First date/ Primera cita(eng/esp)

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Ella had always been a bit of a romantic. She loved the idea of falling in love, of meeting someone who would sweep her off her feet and make her feel like she was the only person in the world. But for all her daydreaming, she had never actually been on a real date before. She had never even been kissed. So when her friend set her up on a blind date with a guy named Max, she was both nervous and excited.

Max was tall and lanky, with shaggy brown hair and an easy smile. He met her at a cozy little café in the heart of the city, and they sat outside in the sunshine, sipping coffee and talking. Ella was pleasantly surprised at how easy it was to talk to him. He was funny and charming, and he seemed genuinely interested in getting to know her.

As they chatted, Ella found herself opening up to him in a way she had never done before. She told him about her love of books and movies, her dreams of traveling the world, and her struggles with anxiety. Max listened attentively, nodding and asking questions, and before she knew it, they had been talking for hours.

As the sun began to set, Max suggested they take a walk along the river that ran through the city. Ella agreed, feeling a little nervous but also excited at the prospect of being alone with him. As they strolled along the water, Max slipped his hand into hers, and Ella felt a jolt of electricity run through her body.

They walked in silence for a few minutes, just enjoying each other's company, and then Max turned to her and said, "You know, Ella, I feel like we've really connected today. I know we just met, but I feel like I could talk to you forever. I was wondering if you'd like to go out with me again sometime."

Ella felt her heart flutter in her chest. She had been hoping he would ask her out again, but she didn't want to seem too eager. "I'd love to," she said, trying to keep her voice casual.

Max smiled and squeezed her hand. "Great. How about next weekend? I was thinking we could go to the beach and watch the sunset."

Ella's heart skipped a beat. The beach? The sunset? It sounded like something out of a movie. "That sounds perfect," she said, smiling back at him.

As they continued their walk, Ella couldn't help but feel like she was living in a dream. Max was everything she had ever wanted in a guy—smart, funny, kind, and attentive. And he seemed to really like her, too. It was almost too good to be true.

When they reached her apartment building, Max gave her a quick hug and said goodbye, promising to text her later that night. Ella floated up the stairs to her apartment, feeling lighter than air. She couldn't wait to see him again.

Over the next week, Ella and Max texted back and forth constantly, sharing jokes, music, and pictures of their pets. Ella found herself looking forward to his messages with a mix of excitement and nervousness. What if he didn't like her as much as she liked him? What if she said something stupid and ruined everything?

But when Saturday finally arrived, Ella pushed those thoughts aside and focused on getting ready for their date. She spent hours trying on different outfits and doing her hair and makeup, trying to find the perfect balance between casual and cute.

When Max arrived to pick her up, she felt a surge of nerves. But as soon as she saw him, all her worries melted away. He was wearing a Hawaiian shirt and flip flops, and he looked so happy and relaxed that Ella couldn't help but smile.

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       Spanish

Ella siempre había sido un poco romántica. Le encantaba la idea de enamorarse, de conocer a alguien que la conquistara y la hiciera sentir la única persona del mundo. Pero a pesar de todas sus fantasías, nunca había tenido una cita de verdad. Ni siquiera la habían besado. Así que cuando su amiga le propuso una cita a ciegas con un chico llamado Max, estaba nerviosa y emocionada a la vez.

Max era alto y larguirucho, con el pelo castaño desgreñado y una sonrisa fácil. Quedó con ella en una acogedora cafetería del centro de la ciudad y se sentaron al aire libre, tomando café y hablando. Ella se sorprendió gratamente de lo fácil que era hablar con él. Era divertido y encantador, y parecía realmente interesado en conocerla.

Mientras charlaban, Ella se sinceró con él como nunca antes lo había hecho. Le habló de su pasión por los libros y el cine, de sus sueños de viajar por el mundo y de sus problemas de ansiedad. Max la escuchó atentamente, asintiendo y haciéndole preguntas, y antes de que Ella se diera cuenta, llevaban horas hablando.

Cuando el sol empezó a ponerse, Max sugirió que dieran un paseo por el río que atravesaba la ciudad. Ella aceptó, un poco nerviosa pero también excitada ante la perspectiva de estar a solas con él. Mientras paseaban junto al agua, Max deslizó su mano entre las suyas y Ella sintió una descarga de electricidad recorriéndole el cuerpo.

Caminaron en silencio durante unos minutos, disfrutando de la compañía del otro, y entonces Max se volvió hacia ella y le dijo: "Sabes, Ella, siento que hoy hemos conectado de verdad. Sé que acabamos de conocernos, pero siento que podría hablar contigo para siempre. Me preguntaba si te gustaría volver a salir conmigo alguna vez".

Ella sintió que el corazón se le agitaba en el pecho. Esperaba que la invitara a salir otra vez, pero no quería parecer demasiado ansiosa. "Me encantaría", dijo, tratando de mantener su voz casual.

Max sonrió y le apretó la mano. "Estupendo. ¿Qué tal el próximo fin de semana? Estaba pensando que podríamos ir a la playa y ver la puesta de sol".

A Ella le dio un vuelco el corazón. ¿A la playa? ¿La puesta de sol? Parecía sacado de una película. "Me parece perfecto", le dijo sonriéndole.

Mientras seguían caminando, Ella no podía evitar sentir que estaba viviendo un sueño. Max era todo lo que siempre había deseado en un chico: inteligente, divertido, amable y atento. Y parecía que ella también le gustaba de verdad. Era demasiado bueno para ser verdad.

Cuando llegaron a su edificio, Max la abrazó y se despidió, prometiéndole que le enviaría un mensaje de texto más tarde esa noche. Ella subió las escaleras de su apartamento sintiéndose más ligera que el aire. Estaba deseando volver a verle.

Durante la semana siguiente, Ella y Max se enviaron mensajes de texto constantemente, compartiendo bromas, música y fotos de sus mascotas. Ella esperaba sus mensajes con una mezcla de emoción y nerviosismo. ¿Y si no le gustaba tanto como a ella? ¿Y si decía alguna estupidez y lo estropeaba todo?

Pero cuando por fin llegó el sábado, Ella apartó esos pensamientos y se centró en prepararse para su cita. Pasó horas probándose diferentes conjuntos y arreglándose el pelo y el maquillaje, intentando encontrar el equilibrio perfecto entre informal y mona.

Cuando Max llegó a recogerla, sintió una oleada de nervios. Pero en cuanto lo vio, todas sus preocupaciones desaparecieron. Llevaba una camisa hawaiana y chanclas, y parecía tan feliz y relajado que Ella no pudo evitar sonreír.



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