Writing between love and letters./ Epístola de Amnistía a tu memoria. - Amnesty Epistle to your memory.

ESPAÑOL

"Juro que no sabia quién era Gavrilo Princip hasta ese Agosto, que debiste irte a disparar en una guerra que no nos importaba.

Alemania nos la declaró. Mientras te besaba con la fuerza que la juventud nos regaló.

No quería perder el tiempo esperando los permisos definitivos por una iglesia (que deja mucho que desear), o si mis padres o los tuyos nos dejaban tomar las manos.

Decidimos ser nuestros; tu mio y yo tuya.

Pero no fue el protocolo social al que debíamos estar sujetos, sino una guerra lo que nos separó.

Maldije mil veces el Junio de ese año, porque mientras el archiduque y su esposa eran asesinados, nosotros estábamos celebrando el amor con nuestros cuerpos.

La tarde que te ibas no me alcanzaron las palabras para despedirnos, porque, carajo, no debías marcharte tú.

Nuestro rincón cerca del Sena donde me leíste aquel poema prohibido de un tal Maupassant que conocías tú, porque la que ignoraba las letras en ese entonces era yo, ahora mírame aquí, escribiendo para no olvidarnos. Sin pensarlo te pedí que me trataras en esa oportunidad como la dama que inspiro tales versos.

Debía ofenderme por lo que escuchaba, pero, quién era yo para refutar a los letrados, escritores o pintores, como "el loco de la oreja" que tanta risa me daba su historia extraña de amputar un miembro por amor.

Esa fue nuestra última vez, me leíste "69" de Guy de Maupassant, y buscamos la forma de cumplir a cabalidad aquellas prosas.

Mi amor, estábamos locos y no nos importaba.

El cuatro de Agosto ya no estabas, y para mí toda mi vida se iba contigo.

No me importaba quién ganara o quién perdía. Descubrí la palabra amnistía, y al mismo Dios que le reproche tu partida le pedía que eso firmasen.

Pero solo si tú volvías. Mis cartas nunca te llegaron, porque nuca me tuve respuestas.

Creí en un soldado, que me dijo conocerte y que debía volver a buscar el correo de la brigada donde estabas, pero nunca volvió. Jamás me leíste.

Estabas en Burdeos, o al menos eso pensé, cuando supe que debías viajar mucho mas lejos de donde estabas.

En tiempo de guerra nadie puede creer en el amor, pero amarte fue lo que me salvó, amarte fue lo que me dio esperanza.

Tenía miedo de alguna noticia donde supiese que te habías ido al otro mundo, que te habías ido a conocer al autor de nuestros versos prohibidos.

Me prometí escribirte algo mejor, si volvías, que me haría escritora solo para que me leyeses tú, para que en voz alta sepas todo lo que te temí por ti y lo que amo.

Leía y escribía, escribía y volvía a leer, pero solo quería tu voz, tu besos; tu amor. Te quería a ti.

Edmond, me convertí en lo único que me mantenía con fuerza esos años que no sabía si vivías.

Los años que los hombres peleaban su razón, mientras cientos y millones morían.

Yo moría junto con ellos, cada noche que no sabía de ti.

París ya no era romántico, ahora sus calles ya no me inspiraban amor, porqué cómo veo amor, donde desfilan hombres que hablan en otros idiomas con armas que cuelgan de sus hombros.

Maldije la guerra, las armas y el hecho que hayas debido irte.

Cuatro años pasaron lento, lloré la muerte de conocidos y otros que jamás su cara logré ver. Pero la inocencia caída se llora, se sufre y duele.

Once de Noviembre de 1918, entró en vigor el alto el fuego; La Primera Guerra Mundial había terminado.

Yo esperaba en casa, si volvías...

No llegabas.

Trece días con sus noches, esperé, me negaba a imaginar tu muerte, no podía.

Ya era escritora de oficio, faltabas tú para leer.

Llegaste y anhelaba con esto poder ser tu mujer.

La boda llegó pronto, nadie se opuso, ni yo de entrar a una iglesia y aceptar esa bendición, ni nuestros padres por amarnos.

La guerra ya había dañado suficiente, nuestro amor era nada para otros comparado con sus perdidas.

La noche de bodas fue nuestra segunda primera vez, tu ímpetu viril me hizo tuya una y otra vez, como la mujer de nuestro poema prohibido, firme y erecto entrabas y salías de mí con la necesidad de no soltarme jamás.

En tu cuello besaba como si de mi cama te fuesen arrancar, tenía rabia por el tiempo perdido, por la guerra, por lo que lloré, por las noches donde las bombardeos me hacían brincar de la cama y temía si moría yo primero.

Te besaba con la necesidad de besar, te hacía el amor con la necesidad de ser tuya, porque quizá la historia resuma las guerras en quién ganó y las cifras de los caídos, en los acuerdos, en los nuevos mapas y los nuevos nombres que las ciudades tendrían.

Pero nadie contara esto, nadie contará como la guerra me quito a mi amado por unos años desgraciados, y como conté con la Providencia y sus dados para volver a estar juntos.

Nadie contará como los amantes en las guerras sufren, ni cómo añoran el cuerpo de sus amores.

Nadie te escribirá a ti como yo Edmond, aunque ahora no me recuerdes.

Pero esas noches que siguieron luego de tu regreso de la guerra, hicimos realidad cada palabra del verso que me hizo escribir para ti, incluso trague lo que siempre escupía, y me supo a gloria tus fluidos en mi boca.

