He left his work day late at night. Exhausted from the task of shelling the coffee and spreading it out in the sun on a thick green canvas.
A little while down the road he took out a cigarette to relax. His moderate steps carried patience on the way home. Suddenly he heard a voice very close. He turned his gaze in various directions and could not see anything. He thought it was someone who wanted to play a joke on him. After a while he heard the voice again without finding the character.
Later, he realized in the distance that he saw a tiny light that seemed to be far away because the darkness of the path did not allow it to be seen clearly. Suddenly the small light goes out and a voice tells him: Hey, friend! Can you light my cigarette with your matches? Clear…! There are no problems… And you, where did you come from? I didn't see him approach. oh! I was in the bushes looking for wood to make a fire and that's when I saw you so I could light my cigarette and continue gathering the wood because the darkness doesn't allow me. I understand.
The worker said goodbye to the strange character and continued on his way. What if it did not fail was again the voice that moments before had heard. He did not want to look back as he was so close to home. It was 12:30 in the morning. She took a deep breath before taking the last few steps to knock on her front door.
He was looking for the keys to unlock the door and couldn't find it, so he had to bother his wife to open it for him. After so many calls, his wife appeared between asleep and awake.
Upon entering, he sat down on a wooden chair to rest for a while while his wife prepared a coffee for him. While the coffee was ready, the woman asked him: Do you know who died a few hours ago? Who? The man who sold firewood. I don't know him says the man. The one who lived behind Mrs. Ruperta, she said. The man reacts: Ahhh…! You will not believe me. Perhaps I didn't recognize him because of the darkness, but a few minutes ago he crossed my path and asked me for a match to light his cigarette. He told me that he was gathering wood to make a fire. Mr. Gumercindo.

Salía de su jornada de trabajo ya tarde de la noche. Agotado por la faena de desgranar el café y extenderlo al sol sobre una gruesa lona verde.
A poco rato por el camino sacó un cigarrillo para relajarse. Sus pasos moderados llevaban la paciencia camino a su casa. De pronto escuchó una voz muy de cerca. Giró la mirada en varias direcciones y no alcanzó ver nada. Pensó que se trataba de alguien que quería hacerle una broma. Al rato volvió a escuchar la voz sin dar con el personaje.
Más adelante, se percató a lo lejos ver una diminuta luz que parecía estar lejos debido a que la oscuridad del sendero no permitía visualizar con claridad. De pronto se apaga la pequeña luz y una voz le dice: ¡Oiga, amigo! ¿Puede usted encender mi cigarrillo con su cerillos?. ¡Claro…! No hay problemas…Y usted, ¿De dónde salió? Que no lo ví acercarse. ¡Ah! Estaba entre los matorrales buscando leña para hacer fuego y en eso lo vi a usted para poder encender mi cigarrillo y continuar reunir la leña porque la oscuridad no me lo permite. Le entiendo.
El trabajador se despidió del extraño personaje y siguió su camino. Lo que si no fallaba era nuevamente la voz que momentos antes había escuchado. No quiso mirar atrás ya que estaba muy cerca de su hogar. Eran las 12:30 de la madrugada. Tomó una respiración profunda antes de dar los últimos pasos para tocar la puerta de su casa.
Buscaba las llaves para abrir el seguro de la puerta y no la encontró, a lo que tuvo que molestar a su esposa para que le abriera. Luego de tantos llamados apareció entre dormida y despierta su señora esposa.
Al entrar se sentó en una silla de madera descansar un rato mientras su esposa le preparaba un café. Mientras el café estaba listo, la mujer le preguntó: ¿Sabes quién murió hace unas horas?, ¿Quién?. El señor que vendía leña. No lo conozco dice el hombre. El que vivía detrás de la señora Ruperta, dijo ella. Reacciona el hombre: ¡Ahhh…! No me lo vas a creer. Quizás no lo reconocí por lo oscuro pero hace unos minutos se cruzó en mi camino y me pidió un cerillo para encender su cigarro. Me dijo que estaba juntando leña para hacer fuego. El señor Gumercindo.