Prescripción para Estar Cerca | Poema

Acá estoy
porque sufro...

Deliro cuando, supongo, no me ve
y siento cansancio al no encontrarle.
La cura, considero, son sus besos
por eso capricho en deseo de caricias
cuando en antídoto de borrar malicias
recurro a inyectarme en todo el cuerpo
sus abrazos.

Le cuento,
me duele verle distante.
Tensión ocular y borrosa su imagen
se pierde en el horizonte.
No se esconde mi terquedad
cuando confundo taquicardias
de la ansiedad al no poder mirarle
más cerca.

Exhausta la cabeza que se aflige y punza,
respiro en desnivel de exhalación
porque es más lo que suspiro,
y también lo que transpiro,
cuando se me van los tiempos
si me encuentro a su lado.

Hay bellos días sin noches
en los que abro los ojos
y de frente tengo a sus pupilas,
luego fallo el examen de la vista,
porque no vuelvo a verle,
pero siempre es colirio
refrescarme con su belleza.

Debo hablar de otros síntomas.
Me rasco, no porque pica,
sino que, en bebida, uso alcohol
para la sangre que interna sulfura,
porque nada sana debido a su partida.
Calmante en dosis de visitas,
adrenalina cada que nos vemos
y luego el miedo le vence las toxinas.

Dolencias en el abdomen tengo,
dicen que mariposas pueblan allí
en complicidad de la ilusión.
Colitas de ranas para sanar,
mantequilla con sal
para mi lado dulce,
hielo en un trapo
para desinflamar las ansias
y una moneda en la frente
para que mi mente no se aturda
cuando las dudas hagan escollo.

Necesito
prescripción para estar cerca,
porque así no padezco su ausencia.
Solo al tenerle cerquita estoy lúcido,
sonriente y rozagante sin dolor,
en aproximación me da energía,
me zafa la desesperación
y me pongo cuerdo y corriente,
un poco más común
con otra gente
que sí se curó.

Es
medicina para mí,
yo
soy el impaciente.
Ambos;
ciencia extraña que daña y se cura
por arte de magia y de presencia.

En desencuentro
falla el organismo,
no es inmune a la incógnita
del segundo beso,
no aprendo a seguir receta
porque improviso
cuando la temperatura se enfría
y en verdad anhelo su cuerpo
en hipertermia.

Tengo alergia
de que olvide mi caricia,
hiperventilo
en ciertos pasajes de su amnesia,
desfibrila mi corazón
cuando el latido palpita
de angustia al tomo de su mano
y sobre la dermis y las arterias
vacuno sus nudillos con mis labios.

Recéteme su compañía,
por favor.
Quizá así se fugue su miedo,
se entregue y se enamore.
Hospitalizado estoy en un sueño
que mejora con los días de realidad
y decae en otros que solo es ficción.

Los resultados están a la vista:
necesito de su remedio.

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