Patio interior (Reseña)

Se trata de un poemario de Bettsimar Díaz publicado por Monte Ávila Editores y la Corporación Andina de Fomento, en el año 1998, bajo la Colección Las Formas del Fuego.


La fotografía de portada es de Jean Mounicq titulada París, en Lexemburgo.


Fuente: Fotografía hecha por mí

De primera digo que no soy una analista de textos literarios, por el contrario tengo limitaciones en esta área. No obstante, soy lectora y observadora. Soy detallista e investigadora. Eso me permite el disfrute de los textos desde la perspectiva de mi propio interior, el cual deseo compartir con ustedes.

Otros investigadores, más versados en esta materia, pondrán su intelecto muy afilado para hacer un acercamiento a los versos de esta autora. Yo solo deseo promocionar un poemario que me da muchas sensaciones.

La estructura del libro consta de tres partes: Salud al embriagado corazón, Ramaíz y Patio interior.

En el inicio, se encuentra Casi siempre, y en todos los lugares que abriga las palabras y los silencios que nos encontraremos luego.

Salud al embriagado corazón es ella misma en la madera, en el marfil, en la sensualidad que le produce la música, en los maestros y su sencillez, en Dios y su perfección.

Quizás Díaz, en estos 13 poemas, resume en esta ocasión la vida amorosa de sus padres visible en algunos versos, como estos:

¿No es la vida
entonces
terminar por semilla
que a una flor
regrese?

Indudablemente, aquí hay un ciclo. Un principio y fin, y un volver a comenzar. Nada se termina para siempre, todo puede estar en las formas en que el amor se manifiesta en la naturaleza.

Llovida
en versos
me fui haciendo pozo

Y es que ella se presenta como la fecundidad de la luna y cielo, hecha palabra, hecha cuerpo.

No descansa en hacer referencias a los sonidos musicales que pueden venir de la ejecución un instrumento, o de los que nacen en la naturaleza cuando el viento levanta la hoja seca. Es en esos versos donde ella escucha mejor para traducir los sonidos de un aire que proviene desde adentro y escapa fecundado.

Ramaíz son 11 versos dedicados al amor, a la vida, a Dios y su grandeza, y a la propia palabra poética.

Aquí encuentro muchos poemas que me gustan porque no andan con rodeos, son miel en la boca de un sediento.

Miren lo que traigo
lo que el amor hace que uno
los quehaceres del agua
la promesa del sol

Se regodea posiblemente en lo más simple para luego decirnos:

El tiempo de ser feliz con nada

Es decir, el agua, el sol, el amor son felicidad en su esencia más pura.

Casi todos sus poemas, en este libro, no tienen nombre; no obstante, Del Canto, la piedra y el río es un diálogo magistral para llevarnos, de nuevo, a los sonidos indispensables, sus causas y razones.

-¿Y por qué el agua?
-Para lavar las piedras
-¿Y por qué las piedras?
-Para orientar el río
-¿Y por qué el río?
-Para cantar el agua

De verdad, que me gusta la estructura circular con la este diálogo nos lleva la música.

Para finalizar Ramaíz, Bettsimar Díaz `derrama´ la palabra poética fuera de los cuerpos. Es un cierre que nos hace reflexionar acerca de la grandeza de la palabra bien posicionada y bien utilizada. No puede, ésta, la palabra encerrarse.

Patio interior, tercera y última parte de este poemario, es un conjunto de 16 poemas que condensan lo esencial de este libro.

Se trata de versos largos o en prosa que irrumpe desde lo más profundo y sagrado. Son las fortalezas del yo, tanto de la escritora como de sus lectores. Se toma consciencia, con elegancia, de lo que está adentro y de cómo descubrirlo.

Pudiera ya decir que piragua es
una parte de mi cuerpo
y que azul también es una invisible parte de mí
Pudiera asegurar que caminar y nadar
son un mismo verbo
Aunque quizás, la verdad es
que mi cuerpo es una pequeñísima parte
del cuerpo azul de esta piragua

¿Cómo no sentirse azul y piragua? ¿Cómo no navegar en estas palabras haciéndolas propias?

Presentimos que lo mágico y lo real están cerca y son parte del alma de quien se ha sentido amado, y ama.

Las metáforas se hacen presentes para describirse en ellas buscando abrazar al “patio interior”.

El amor está siempre presente y se abre paso desde la naturaleza para mostrar lo sublime de sus hallazgos.

Me llaman la atención los dos últimos poemas, titulados “Guiños” y “Las hormigas”. “Guiños” es un baile de palabras para asir un momento maravilloso de íntima ternura. Mientras que, “Las hormigas” transmutan la pequeñez y fortaleza de un animalito, lo invencible de ellas individualmente, y lo que hace de nosotros cuando no las matamos sino que nos alimentamos de ellas.

Para finalizar, recomiendo la lectura de este poemario no solamente para conocer mejor a su autora, ganadora de varios premios de poesía, que se interna en lo complejo de la naturaleza, con humildad, y nos proporciona esas ganas inquebrantables de vivir, escuchar, amar y agradecer.

Gracias por leer. Bienvenidos sus comentarios.
¡Saludos infinitos!



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2 comments
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Una reseña hermosa de un libro hermoso, me atrapó y ahora quiero leerlo. Gracias por compartir. 💟

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