Nada se supo de aquel hombre después de ese día. Tomó su escopeta, tabaco y acomodándose el sombrero hasta donde le calaba se despidió de Joaquín con un gesto paternal.

Aquel muchacho, ya hombre, hoy como cada domingo sale de madrugada, escopeta al hombro, se guarda una mascada de tabaco al bolsillo y aunque no le gusta es más como un amuleto o tal vez algo para ofrecer a algún viejo conocido que pueda encontrarse.

Se entrega a los caminos del bosque siguiendo la luz de su linterna, no tiene rumbo cierto, solo deambula fijando su escopeta en algún blanco sin llegar a disparar, al medio día se le ve aparecer entre los árboles rumbo a su cabaña. Llega sin presa de caza y sin tabaco. Se abandona en la escalera de la entrada solo para escuchar el reclamo preocupado de cada domingo.

_ Pero Joaquín, qué buscas en ese monte si todos saben que no eres capaz de matar ni a una mosca, te he dicho que es peligroso y ya no quiero perder a nadie más en esos matorrales.

Joaquín, que ya sabe de memoria aquel sermón, solo se recarga sobre sus hombros y lanza su mirada allá lejos donde las nubes parecen pedirse permiso para moverse entre unas y otras. Luego parece recobrar un atisbo de sentido para responder.

_ Sí mamá, tienes razón, pero yo sé lo que hago.

Realmente no lo sabe, solo una poderosa intuición le hace repetir aquel ritual cada domingo desde que pudo dominar su vieja escopeta. Recuerda a su padre contándole por las noches al calor de alguna fogata que aquel monte era especial y que él no salía por animales de presa, que iba a cazar algo más. Una vez en medio de una borrachera su padre dejo escapar una frase, no era para Joaquín, solo era el alcohol hablando "como le gusta el tabaco al hijo de nadie ese" solo eso dijo.

Joaquín se levanta, abraza a la mujer y con un beso en la frente a manera de disculpa entran a su casa.

Ese domingo siguiente Joaquín se abrigó, tomó su escopeta, se echó el tabaco al bolsillo y salió rumbo al monte, apagó la linterna, la luna llena la hacía innecesaria, bajó por un camino empedrado hasta un terraplén interrumpido por unos arbustos y más allá un riachuelo serpenteando hacia el sur.

Cuando estaba midiendo el mejor lugar para cruzarlo un movimiento en los matorrales le pusieron en alerta, señalando con la escopeta en dirección del ruido espero inmóvil unos segundos, nada salvo los matorrales moviéndose, instintivamente dio un par de pasos atrás sin dejar de apuntar, apoyo mejor la culata en el hombro y con la mira recorrió el área en frente de él, giró de inmediato hacia el riachuelo al escuchar un brusco chapoteo que luego se convirtió en pasos de carrera en la hojarasca, la vieja escopeta pareció duplicar su peso mientras Joaquín se aferraba a ella apuntando donde quiera que se movía aquel celaje. Un segundo de silencio, dos o tal vez más, el sudor frío cegando el ojo que apunta obliga a Joaquín a limpiarlo y justo en ese instante la criatura se le abalanza encima como esperando ese justo momento.

Un único disparo rompió en mil la madrugada.

La luna pareció asomarse para alumbrar cuando Joaquín con la escopeta movía aquel cuerpo inerte; una criatura de buen porte con rasgos simioides le miraba sin verlo con unos ojos grises sin vida y lo que vio en una de sus manos le obligó a revisar su bolsillo. Había conseguido sacarle el tabaco o tal vez solo eso buscaba.

Era demasiado pesado para llevarlo al pueblo. Joaquín desandó el monte para hacerse acompañar de otros hombres que le ayudaran y más importante aún que atestiguaran aquella extraña circunstancia. Pero lo que encontraron los dejó a todos llenos de asombro y terror. Allí en la orilla del riachuelo, entre los matorrales, desnudo y con una mascada de tabaco en una mano yacía muerto el padre de Joaquín.

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Fin.

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ENGLISH

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Nothing was heard from the man after that day. He took his shotgun, tobacco and adjusting his hat as far as it would fit him, he said goodbye to Joaquín with a paternal gesture.

That boy, now a man, today as every Sunday, goes out at dawn, shotgun over his shoulder, he keeps a chewing tobacco in his pocket and although he does not like it, it is more like an amulet or perhaps something to offer to an old acquaintance he might meet.

He follows the paths of the forest following the light of his lantern, he has no certain direction, he just wanders around fixing his shotgun on a target without shooting, at midday he is seen appearing among the trees on his way to his cabin. He arrives without hunting prey and without tobacco. He abandons himself on the stairs of the entrance only to hear the worried call of every Sunday.

But Joaquín, what are you looking for in that bush if everyone knows that you are not even capable of killing a fly, I have told you that it is dangerous and I don't want to lose anyone else in those bushes.

Joaquín, who already knows that sermon by heart, only leans back on his shoulders and throws his gaze far away where the clouds seem to ask permission to move from one to the other. Then he seems to recover a glimpse of sense to answer.

Yes mom, you're right, but I know what I'm doing.

He doesn't really know, only a powerful intuition makes him repeat that ritual every Sunday since he was able to master his old shotgun. He remembers his father telling him at night around a campfire that that mountain was special and that he didn't go out for prey animals, that he was going to hunt something else. Once in the middle of a drunkenness his father let out a phrase, it was not for Joaquín, it was just the alcohol talking "how that son of a nobody likes tobacco", that's all he said.

Joaquin gets up, hugs the woman and with a kiss on the forehead as an apology they go home.

That following Sunday Joaquín wrapped up warm, took his shotgun, put his tobacco in his pocket and headed out into the bush, turned off the flashlight, the full moon made it unnecessary, walked down a cobblestone path to an embankment interrupted by some bushes and beyond a stream meandering south.

As he was gauging the best place to cross it a movement in the bushes put him on alert, pointing the shotgun in the direction of the noise he waited motionless for a few seconds, nothing but the bushes moving, instinctively he took a couple of steps back without taking his aim off, He turned immediately towards the creek when he heard a sudden splashing sound which then turned into running footsteps in the leaves, the old shotgun seemed to double its weight as Joaquin held on to it, aiming wherever the sky was moving. A second of silence, two or maybe more, the cold sweat blinding the aiming eye forced Joaquín to wipe it and just at that instant the creature rushed at him as if waiting for that exact moment.

A single shot broke the dawn into a thousand.

The moon seemed to appear to light up when Joaquín with the shotgun moved that inert body; a creature of good size with ape-like features looked at him without seeing him with lifeless gray eyes and what he saw in one of his hands forced him to check his pocket. He had managed to get the tobacco out of it, or maybe that's all he was looking for.

It was too heavy to carry into town. Joaquín went into the bush with other men to help him and, more importantly, to bear witness to the strange circumstance. But what they found left them all filled with astonishment and terror. There on the bank of the stream, among the bushes, naked and with a chewing tobacco in one hand, lay Joaquín's father dead.

The End.

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Texto original// imagen de Pixabay editada en Canva y Picsart
Original text// Image from Pixabay Edited on Canva and Picsart

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Última Historia del autor// Last Story from this author

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Aquel día/That day

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Despertares
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