Esclava de mi cuerpo

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Según Aristóteles: "bello lo que es valioso por sí mismo y a la vez nos agrada, lo que es apreciado por sí mismo (no por su utilidad), y nos proporciona placer o admiración".
La belleza a lo largo de los siglos se ha ido estandarizando y reduciendo, para la mayoría de los seres humanos, en un ideal que los grandes estrategas de marketing han querido que se consuma; para poder elevar ventas y el éxito en su labor. Eso necesariamente si lo vemos desde el punto de vista comercial está cumpliendo su objetivo y no es descabellado. Cada quién cumple un rol en el ambiente donde se desenvuelve.

Este escrito se centra específicamente en la belleza física estandarizada, donde me confieso que sido partícipe a esa masa que valora lo establecido, pero paradójicamente he sido víctima por ser encasillada en ese grupo. Desde que tengo dominio de mi conciencia siempre escuche: "¡tienes el cuerpo como una guitarra, eres alta y te ves elegante, que cintura, tus labios carnosos, que caderas tan sexys, tus piernas son hermosas, wow!".

Un sinfín de adjetivos, que sí, definitivamente llenaron de alguna manera mi ego, pero siempre he sido una persona muy sensible que se ha dejado llevar más por las emociones y créanlo o no, yo nunca me lo creí demasiado, eso me permitió mantener mis pies sobre la tierra y no seguir lineamientos para mantenerla impoluta.

Una de las tantas anécdotas que me ha tocado vivir por esta “belleza”, es que, recientemente perdí mi empleo, en una de las cenas de celebración, uno de los caballeros parte del equipo, que es también pareja de la dueña. El señor en cuestión, al cual solo me acerqué a entregar un obsequio, que por sorteo me correspondía, justo en ese momento desvió su mirada hacia mis piernas, su esposa se percató y sintiéndose insegura por ello, a los días y con una excusa sosa me despidió.

“Mis ex compañeros”, cuentan que la misma mujer hizo comentarios que evidenciaron que los celos fueron la razón del despido.

Por supuesto yo analicé en frío la situación y me quedó muy claro que mi desempeño laboral quedo a un lado, que una conducta tóxica ante una realidad de la que no soy responsable generó esa acción, me causó angustia; hasta que entendí que todo pasa por algo.

Por esta razón surgen muchos de mis más profundos sufrimientos amorosos, pues siendo una persona emocional, cuando me relaciono en ese plano; es ahí donde he pensado en ese dicho de: "la suerte de las feas, las bonitas la desean", porque según expresa de manera discriminatoria, que si a una mujer “fea”, se le acerca alguien o logra una relación amorosa de calidad es porque realmente la aman, por el contrario, a las bonitas como me encasillaron a mí por años, no. Personalmente la primera parte no la considero real, pero por el contrario si he deseado muchas veces que valoren mis sentimientos, valores personales y hasta los intelectuales por encima de lo físico.

Este escrito vino a mi cabeza en un sueño donde me preguntaba precisamente, ¿cómo me estaba sintiendo con la persona que me atrae?, e inevitablemente surge esa inseguridad de saber si otra vez estoy siendo valorada por mis caderas fogosas o por mis otras virtudes. Efectivamente, era así pero esta vez desde la consciencia de asumirlo sin mayor sufrimiento y dejar a un lado eso que no quiero.

Desde hace algún tiempo me he permitido cultivar mis conocimientos, para tener más herramientas para fortalecer aspectos personales e intelectuales. Disfrutar de los atributos que, realmente están, pero reforzar lo que, si me caracteriza como persona y como mujer. Hay dos mujeres que concuerdan en que soy leal, ambas personas las conozco en ámbitos diferentes, mi hermana y mi jefa.

Escucharlas me enorgullece porque me encanta ser reconocida de esa manera, son ese tipo de calificativos que me hacen sentir que aporto verdaderamente a las personas que me rodean.

Me irrita el que me aborden exclusivamente por mis atributos físicos, recientemente he dejado de hablar con mis exparejas, por el hecho de querer entablar conversaciones donde precisamente mi cuerpo es el punto focal.
Porque si algo quiero que cambie debo empezarlo yo.

He tenido momentos incómodos, ya que, estando con alguien muy cercano y a quién amo profundamente, hemos sido comparadas porque ella no concuerda con el estándar de belleza, ver en sus ojos ese destello de tristeza, son imágenes muy claras y poco agradables que me hacen recordar lo que realmente es necesario ser.

Pienso en tantas veces que lloré por decirme: “si eres tan especial por dentro, ¿por qué solo intentan sacar provecho de mis atributos físicos?”, me pasa desde los 12 años cuando tuve mi primer amor.

En esta misma línea me estoy permitiendo entregar mi emocionalidad de manera dosificada, no explayarme de buenas a primeras, algo así como evaluando la situación. Porque antes tenía el concepto errado “que había que dar sin recibir nada a cambio”, y la verdad es que todos esperamos reciprocidad, también tomo conciencia de “que cada quién da, lo que es capaz” (Cabrera, 2022), y así voy deslastrándome de ciertos cánones aprendidos.

No obstante, con la musa haciendo gala de su aparición en mí, me dispuse a ver un documental sobre la carrera artística de Jennifer López o Jlo como se le conoce y sentí mucha empatía al ver que en una escala mucho más salvaje que la mía también demeritaron sus talentos y enaltecieron solo su notable atributo físico.

Mi transformación personal viene de adentro hacia afuera, mi psicóloga en mi primera sesión me dijo: “que capacidad de introspección tienes, hasta pareces psicóloga” y sí me estoy estudiando poco a poco; he determinado que mis emociones y sentimientos han sido un punto desfavorable por tenerlas como epidermis y no como la dermis, lo demás no es mi responsabilidad. Recordemos “que cada quién da, lo que es capaz” (Cabrera, 2022).

Darse cuenta que de cierta manera queriendo, buscándolo o no he sido esclava de mi cuerpo. A través de estas líneas tan personales quiero expresar que definitivamente el llevar una etiqueta en esta sociedad puede pesar muchísimo en la espalda sino se tienen las suficientes herramientas para fortalecer la autoestima y seguridad, además de tener claro cuáles son los valores o características que nos hacen únicos y aprovecharlas. Mi crianza me hizo ser una persona que le da valor a las personas por lo que son, no por sus etiquetas a veces auto impuestas; deseo que tú que me lees te ames más allá de lo que ven los ojos inquisidores del marketing, y busques dentro de ti esa virtud que te hace diferente y especial más allá de ser esclavos de un cuerpo.

Cierro estas líneas regalándoles este párrafo de un libro que tenía rato por querer leer y por suerte alguien especial me lo prestó “El monje que vendió su ferrari” en el que Sharma (2016) expresa:
“Mejorar la mente sin cultivar tus cualidades físicas sería una victoria realmente vana. Elevar tu mente y tu cuerpo a los más altos niveles sin nutrir tu alma te dejaría vacío e insatisfecho. Pero cuando dediques tus energías a abrir las puertas de todo el potencial de esas tres cualidades humanas, saborearás el divino éxtasis de una vida iluminada. (p.114).



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