Revisitando al poeta venezolano Juan Sánchez Peláez, en su centenario

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Hoy, 25 de septiembre, se cumplen cien años del natalicio del poeta venezolano Juan Sánchez Peláez, nacido en el año 1922 en un pueblo del llano venezolano llamado Altagracia de Orituco (Edo. Guárico). Juan Sánchez Peláez, como lo reconoce la crítica especializada, es uno de los principales renovadores de la poesía venezolana, pero, más aun, de la poesía hispanoamericana de la segunda mitad del siglo XX.


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El poeta en París en 1970 - Fuente- Licencia liberada


Tal cual lo expone el poeta Alejandro Oliveros en la semblanza de su vida (ver la referencia arriba indicada), cuando, desde muy joven, Sánchez Peláez se fue a cursar estudios universitarios en Chile, entró en contacto con los escritores del grupo-revista La Mandrágora, de filiación surrealista, y también con poetas como Rosamel del Valle y Humberto Díaz-Casanueva, ambos pilares de la manifestación del surrealismo en la literatura hispanoamericana. Fue su iniciación en esa tendencia vanguardista de origen francés que tanto influyó en la literatura de América, de la que a veces se distanció, pero con la cual siempre guardó cierta afinidad.

Juan Sánchez Peláez, que recibiera el Premio Nacional de Literatura en 1976, publicó siete libros, contentivos de una poesía de una asombrosa riqueza imaginativa, que nos maravilla con su verbalidad encantatoria, a ratos paralizante, habitada por los sueños, el azar, la ilogicidad, el juego, legado del surrealismo. Pero, sobre todo, se trata de una obra de gran densidad de pensamiento acerca de los grandes temas de la poesía: la vida, la muerte, el destino, el amor, la mujer, la libertad, la propia poesía.

Tuve la oportunidad de escucharlo leer algunos de sus poemas hace muchos años en un evento en su homenaje realizado en Caracas (no recuerdo el año exacto, pero ha debido ser a comienzos de los 90, creo que organizado por la Casa de la Poesía), con su voz ya queda, cargada de un afecto imborrable, y luego asistir a la celebración en su casa, de donde uno de los recuerdos que me vienen siempre es aquel sonido tan rítmico y permanente emitido por los pequeños sapitos que pueblan la noche.


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Antologá de edición reciente en España - Fuente


En su homenaje he decidio compartir con ustedes unos poema de los breves, o muy breves, de sus libros, añadiendo un pequeño comentario propio.

***

De su primer libro de poemas Elena y los elementos (1951):

Adolescencia

En el fondo de mis sueños
Siempre te encuentro cuando amanece.

Qué ensanchamiento en el exilio, por el vagabundaje de claras
       fuentes azules;
Por el soplo de la tierra.

Costumbre angélica.
Evadida hacia otra queja, vuela con los pájaros, sueña con
        las nubes,
Levanta raíces inquietas en el agua.

En el fondo de mis sueños
La aurora fugitiva. Sólo la sombra
Concluye mi única estrella, mi último día.

***

Es un poema de una belleza particular, que vuelve a ese motivo universal de la “edad de oro” de nuestras vidas que puede ser la infancia o la juventud. En él la voz poética, entre lo maravillado y lo oscuro, reflexiona la existencia desde mágenes muy orgánicas, donde no puede faltar el sueño.


De su poemario Animal de costumbre (1959):

XII

Yo me identifico, a menudo, con otra persona que no me revela su nombre ni sus facciones. Entre dicha persona y yo, ambos extrañamente rencorosos, reina la beatitud y la crueldad. Nos amamos y nos degollamos. Somos dolientes y pequeños. En nuestros lechos hay una iguana, una rosa mustia (para los días de lluvia) y gatos sonámbulos que antaño pasaron sobre los tejados.

Nosotros, que no rebasamos las fronteras, nos quedamos en el umbral, en nuestras alcobas, siempre esperando un tiempo mejor.

El ojo perspicaz descubre en este semejante mi propia ignorancia, mi ausencia de rasgos frente a cualquier espejo.

Ahora camino, desnudo en el desierto. Camino en el desierto con las manos.

***

Con imágenes muy de corte surreal, este poema en prosa (modalidad muy cultivada por Sánchez Peláez) nos presenta la visión de la otredad (quizás sea uno de los más importantes en esta tradición temática en la poesía venezolana). A través de ese otro pre-sentido, el hablante (ya en bifurcación) se reconoce en su inanidad.

