Iniciativa: Esa Vida Nuestra/Cuando quiero y no lo logro. (Español/Ingles)

Un saludo amoroso para todos mis amigos de Hive, en este bellísimo inicio de semana me complace escribir para la cuarta iniciativa de Esa Vida Nuestra/Cuando quiero y no lo logro. Como siempre un tema maravilloso y oportuno para quienes transitamos el camino del bienestar, porque si hay algo con lo que tenemos que aprender a reconciliarnos en esta vida, es con los fracasos. No siempre logramos lo que nos proponemos, así pongamos todo nuestro esfuerzo, tenemos que aprender a lidiar con el hecho de que no siempre tendremos los resultados deseados.

Nuestra sociedad rinde culto al éxito, nos educan en función de él, se publicitan los logros de los famosos y los deportistas. Pero nadie nos dice a tiempo que no siempre es posible, que no siempre se logra, que no siempre se alcanza. Así que lo descubrimos a la mala, tropezándonos, culpándonos, flagelándonos en cada fracaso. Con el tiempo aprendí a perdonarme, a abrazar a esa que fui y, que en su momento, no logro aquello que quería.

Reconciliarse con los fracasos no quiere decir que hay que dejar de intentarlo, soy una creyente de la cultura del esfuerzo y sé por experiencia que intentarlo vale la pena. Esto tiene que ver con nuestra capacidad de valorar los procesos por encima de los resultados, a veces no alcanzamos nuestros objetivos, pero el camino recorrido nos deja grandes aprendizajes. La vida me ha dado grandes y bellas lecciones, y aprendiendo a cantar también aprendí un poco de cada una de estas cosas de las que estoy hablando.

Mi padre era un excelente cantante, en algún momento canto en una popular orquestas y en mi casa crecimos con una cultura musical bastante amplia. Por esta razón, desde muy pequeños a mi hermano y a mí nos llevaron a presentarnos como aspirantes de los niños cantores del estado, el quedo, yo no. Esta fue mi primera frustración en el mundo del canto, en mi casa poca importancia le dieron, ya que además, era una casa de varones bastante machista, y ya que mi hermano si opto, no importo tanto que yo fuera rechazada.

Esto no evito que siguiera cantando, ni destruyo mi deseo de hacerlo profesionalmente. Hice varios cursos y participaba en las actividades recreativas de mis trabajos, también en las reuniones familiares disfrutaba cantando. Hasta que un día me uní con un grupo de jóvenes que estaban encaminándose a una vida más espiritual, llegue allí por medio de una amiga. Con ellos aprendí muchas cosas y tuve la oportunidad de cantar, ya que uno de ellos era músico y nos enseñaba técnicas de canto para que le acompañáramos en las actividades.

Poco a poco fui reconciliándome con mi voz, ya que durante mucho tiempo me reproche por no haberlo logrado de niña. Con el tiempo y por cosas de la vida termine trabajando en el sector cultural, allí conocí artistas de todas las disciplinas posibles, aproveche para potenciar mis habilidades, tuve grandes maestros y también buenos amigos que me acompañaron en el proceso. Hasta que un día ya era parte de un colectivo musical que tuvo gran recepción en el estado, nos llaman para cantar en todas partes, todos los días teníamos una presentación, duro cinco años esta agrupación y fue una de las experiencias más significativas que he tenido.

Cuando llego a su fin, pensé que mi camino en el mundo del canto y la música había terminado, pero no fue así, todo lo contrario, comencé a dar talleres de canto y en poco tiempo ya tenía un dueto conformado por mi pareja, quien toca guitarra y cuatro, y yo. Desde entonces no hemos parado, ya tenemos 6 años juntas, cantando y tocando, esta vez vamos a las comunidades e interpretamos para las mujeres canciones con significado para ellas y para nosotras. Ha sido una escuela este andar, amo mi voz, y sé que a mucha gente le gusta, así como a otros tal vez no, pero eso es también parte de la vida, a mí me basta con hacer lo que amo y disfrutarlo al máximo.

Lo que hice cuando me hicieron creer que no servía y no podía, fue seguir adelante. Me prepare, estudie, aprendí de la gente que estaba a mi lado, me caí muchas veces y me volví a levantar. Identifique mis fortalezas y mis debilidades, tuve malas experiencias y otras muy buenas. Sobre todo acepte que no podía complacer a todos, que solo podía hacerlo lo mejor que podía y disfrutarlo. Al día de hoy he tenido la oportunidad de cantar para niños, jóvenes, adultos y ancianos, en la calle, en las casas más humildes de mi comunidad, pero también en teatros, en auditorios con cientos de personas, con autoridades presentes.