[ENG-SPN] Lost worlds / Mundos perdidos

In an old Castilian city, not far from a plaque that still, after many years, continues to warn the accursed North American poet, Ezra Pound, that the roosters continue to crow at dawn, there is a narrow alley dedicated to the figure de San Román, leads to the ruins of a cursed convent, also dedicated to such a unique saint and located a few meters above the old snowfield, where the ancient Arab-Christian population maintained, in that prodigious Middle Ages, its supply of ice Natural for food preservation. Little crowded by tourism in general, which always prefers to get lost in other livelier places in its marvelous Old Town, the Calleja de San Román, arouses unusual sensations in the mind of the curious, not being strange that they remind you of some of those fantastic stories that he read in his youth and that, in some capricious way, memory kept prisoners in some dark corner, waiting for the opportune moment to surprise with that curious sensation, which the French call 'deja-vu', and which supposes the extraordinary impression of stepping on a familiar place, without having seen it before.

This argument, far from being capricious, came to my mind, as well as the fantastic stories of Jean Ray and especially 'The Dark Alley', moments after the guardian, a cat and therefore, according to what is said, ' a supernatural visionary', would leave his guard position at the beginning of the street, like his relative, the mysterious Sphinx of Giza, and disappear as if by magic, in a split second, leaving behind nothing more than a pitiful meow. , whose echo faded, wrapped in the solitude of the place or perhaps, devoured by those metaphorical ogres, who are always the solid stones of the arcane mansions for noises. As arcane, one could say, like that rural architecture, which, seen from an eminently romantic perspective, makes one think of lost worlds that refuse to die, seducing the imagination, with the fabulous stories they keep behind them.

En una vieja ciudad castellana, no muy lejos de una placa que todavía, al cabo de los años, continúa advirtiendo al poeta maldito norteamericano, Ezra Pound, que los gallos siguen cantando al amanecer, hay una estrecha callejuela, que, dedicada a la figura de San Román, conduce hasta las ruinas de un convento maldito, dedicado, también, a tan singular santo y situado algunos metros por encima del antiguo nevero, donde la antigua población arábigo-cristiana mantenía, en aquella portentosa Edad Media, su provisión de hielo natural para la conservación de los alimentos. Poco concurrida por el turismo en general, que prefiere siempre perderse por otros lugares más animados de su maravilloso Casco Histórico, la calleja de San Román, despierta insólitas sensaciones en el ánimo del curioso, no siendo extraño que le hagan recordar algunas de aquellas historias fantásticas que leyó en su juventud y que, de alguna manera caprichosa, la memoria mantenía prisioneras en algún oscuro rincón, esperando el momento oportuno para sorprender con esa curiosa sensación, que los franceses denominan como ‘deja-vu’, y que supone la extraordinaria impresión de estar pisando un lugar conocido, sin haberlo visto antes.

Este argumento, lejos de ser caprichoso, me vino a la memoria, así como los fantásticos relatos de Jean Ray y en especial ‘La calleja tenebrosa’, instantes después de que el guardián, un gato y por lo tanto, según se dice, ‘un visionario sobrenatural’, dejara su posición de guardia al comienzo de la calle, como su pariente, la misteriosa Esfinge de Gizeh y desapareciera como por arte de magia, en una fracción de segundo, no dejando detrás de sí, más que un lastimero maullido, cuyo eco se fue apagando, envuelto en la soledad del lugar o quizás, devorado por esos metafóricos ogros, que son siempre para los ruidos las sólidas piedras de las arcanas casonas. Tan arcanas, podría decirse, como esa arquitectura rural, que, vista desde una perspectiva, eminentemente romántica, llega a hacer pensar en mundos perdidos que se niegan a morir, seduciendo a la imaginación, con las fabulosas historias que guardan tras de sí.

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