El dulce sabor a ti /The sweet taste of you

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Imagen de Pixabay, editada por mí en Canva

El dulce sabor a ti


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Su cuerpo se estremeció la vez que la vio salir del trabajo en mitad de la oscuridad. Ella iba con una blusa transparente y con una falda que dejaba ver sus muslos torneados y firmes. La miró desde lejos y un calor conocido, no olvidado, le recorrió la piel, pero no se atrevió a acercársele ese día, ni tampoco al día siguiente. Sabía que debía buscar una manera de abordarla que pareciera natural y que no le causara miedo: tenía que hacer un plan.

Investigó que la muchacha trabajaba en un bar, por lo que se convirtió en cliente del lugar. Desde el primer instante se hizo notar, no solo por su aspecto físico, pálido, ojeroso, delgado; también porque solo pedía agua o una limonada. Llegaba ya casi cuando iban a cerrar y era uno de los últimos clientes que salía, casi inmediatamente después que lo hacía la muchacha. La chica en cuestión se llamaba Karen y era la encargada de atender las mesas.

Muchas veces Karen le sonrió y hasta le dirigió la palabra. Él sintió que ganaba su confianza, cosa que corroboró el día que Karen aceptó que él la acompañara hasta su casa. En el camino hablaron de todo un poco: de la vida, de la familia, de los sueños. Él sabía que todo era cuestión de tiempo y tiempo era lo que él más tenía, por eso pacientemente, acompañó a la muchacha, quien jamás se sintió en peligro con el joven.


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Una noche, el muchacho estaba silencioso e inquieto. Karen le preguntó una y otra vez qué le pasaba, pero el muchacho permanecía mudo. Entre los dos había una conexión única y tal vez por eso Karen sabía que al chico le pasaba algo. Insistió nuevamente y finalmente el chico le dijo:

_Soy un vampiro y tú, por siglos, has sido mi víctima. Te he buscado en cada una de tus reencarnaciones. En cada una de tus vidas, me he acercado a ti y luego he chupado tu deliciosa sangre, dulce, adictiva para mí. Me gustaría que no fuera así, controlar este deseo mortal de beber de ti, pero no puedo. Tu sabor es tan único, delicado, dulce, placentero, que me siento incapaz de dominarme.

Karen escuchó al muchacho y lo miró que lloraba de tristeza. Algo dentro de ella también recordó y se estremeció. Entonces se acercó a él, lo abrazó y acercó su cuerpo, lo puso tan cerca que su olor invadió el olfato del joven, quien inmediatamente puso su boca en el cuello femenino. Como un bebé, mordió y comenzó a succionar el líquido caliente, vital: un sabor familiar le invadió la boca y le hizo cerrar los ojos. Había tenido que esperar muchos años para volver a beber de aquella sangre. Mientras él sacaba cada gota de forma feroz, casi orgásmica, no se dio cuenta que el cuerpo de Karen desfallecía en sus brazos.


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The sweet taste of you

His body shuddered the moment he saw her leave work in the dark. She was in a see-through blouse and a skirt that revealed her firm, shapely thighs. He looked at her from afar and a familiar, not forgotten warmth ran across his skin, but he dared not approach her that day, nor the next day. He knew he had to find a way to approach her that would seem natural and not cause him fear: he had to make a plan.

He investigated that the girl worked in a bar, so he became a client of the place. From the first moment she was noticed, not only because of her physical appearance, pale, haggard, thin, but also because she only asked for water or lemonade. He arrived almost at closing time and was one of the last customers to leave, almost immediately after the girl did. The girl's name was Karen and she was in charge of waiting tables.

Many times Karen smiled at him and even spoke to him. He felt he was gaining her trust, which he corroborated the day Karen agreed to let him accompany her home. On the way they talked about everything: life, family, dreams. He knew that it was all a matter of time and time was what he had most, so he patiently accompanied the girl, who never felt in danger with the young man.


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One night, the boy was silent and restless. Karen asked him again and again what was wrong, but the boy remained mute. There was a unique connection between the two and maybe that's why Karen knew something was wrong with the boy. She insisted again and finally the boy told her:

_I am a vampire and you, for centuries, have been my victim. I have sought you out in each of your reincarnations. In each of your lives, I have approached you and then sucked your delicious blood, sweet, addictive to me. I wish it were not so, to control this deadly desire to drink from you, but I cannot. Your taste is so unique, delicate, sweet, pleasurable, that I feel unable to master myself.

Karen listened to the boy and looked at him crying with sadness. Something inside her also remembered and shuddered. Then she approached him, embraced him and brought her body closer, put it so close that her scent invaded the young man's sense of smell, who immediately put his mouth on the female neck. Like a baby, he bit down and began to suck the warm, vital liquid: a familiar taste invaded his mouth and made him close his eyes. He had had to wait many years to drink that blood again. As he drew each drop fiercely, almost orgasmically, he did not notice that Karen's body was fainting in his arms.


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HASTA UNA PRÓXIMA HISTORIA, AMIGOS

La imagen principal es de libre uso y editada en Canva, y el texto fue traducido con Deepl Translate


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2 comments
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Un relato que renueva el viejo estilo romántico del vampiro, con gracia y pasión en su escritura, como debe ser. Un abrazo, @nancybriti.

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Siempre agradecida con tus comentarios y lectura, a@josemalavem!

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