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Eran los tiempos de Jesús y ustedes, mujeres con garbo, moraron en la consternación de la sumisión, asumiendo vuestro tiempo con candor, tejiendo con sabiduría, los amores del cielo y la tierra, a lo largo de sus vidas.

Muchas veces ocultas y sin voz, haciendo altar del telar de sus labores. Dilatadas y ataviadas de bondad, recreando de paz sus hogares, yaciendo la fuerza de la convicción vivida y emergiendo la fortaleza como apoderada de sus encantos.

Los sacrificios y abnegaciones, fueron sus grandezas, inquebrantables y fuertes en la tempestad, así vencieron las olas del miedo. Vidas de adoración y escuelas de afecto, bálsamos para el dolor de los corazones afligidos y atormentados. Con devoción sanadora y alegría plena, esparcieron a su paso, alivio y consuelo, cargados de serenidad, con obsequios de esperanza y verdaderas proclamaciones de fe.

Con sus virtudes diseminaron luminosidad, se consagraron en cuerpo y alma, en pensamientos y acciones, fidedignas estampas de dedicación y humildad, en la ayuda y socorro a sus semejantes. Levantaron con ahínco incuestionables comunidades de fe, siempre constantes y misioneras de la palabra, defensoras del necesitado, lenitivo del enfermo.

Serán belleza perdurable, pura y celestial que no respetará confines, estelas de sinfonías de amor, de cariño infinito y humildad eterna, manifestadas en todo momento y lugar, de esperanza en la piedad y en la misericordia, consoladoras de las mayores aflicciones, siempre protectoras y salvadoras del peligro, destellos de luz divina. Serán veneradas y admiradas, por sus historias de amor, entrega y generosidad, que vivificarán y consolarán muchas vidas, en la salud y el bienestar. Serán siempre eterna primavera y brillarán como rosas en el cielo gris.

Those were the times of Jesus and you, women with panache, dwelt in the consternation of submission, assuming your time with candor, weaving with wisdom, the loves of heaven and earth, throughout your lives.

Often hidden and voiceless, making an altar of the loom of their labors. Dilated and clothed in kindness, recreating their homes with peace, lying the strength of lived conviction and emerging vitality as the power of their charms.

Sacrifices and abnegations were their greatness, unbreakable and strong in the storm, so they overcame the waves of fear. Lives of adoration and schools of affection, balms for the pain of afflicted and tormented hearts. With healing devotion and full joy, they spread in their wake, relief and consolation, charged with serenity, with gifts of hope and true proclamations of faith.

With their virtues they spread luminosity, they consecrated themselves in body and soul, in thoughts and actions, trustworthy stamps of dedication and humility, in helping and assisting their fellow men and women. They raised with unquestionable zeal communities of faith, always constant and missionary of the word, defenders of the needy, soothing the sick.

They will be enduring, pure and celestial beauty that will not respect boundaries, trails of symphonies of love, of infinite affection and eternal humility, manifested at all times and places, of hope in mercy and mercy, comforting the greatest afflictions, always protectors and saviors of danger, flashes of divine light. They will be revered and admired for their stories of love, dedication, and generosity, which will enliven and comfort many lives, in health and well-being. They will always be eternal springtime and will shine like roses in the gray sky.