Del libro Filiación oscura (1966):

Me dilapida el tiempo: Lo imborrable, nulo, socava mi quietud.

***

Agudo y contundente, casi un aforismo, sobre la experiencia agobiadora del tiempo.


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Fuente


Del poemario Lo huidizo y lo permanente (1969):

III


Aunque la palabra sea sombra en medio, hogar en el aire,
soy otro, más libre, cuando me veo atado a ella,
en el alba o en la tempestad.

Por la palabra vivo en aguas plácidas y en filón extranjero,
fuera del inmenso hueco.

***

Hermoso poema acerca de la palabra poética; es uno de sus textos que se ubican en lo que se conoce como ars poética, pues en él se nos comunica su modo de sentir y pensar la poesía: la palabra poética entre la sombra y la claridad, entre la identidad y el alejamiento.


Del libro Rasgos comunes (1975):

VII

Tienes nombre propio si excavas dentro de ti y rechazas el miedo a morir y aceptas el verbo que conduce al silencio. Piedra escrita del tiempo, arrojada aquí a nuestro lado con los tallos frágiles en que reverdece el espíritu, libérame por mi hambre de mi hambre, y por mi sed, de mi sed.

(a Juan Liscano)

***

Otro poema en prosa en el que, con frases muy densas, se aludiría a un modo de concebir y recibir a la muerte ante la que la poesía podría ser un alimento y bebida posibles frente al tiempo.

De Por cual causa o nostalgia (1981):

I

Con
              el ojo
de la almendra
que
              sueña

Con
              la cara
de alguien
que
              parece
                            vivir
                                   en la perdiz que relampaguea

Con el
              murmullo incomprensible
entre
              unos
                                    y otros

Con
        el entendimiento
que basta
                para alcanzar la locura

Sin tener
               con qué remecer nuestro árbol de manzanas
acres
                     Sin
                     un trébol
                     durante largas noches en vela

                      Sin resucitar
                                          ni
yacer de pie.        Sin un poco de todo.        Sin nada.        Sin
un poco de bebida de tilo.

***

Este es uno de los poema de Sánchez Peláez de mayor evidencia de su raigambre vanguardista, tanto por el modo de trabajar la espacialidad como por sus imágenes de una belleza surrealista sin par. Uno podría preguntarse ¿de qué habla este poema? No habrá respuesta única ni cierta, pues es un poema, además de las características señaladas.

Apreciamos una sensorialidad muy cercana a lo erótico (quizás relacionada con un encuentro amoroso), pero también la ausencia, que puede ser relativa; de allí la nostalgia, ese sentimiento al que canta el poeta.


De su último libro en vida, Aire sobre el aire (1989):

XII

Ápice y cima
a ras de nuestro fin primero

procúranos refugio

y que nutridos por la piel del otoño
se vayan entibiando nuestras casas y animales

y que no haya sino diafanidad
de parte nuestra respecto al hombre o la mujer

ora pro nobis ave de buen augurio, ora
pro nobis en tu niebla finísima y fija

ruega por nosotros
mientras llegan las tardes sin color
y abundan los inviernos.

(a Álvaro Mutis)

***

Un poema-oración de resplandeciente belleza y honda humildad ante la existencia, en el que origen, cima y fin se encuentran, pues es el orden o ciclo que la naturaleza marca con sus estaciones.


Referencias:

Sánchez Peláez, Juan (1984). Poesía. Caracas: Monte Ávila Editores.
Sánchez Peláez, Juan (1989). Aire sobre el aire. Caracas: Tierra de Gracia Editores.
https://historico.prodavinci.com/blogs/juan-sanchez-pelaez-por-alejandro-oliveros/
http://www.materialdelectura.unam.mx/index.php/poesia-moderna/16-poesia-moderna-cat/340-190-juan-sanchez-pelaez


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Gracias por su lectura.


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3 comments
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Altagracia de Orituco está ubicada en la falda de la cordillera de la costa central venezolana. Es un hermoso paisaje donde nació
Juan Sánchez Peláez.

Muy agradecido de este encuentro con el poeta gracitano y guariqueño.

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Gracias a ti por la visita y el comentario, @hiramdo. Altagracia de Orituco son de esos pueblos que llaman mi atención, pero que no he podido conocer. Saludos.

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