Ramón López Velarde: poesía de la pasión por la provincia y la mujer

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Siendo bastante joven, a los 33 años, fallecía el 19 de junio de 1921 el “poeta nacional” (así se le nombró) de México, Ramón López Velarde, considerado uno de los iniciadores de la modernidad poética en Hispanoamérica. Fue autor de pocos libros, entre los que destacan tres: La sangre devota (1916), Zozobra (1919) y La suave patria (1921).


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El poeta Ramón López Velarde - Fuente - Dominio público


Uno de sus principales estudiosos fue el poeta y ensayista mexicano, Octavio Paz, Premio Nobel de Literatura. Son muchos los criterios de interés expuestos por Paz. Dice:

López Velarde no se propone tanto conquistar lo maravilloso -la creación de otra realidad- como descubrir la verdadera realidad de las cosas y de sí mismo.

Afirmación que podemos constatar al leer su poesía, y encontrar en ella, como uno de sus temas principales, la provincia, la patria chica. López Velarde, en muchos de sus poemas, recrea la vida provinciana, con sus riquezas y flaquezas, desde una perspectiva tocada por la magia del lenguaje, como podemos percibir en “La bizarra capital de mi Estado”, de su libro La sangre devota. Veamos algunas de sus estrofas:

He de encomiar en verso sincerista
la capital bizarra
de mi Estado, que es un
cielo cruel y una tierra colorada.

Una frialdad unánime
en el ambiente, y unas recatadas
señoritas con rostro de manzana,
ilustraciones prófugas
de las cajas de pasas.
(…)
Una típica montaña
que, fingiendo un corcel que se encabrita,
al dorso lleva una capilla, alzada
al Patrocinio de la Virgen.
(…)
Y una Catedral, y una campana
mayor que cuando suena, simultánea
con el primer clarín del primer gallo,
en las avemarías, me da lástima
que no la escuche el Papa.

Puede leer el poema completo en este enlace.


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"Árbol de la Noche Triste" (1910), del pintor mexicano José M. Velasco - Fuente- Dominio público


Ramón López Velarde nació en 1888 en la antigua ciudad de Jerez (de García Salinas), perteneciente al estado de Zacatecas. Aunque hoy es una ciudad al parecer muy turística, en el tiempo del poeta ha debido ser un lugar de típica vida pueblerina, con sus paisajes naturales y culturales muy llamativos, como se observa en el poema.

Con su característico lenguaje, de adjetivaciones y metáforas singulares: “capital bizarra”, entre lo espléndido y lo extravagante; “un cielo cruel y una tierra colorada”, donde resalta el color rojizo (“cruel” puede interpretarse como alusión al colorido del ocaso) que forma su ambiente natural; “las recatadas señoritas con rostro de manzana”, rematada esta atractiva expresión con el toque de humor propio: “ilustraciones prófugas de las cajas de pasas”, remembranza del antiguo producto que aún se consigue; y, por supuesto, la iglesia del pueblo y el sonido de su campana, analogado con el cantar del gallo.


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Quizás el segundo gran tema de la poesía de Ramón López Velarde sea la mujer, y con ella el deseo amoroso, la prohibición y la imposibilidad. Se sabe que López Velarde conoció en su juventud a una mujer de nombre Josefa de los Ríos, de la que estuvo enamorado siempre, a la que llamó “Fuensanta” en sus poemas. Pero hay otras mujeres en su poesía. Uno de los poemas que prefiero (lo usé continuamente en mis clases de Literatura Hispanoamericana) es el que transcribo a continuación, también de su libro La sangre devota:

Mi prima Águeda

Mi madrina invitaba a mi prima Águeda
a que pasara el día con nosotros,
y mi prima llegaba
con un contradictorio
prestigio de almidón y de temible
luto ceremonioso.

Águeda aparecía, resonante
de almidón, y sus ojos
verdes y sus mejillas rubicundas
me protegían contra el pavoroso
luto...
                      Yo era rapaz
y conocía la o por lo redondo,
y Águeda que tejía
mansa y perseverante en el sonoro
corredor, me causaba
calosfríos ignotos...

(Creo que hasta le debo la costumbre
heroicamente insana de hablar solo).

A la hora de comer, en la penumbra
quieta del refectorio,
me iba embelesando un quebradizo
sonar intermitente de vajilla
y el timbre caricioso
de la voz de mi prima.
                      Águeda era
(luto, pupilas verdes y mejillas
rubicundas) un cesto policromo
de manzanas y uvas
en el ébano de un armario añoso.


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"Afternoon in Piedmont" (1908), de Xavier Martínez - Fuente- Dominio público


Es uno de los poemas de López Velarde que más me gusta. Un texto de una imaginación sencilla, tocada por la magia de lo cotidiano, jugando con el deseo inocente y pícaro hacia la mujer (mayor, pues el adulto la recuerda desde la mirada de niño), en medio de una atmósfera física que connota la contradicción entre la tentación y el pecado, la atracción y la gravedad del recato. Son muy expresivas sus imágenes, que se sintetizan en la breve enumeración del final: “(luto, pupilas verdes y mejillas rubicundas)”.


Referencias:

López Velarde, Ramón (1999). Fuensanta. México: Fondo de Cultura Económica.
López Velarde, Ramón (2006). Poesía y poética. Caracas: Biblioteca Ayacucho.
Paz, Octavio (1972). “El camino de la pasión (Ramón López Velarde)”, en Cuadrivio. México: Edit. Joaquín Mortiz. (Existe versión digital: https://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/el-camino-de-la-pasion-ramon-lopez-velarde/html/ca6aa560-59d4-11e0-8928-00163ebf5e63_3.html)

Puede encontrar una buena selección poética del autor en el siguiente enlace.


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Gracias por su lectura.


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