Each one received the invitation. It was a small cardboard card inviting them to the aunt's 80th birthday celebration. Although no one liked her, they would attend the dinner because the old lady was the millionaire aunt of the family. Not only would they drink and eat of the best things, it was also a perfect opportunity to ingratiate themselves with her. Hence, they would not waste the occasion.

On the day of the event, they arrived in their finery. The waiters handed out champagne and caviar to all the guests. After an hour, the birthday girl appeared and everyone took great pains to show her affection. Although the old lady was aware of the hatred they had for her, she allowed herself to be hugged and kissed by everyone. The compliments came and went:

How young you look, aunt, said some hypocritically.

"Long live aunt," said others ironically.

Music was playing and food and drink were being distributed in abundance. Suddenly, the aunt commanded silence and expressed in a clear way:

_I have decided to make a game today. Behind that curtain, there is a fountain with red berries and another fountain with yellow berries. If the red berries run out first, you will get a surprise; but if the yellow berries run out, since I am the birthday girl, you must give me a surprise.

The relatives believing that the surprise involved money, ran and ate all the red berries, leaving the yellow berries aside. When the fountain was empty, everyone began to feel sick to their stomachs and dizzy. The old woman, very mischievous said:

_There is the surprise I promised you, so that you will not be so greedy and avaricious!

UNTIL A FUTURE STORY, FRIENDS

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La última cena

A cada uno le llegó la invitación. Era una pequeña tarjeta de cartón en la que se invitaba a la celebración de los 80 años de la tía. Aunque nadie la apreciaba, asistirían a la cena porque la anciana era la tía millonaria de la familia. No solo beberían y comerían de las mejores cosas, también era una oportunidad perfecta para congraciarse con ella. De allí que no desperdiciarían la ocasión.
El día del evento, llegaron con sus mejores galas. Los mesoneros repartían champagne y caviar a todos los invitados. Luego de una hora apareció la cumpleañera y todos se esmeraron en hacerle demostraciones de afecto. Aunque la anciana estaba consciente del odio que le tenían se dejó abrazar y besar por todos. Los halagos iban y venían:
_Qué joven te ves, tía –decían unos hipócritamente.
_Larga vida para la tía, decían otros irónicamente.
La música sonaba y la comida y la bebida se repartía en abundancia. De repente, la tía mandó a hacer silencio y expresó de manera clara:
_He decidido hacer un juego hoy. Detrás de aquella cortina, hay una fuente con bayas rojas y otra fuente con bayas amarillas. Si las bayas rojas se acaban primero, tendrán una sorpresa; pero si se acaban las amarillas, como yo soy la cumpleañera, deben ustedes darme una sorpresa.
Los familiares creyendo que la sorpresa involucraba dinero, corrieron y se comieron todas las bayas rojas, dejando las bayas amarillas a un lado. Cuando la fuente estuvo vacía, todos empezaron a sentir dolor de estómago y mareos. La anciana, muy traviesa dijo:
_¡Ahí está la sorpresa que les prometí, para que no sean tan avaros y codiciosos!