaba esa sala pública, había salas semi privadas, no había nada más que decir, era una noche de sensaciones y placer, solo restaba disfrutarlo.

Esas palabras me quitaron un peso de encima, pensé que la persona que me había invitado estaría encima de mí, queriendo usarme todo lo que quisiera frente a todas estas personas para así justificar mi presencia en esta exclusiva reunión donde nadie tenía nombre, donde mucha gente ya se conocía, además de caras públicas que era imposible olvidar, donde se les veía con acompañantes muy diferentes a quienes suelen tener públicamente. Pensé que tendría un collar alrededor de mi cuello y solo tendría la opción de cumplir con las órdenes que me dieran.

No fue así, el ambiente era muy diferente a lo que esperaba, así que pronto me sentí en calma, observando todo a mi alrededor, incluso en ocasiones quise llegar a participar, pero me dijo que esta noche sería mi descanso, no tenía la obligación de hacer nada, el dinero llegaría igual a mí, así que no tenía que preocuparme por nada. Terminé en la piscina, desnude, nadando y disfrutando de la templanza del agua, en algún punto ya nadie tenía ropa puesta, y si hubiera podido ver el panorama desde arriba, sé que se vería como una mesa blanca donde las piezas negras de un rompecabezas estaban desparramadas por todos lados sin sentido alguno. Esa imagen me hizo sonreír, suspiré saliendo de la piscina y me acosté boca arriba cerrando los ojos para descansar un momento y solo quedarme con los sonidos de placer que son capaces de producir los seres humanos cuando nadie les juzga en plena libertad de ser a su gusto.

Como si estuviera perfectamente cronometrado decidí irme al mismo tiempo que él, aún quedaban muchas personas adentro, y no hacer nada me había cansado más de lo que esperaba. Le reconocí e intenté sonreír, sabía que le había visto antes, pero no recordaba de dónde. Me ofreció su mano y la tomé, era cálida, más grande que la mía, perfecta con sus imperfecciones. Le dejé llevarme a su carro y por mucho tiempo condujo por toda la ciudad en silencio, con el frío entrando por las ventanas abiertas del carro.

Hizo algo que no esperaba nunca, y que sé fue el inicio de mi descenso eterno ante sus pies. Para llenar el vacío entre nosotres puso música, a Florence + The Machine, algo tan simple como eso me hizo revolverme en el asiento y solo pude mirarlo sonriendo como si lo conociera desde hace mucho tiempo y solo existiera comprensión y entendimiento en nuestra relación. En algún momento le dije dónde tenía que dejarme, antes de bajarme del carro me dio una tarjeta, su tarjeta, me dijo que lo llamara, que me daría la información de la siguiente reunión, y que esta vez iríamos juntes, el deseo invadió mi cuerpo y solo pude asentir, necesitando la llegada del momento en el que nos volviéramos a ver.