El sudor que escurría por tu frente era el agua bendita que calmaba mi sed para seguir unida a ti.

Jugábamos con nuestras manos en nuestros cuerpos, y besamos cada centímetro de piel.

-Hazme el amor hoy, por si otra guerra explota mañana, -decías- pero no llegó guerra; se fue tu memoria.

En Abril de 1930, los medicos decían que era una rara enfermedad mental asociada a las vivencias de la guerra.

Mi vida, empezabas a olvidar.

Desde entonces, escribo no solo lo que te amo, escribo todo, para que me leas, para que me hagas el amor, y para no olvides a esta, tu mujer que te esperó durante la guerra, y cada mañana espera que vuelvan tus recuerdos y encontrarnos.

Edmond, no me iré de tu lado."

​

ENGLISH

"I swear I didn't know who Gavrilo Princip was until that August, that you should have gone shooting in a war we didn't care about.

Germany declared it to us. While I kissed you with the strength that youth gave us.

I didn't want to waste time waiting for final permissions for a church (which leaves much to be desired), or if my parents or yours would let us hold hands.

We decided to be ours; you mine and I yours.

But it was not the social protocol to which we were to be subject, but a war that separated us.

I cursed June of that year a thousand times, because while the archduke and his wife were being killed, we were celebrating love with our bodies.

The evening you were leaving, I couldn't find the words to say goodbye, because, damn it, you weren't supposed to leave.

Our corner near the Seine where you read me that forbidden poem by a certain Maupassant that you knew, because the one who was ignorant of letters at that time was me, now look at me here, writing so as not to forget us. Without thinking I asked you to treat me on that occasion as the lady who inspired such verses.

I should be offended by what I heard, but who was I to refute the learned, writers or painters, like "the madman with the ear" who gave me so much laughter with his strange story of amputating a limb for love.

That was our last time, you read me "69" by Guy de Maupassant, and we looked for a way to fulfill those prose.

My love, we were crazy and we didn't care.

On the fourth of August you were gone, and for me my whole life was going with you.

I didn't care who won or who lost. I discovered the word amnesty, and the same God that I reproached for your departure I asked to sign it.

But only if you came back. My letters never reached you, because I never had any answers.

I believed in a soldier, who told me he knew you and that I should come back to get the mail from the brigade where you were, but he never came back. You never read me.

You were in Bordeaux, or so I thought, when I learned that you had to travel much farther from where you were.

In time of war no one can believe in love, but loving you was what saved me, loving you was what gave me hope.

I was afraid of some news that you had gone to the other world, that you had gone to meet the author of our forbidden verses.

I promised myself to write you something better, if you came back, that I would become a writer just for you to read me, so that you would know aloud all that I feared for you and what I love.

I would read and write, write and read again, but I only wanted your voice, your kisses; your love. I wanted you.

Edmond, I became the only thing that kept me going strong those years I didn't know if you lived.

The years that men fought their reason, while hundreds and millions died.

I died along with them, every night I didn't know about you.

Paris was no longer romantic, now its streets no longer inspired love in me, why how do I see love, where men parade, speaking in other languages with guns hanging from their shoulders.

I cursed the war, the guns and the fact that you had to leave.

Four years passed slowly, I mourned the death of acquaintances and others whose faces I never saw. But fallen innocence is mourned, suffered and hurt.

November 11, 1918, the cease-fire went into effect; World War I was over.

I was waiting at home, if you came back....

You did not arrive.

Thirteen days and nights, I waited, I refused to imagine your death, I could not.

I was already a writer by trade, you were not there to read.

You arrived and I longed to be your wife.

The wedding came soon, no one objected, neither I to enter a church and accept that blessing, nor our parents for loving us.

The war had damaged enough, our love was nothing to others compared to their losses.

The wedding night was our second first time, your virile impetus made me yours again and again, like the woman in our forbidden poem, firm and erect you entered and left me with the need to never let go.

In your neck I kissed as if you were going to be torn from my bed, I was angry for the lost time, for the war, for what I cried, for the nights where the bombings made me jump out of bed and I feared if I died first.

I kissed you with the need to kiss, I made love to you with the need to be yours, because maybe history will sum up the wars in who won and the numbers of the fallen, in the agreements, in the new maps and the new names the cities would have.

But no one will tell this, no one will tell how the war took my beloved from me for a few unhappy years, and how I counted on Providence and its dice to bring us back together.

No one will tell how lovers in wars suffer, nor how they long for the body of their beloved.

No one will write to you as I did Edmond, though you don't remember me now.

But no one will tell this, no one will tell how the war took my beloved from me for a few unhappy years, and how I counted on Providence and its dice to bring us back together.

No one will tell how lovers in wars suffer, nor how they long for the body of their beloved.

No one will write to you as I did Edmond, though you don't remember me now.

But those nights that followed after your return from the war, we made real every word of the verse you made me write for you, I even swallowed what I always spit out, and it tasted like glory your fluids in my mouth.

The sweat that dripped down your forehead was the holy water that quenched my thirst to remain united with you.

We played with our hands on our bodies, and kissed every inch of skin.

-Make love to me today, in case another war explodes tomorrow," you said, "but no war came; your memory is gone.

In April 1930, doctors said it was a rare mental illness associated with war experiences.

My life, you were beginning to forget.

Since then, I write not only what I love you, I write everything, so that you will read me, so that you will make love to me, and so that you will not forget this, your wife who waited for you during the war, and every morning waits for your memories to come back and meet us.

Edmond, I will not leave your side."

Translated with www.DeepL.com/Translator (free version)

​

​